Capítulo veintidós

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Rafael

Sostuve a Sofía antes de que le volviera a lanzar otro golpe. Recogí su peluca y discretamente la ayudé a ponérsela. Ella, confundida, volteaba a verme, pero yo seguía dándole pequeños golpecitos en la cabeza para que siguiera poniendo su cabello falso. Todo había pasado tan rápido que no me había dado tiempo de apreciar su verdadero cabello.

—¡Deja que le rompa la cara a esta hija de...! —Vanessa trataba de soltarse de José con muchos manotazos en la cara.

—¡Yo también te la voy a partir! —Sofía hizo lo mismo conmigo, los dos estuvimos manteniendo toda la fuerza posible para no soltar a las bestias entre nuestros brazos.

—¡Suéltame José! ¡Le voy a enseñar quien manda en este lugar! —Le dió una patada donde más  duele, el pobre se dobló del dolor y la soltó. Ella se dirigía amenazante hacia mi Stephanie.

—¡Ya párale Vanessa! —Le dí un empujón.

—¿Ahora vas a defender a esta, que te vió la cara de imbécil? —preguntó gritando—. Es que eres un pende...

—¡Ya! —Le insistí—. Deja de comportarte como una callejera...

—¡Pues aquí, tu amiguita empezó!

—¡Yo no empecé nada, tú me golpeaste primero! —Y si no agarraba a Sofía, de nuevo se revolcaban en el suelo.

—¡Nos van a sacar de aquí! —advertí, poniéndome entre las dos—. ¡Compórtense!

—¡La estás defendiendo Rafael! —Vanessa me jaló del brazo para que volteara a verla—. No puedo creer que después de que te mintiera vilmente, quieras cuidarla...

—¡Tú qué sabes! —Le respondí—. Tú fuiste la culpable al meterme tanta tontería en la cabeza, me dijiste muchas cosas que no son ciertas —Entrecerraba los ojos, furiosa.

—¡Claro que son ciertas! Tú mismo leíste en el periódico...

—¡Bueno que más da! —Volví a gritar—. Si me quedo con ella, o quien sea a ti te viene valiendo. Ya te dije que entre tú y yo no puede haber nada...

—¡Porque soy una maldita hermana para ti! —Se acercó a mí, José nos rodeó para ir con Sofía—. Pero yo no quiero de hermano a un pusilánime bueno para nada —Todos mis conocidos alrededor comenzaron a hacer bulla.

—Déjate de tonterías, Vanessa...

—¡Eso eres! Desde que se murieron tus papis te la pasas llorando en los rincones para que nadie vea lo marica que eres —Seguían con su burla, yo estaba en medio de muchas personas que me miraban morbosos ante la humillación que acababa de empezar—. Tu hermano se rompe el lomo para mantenerte mientras estás gastándote el dinero aquí —La gente empezaba a comentar, como si mi vida fuera de su incumbencia.

—En ti, porque me rogaste que viniéramos ¿O acaso no fue así? —Calló, viendo a todos—. Me estoy gastando el dinero a lo balde en la que decía ser mi amiga pero ahora me quiere humillar...

—¿Ves como sí eres un marica? —Sonrió con burla—. Ya quieres llorar porque una mujer te está diciendo tus verdades. Tu padre debe de estar revolcándose en su tumba de ver el pedazo de mierda que le tocó como hijo —Sus palabras eran las más hirientes que alguien me había dicho jamás.

—¡Con mi padre no te metas! —Me le fui encima, ella se hizo para atrás sin nada de miedo.

—¿Qué? ¿Ya vas a llorar? —Me retó.

—Mis padres son sagrados, es la última vez que te metes con ellos...

—Yo no dije nada malo de tu padre, hasta me compadezco de él.

Huellas en la arena #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora