XI

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Si Nadia no te hubiera puesto un espejo de cuerpo completo en frente no te lo hubieras creído, si te hubieras visto en el débil reflejo de alguna ventana o en el reflejo de un charco de agua sucio hubieras creído que se trataba de otra persona, de una mala broma o incluso de una alucinación, pero esto era real, era un espejo mostrándote tu propio reflejo, y la imagen que el espejo te estaba arrojando no te gustaba para nada, porque esa imagen ante tus ojos tenía apariencia de ser todo menos un humano.

Un ser alto pero de postura encorvada con una enorme bola en la espalda parecida a un tumor, tan delgado que era posible ver sus costillas y demás huesos bajo la fina piel, como si para ese ser la palabra "comida" fuera un término desconocido, con una melena de cabello oscuro, largo, sucio, grasoso y alborotado, además de tener una piel pálida llena de cicatrices que brillaban reflejando la luz, unas uñas negras como el carbón mismo, y los ojos que podrían ser tan oscuros, vacíos y profundos como una noche sin estrellas, si no fuera por las pupilas rojas como la sangre.

Y ni hablar de la vestimenta, una especie de toga (si es que se le puede decir así a un trapo viejo y sucio) de un tono amarillento algo opacó que se mantenía sujeto en el hombro derecho, dejando expuesto una parte del pecho, unos enormes grillete...

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Y ni hablar de la vestimenta, una especie de toga (si es que se le puede decir así a un trapo viejo y sucio) de un tono amarillento algo opacó que se mantenía sujeto en el hombro derecho, dejando expuesto una parte del pecho, unos enormes grilletes algo oxidados que aún portaban un pedazo de cadena en las muñecas y tobillos, y lo más destacado era una extraña mascara en forma de calavera que cubría la parte superior de la cara dejando expuesta la mandíbula, blanca de la mitad derecha y negra de la mitad izquierda, que parecía estar cocida a la cabeza de las orillas, por la mitad de la mascara y alrededor de los ojos.

No querías aceptarlo, querías pensar que todo se trataba de una cruel broma de mal gusto y que ese no era tu real aspecto, pero la cruda realidad era que ese eras tu, un ser de aspecto terrible, horroroso y demacrado, un real y verdadero monstruo en carne y hueso, que por las manchas de sangre tanto en el feo ropaje como en las manos indicaba no que pudiera dañar a alguien, sino que ya lo había hecho con anterioridad, y que en cualquier momento podía volver a hacerlo.

—N-No... e-esto no... ¡no puede ser cierto!

En ese momento no pudiste manejar tus emociones, primero fue tristeza, que luego de convirtió en decepción, pasó por unos segundos a ser duda,  para finalmente convertirse en enojo, el cual causó que comenzarás a destruir todo lo que estaba a tu paso, los dos dagonianos y la felina se ocultaron tras una barra viendo como golpeabas con furia cada silla y mesa del lugar, eso hasta que sin previo avisó saliste por una ventana y te diste a la carrera.

La felina no se quedó de patas cruzadas y rápidamente comenzó una persecución para tratar de alcanzarte.

—¡Espera, no huyas por favor!

Pero sus intentos por detenerte eran en vano, no escuchabas nada de lo que decía por causa del enojo, y por más rápida que esta fuera no lograba seguirte el ritmo, al parecer te desplazabas bastante rápido por las calles, en especial si usabas todas tus extremidades como si de un cuadrúpedo se tratase.

El hecho de que hubiera algunos cuantos dagonianos caminando por las calles a altas horas de la noche tampoco servía, todos pegaban un brinco hacia algún lado en cuanto te veían acercarte, y por más atajos que esta tomará no encontraba la forma de alcanzarte.

—¡Lo siento!, no era mi intención hacerte enojar, ¡por favor vuelve!

Pero tu seguías haciéndote de oídos sordos mientras corrías sin indicios de detenerte, no fue hasta que en una vuelta a la derecha y adentrándote en un callejón entre dos edificios abandonados lograste perder a la felina.

Una vez que estabas apartado de la gente lo único que pudiste hacer fue descargar tu ira, lanzaste a lo profundo del callejón varios botes de basura y golpeaste las paredes hasta agujerearlas sin nada de dificultad, así durante un par de minutos hasta que te fuiste calmando (y que se te acabaron los botes de basura para lanzar y las paredes para golpear) te sentaste en el suelo en posición fetal, te sujetaste la cabeza con ambas manos y comenzaste a llorar.

—¿P-Por qué?... -dijiste sintiéndo un fuerte dolor en el pecho, de esos que te hacen daño al respirar simplemente.

Podría parecer algo ridículo que un adulto con una fuerza descomunal y aspecto demacrado este llorando, pero la verdad te encontrabas dolido en ese momento, no sabias que hacer con tu presente, no sabias que te prepararía el futuro, y tampoco sabias lo que había ocurrido en tu pasado, aunque la verdad ya no estabas seguro de querer averiguarlo, ¿y si realmente eras alguien malo?, ¿y si antes tu felicidad y diversión se generaban causando dolor y sufrimiento a otros?

—No...

Dijiste con seguridad, si fueras alguien malo no te sentirías como una miserable basura por cualquier mala acción que hayas cometido, incluso si fuera o no intencional.

—¿Hola?, ¿se encuentra alguien ahí?

La voz de una persona acercándose hacia ti te puso en alerta, lo más probable es que hubiera logrado escuchar tu patético llanto y se hubiera acercado para revisar de que se trataba, cuando diste vuelta para ver a la entrada del callejón descubriste que se trataba de otro soldado como el que te topaste cuando recién habías llegado a Little Innsmouth, este te vio y antes de que pudiera dispararte o sacar su comunicador te lanzaste hacia el y lo sujetaste del cuello, le quitaste la máscara antigas y cubriste con tu mano su boca y nariz, pasaron un rato con el soldado forcejeando hasta que en un momento esté dejó de oponer resistencia y cayó al suelo.

—Ay no, ¡¿qué acabo de hacer?!

El miedo se apoderó de ti en ese momento, te agachaste para ver como se encontraba, su corazón aún latía mientras que respiraba débilmente, al parecer solo se había quedado inconsciente por la falta de oxígeno.

—Que suerte -dijiste aliviado llevando una mano a tu pecho al ver que no lo habías matado almenos- tengo que irme de aquí.

Tras poner al soldado en el centro del callejón decidiste irte, si ya te habías topado con dos soldados en aquella zona seguramente debía de haber más patrullando en el lugar, cuidándote de que no hubiera nadie observandote saliste hacia la calle para levantar una tapa de alcantarilla y así desplazarte de manera tranquila, con la esperanza de que ya nada te saliera mal.

(Agradecimientos a kuremara y JuzmaniSachezMorales por la ilustración)

Un Héroe Diferente (Skullgirls X Lector) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora