Capítulo cuarenta y ocho

104 18 1
                                    

Sofía

Ya habían pasado siete días desde que terminé con Rafael. Duré llorando aquellos días por los rincones, pues encerrada en la casa me la pasaba recordando los grandiosos momentos que habíamos pasado juntos. Ni una noche dejé de escribirle, ni un día dejé de pensarlo, y me seguía doliendo el hecho de que no estuviera más a mi lado. Me dolería por siempre, eso quedaba clarísimo, aunque unos días la herida se abría más, o se mantenía cerrada por un periodo de tiempo. Pero vaya, las noches eran las más difíciles. Acostumbrarme a dormir más temprano, saber que él no vendría más para mi casa, llorar hasta quedarme dormida por su ausencia, diciéndole a la luna que lo cuidara mucho, porque lo único que quería es que estuviera bien. Seguí cantando mi canción favorita viendo la ventana, llamando a mi
alma gemela, que era él.

Releía sus cartas una y otra vez. Las escondía dónde mis libros eróticos que vaya, odiaba verlos ya que me recordaba todas las noches maravillosas que me había brindado. Podía soportarlo por algunos periodos de tiempo, sin embargo, siempre me iba a hacer difícil estar sin él.
Porque era el hombre al que yo amaría por siempre, y aún así vienese la persona que Dios habría diseñado nuevamente para mí, la iba a rechazar. Sentía mi corazón lo suficientemente herido como para regresar al amor.

Porque una mujer enamorada solo lo hace de un solo hombre. Y ese hombre, era Rafael. Pasaran los años, pasaran los siglos, siempre lo iba a preferir a él. Al único que tenía mi corazón y mi cuerpo en poder, el único que podía disponer de mí, aunque luego de mi decisión de alejarme, era un poco difícil que lo hiciera de nuevo.

No podía contar las veces que Arthur llegó cargado de bolsas de regalo, las veces que me llevó a cenar donde yo quise y hasta las tarjetas que ahora estaban en una bolsa enorme.
El clóset estaba por reventar de la ropa que compraba todos los días, exagerando en cantidad. La sala estaba repleta de rosas, ya no había tantos jarrones para seguir colocando los ramos que traía consigo cada noche. Mi barriga estaba creciendo de cómo me alimentaba ese hombre, llenándome de los antojos que por puro aburrimiento le contaba, pues al día siguiente traía ese antojito a casa. Era la suficientemente consentidor conmigo para decir: demonios, ¿qué sucede aquí?

Arthur se estaba comportando como nunca lo había hecho.
Su padre lo había orillado a cambiar su actitud conmigo. No podía cargar con su prepotencia y su mandato en mi persona, era tan arrogante que sentía que el piso no lo merecía, que él era la persona más perfecta del mundo y que no conocía la palabra perdón. Me hizo odiarlo, me caía en la punta del pie cada que halagaba su gran inteligencia y su dominio en el tenis. Si su cabello era más sedoso que el mío, seguramente me lo iba a echar en cara. Era un narcisista que estaba dispuesto a verse en el espejo las veces que fueran necesarias y publicar que hizo una suma bien en el periódico.

Era normal, me tomó tres años odiar su actitud de niño consentido y ahora me venía con que siempre había sido un pan de Dios. Esa duda y esa desconfianza que me daba su bondad, me ayudaban a mantener los pies bien fijos sobre la tierra, porque sabía muy bien que algo se traía entre manos, mi sexto sentido me lo avisaba.

10 de marzo de 1978

... En fin diario, creo que algo raro está sucediendo. Tú y yo sabemos que él no se comportaría así solo porque le nace ¿Verdad? Si siempre ha sido un niño rico y consentido, que no sabe que es el verdadero trabajo duro. Un hombre arrogante que lo único que le importa es sí mismo. Aún recuerdo lo tonto que se veía arreglándose enfrente de mi tía y yo, acomodando su cabello lleno de gel.
También la vez que me llamó exagerada por el corte de cabello del cual sufría, cuando él era más cuidadoso y estricto con su cuidado personal, teniendo su habitación hecha un chiquero hasta que su sirvienta viniese a limpiarlo. No puedo creer de todo en su nueva personalidad, hay algo, diario. Si así hubiese sido siempre, te juro que me hubiera enamorado.
Pero las cosas suceden por algo, nada esta puesto por casualidad. Y mi alma está lo suficientemente llena de rencor como para verlo con otros ojos. Lo vería como un buen amigo, nada más. Dejando lo personal, yo no podría amar a alguien que no fuese Rafael...

Huellas en la arena #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora