Parada delante del gran portón de la inmensa casa dudo en tocar el timbre, pero termino haciéndolo.
Pasan unos segundos y vuelvo a apretar el pequeño botón circular.
Pareces desesperada Giselle.
La gran puerta se abre, Eric está sin camisa, solo tiene puesto unos shorts negros. Mis ojos no pueden evitar bajar por su torso desnudo y tonificado.
El amarillo de sus ojos y el marrón de los míos chocan, su cabello está ligeramente despeinado algunos mechones negros caen sobre sus cejas, luce tan atractivo. Tiene un brazo detrás de su espalda como si escondiera algo.
- ¿Giselle que estás haciendo aquí?
Me cuelo por el espacio que hay entre él y el marco de la puerta, se gira como si no quisiera que descubriera que tiene en su mano detrás de él.
- Vine a hablar y no me voy hasta que no aclaremos lo nuestro Eric.
Camino hacia el salón que ya conozco con toda confianza y me siento en el mueble, oigo la puerta cerrarse.
Está de pie frente a mí - ¿Qué quieres aclarar? - me dice con aires de frialdad y luego hecha un vistazo al reloj que cuelga de la pared, parece estar ¿preocupado?
- ¿Estás esperando a alguien?
- No espero a nadie - responde con indiferencia.
- No te entiendo Eric, un día siento que quieres estar cerca de mí y al otro me alejas, dime la verdad por favor.
- Giselle, escúchame con atención- se sienta cerca de mí, coloca en la mesita al lado del sofá lo que parece ser una jeringa grande de cristal que contiene un líquido transparente, agarra mis hombros. En sus ojos puedo sentir miedo e inquietud - tienes que irte ya, si no tu vida estará en peligro.
- No me iré de aquí hasta que no me digas que está pasando, ¿qué es eso? - señalo a lo que acabó de colocar en la pequeña mesa.
- Giselle esto no es un juego.
Lo miro sin decir nada dejando a entender que no me importa lo que sea, no me iré.
- Bien, entonces quédate - agarra la jeringuilla y se pone de pie, pero antes de que pueda dar un paso agarro su antebrazo para jalarlo con más fuerza de lo que debería de haberlo hecho, esto hace que su giro brusco provoque caer el objeto de cristal al suelo y este se quiebre en varios pedazos derramando la substancia incolora.
- ¡¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer!? - su voz llena de enojo, hace que un escalofrío recorra mi cuerpo, pero no dejo que esto me calle.
- No, así que expli... -quedo muda ante lo que estoy presenciando, los ojos de Eric fueron adquiriendo un brillo animal el cual plantó un sentimiento de duda y terror en mi interior.
Era como, si fuese sobrenatural. Pero eso no es posible ¿verdad?
Él mira el reloj y luego lleva sus lobeznos ojos hacia mí, no parece sorprendido con mi reacción. De improviso su rostro se desfigura en una mueca de dolor, doy un paso para acercarme a tratar de ayudarlo, pero este retrocede.
-¡No te acerques! -ordena.
Un enorme hocico empieza crecer en el medio de su semblante. Eric suelta un grito de aflicción a medida que la piel de su cara y cuerpo empieza a caerse como si fuera papel mojado. Dando paso a un pelaje pardo impregnado de una misteriosa sustancia que describiría como sudor.
Bajo sus uñas unas afiladas zarpas negras comienzan a crecer, y con ellas Eric empieza a desgarrarse cada parte de él.
Sus huesos se moldean anormalmente formando un nuevo cuerpo, el cuerpo de un lobo. Todo esto solo hizo aumentar los gritos de agonía que él experimentaba por tal horrible metamorfosis.
Mis lágrimas comienzan a correr por mis mejillas- ¿Cómo puedo ayudarte? -digo entre sollozos y aunque tengo pavor, deseo que no sufra.
- No ... pue... ¡Argh!-intentó hablar, pero el sufrimiento se lo impidió- Hay una puerta... una puerta de metal. Está en... ¡Ahh! ¡En el pasillo! ¡No salgas por ningún motivo! ¡Corre! ¡AHORA!
Solo fue un instante para darme cuenta de que aquel atractivo policía que radiaba seguridad, ternura y cariño, se había ido. Ya solo quedaba una bestia, no, más bien un lobo. Uno con grandes fauces, que emanaban un insaciable deseo de voracidad. En ese momento descubrí a lo que Eric temía tanto, y también a lo que se refería todo ese tiempo. Ya solo quedó seguir sus instrucciones y correr, se pueden oír las pesuñas resonar por el piso de mármol.
Al llegar al final del pasillo, a mi izquierda se encuentra la puerta, trato de frenar pero de tanta velocidad un pie me hace una mala jugada, resbala y caigo al suelo, intento levantarme, pero mi atención se la lleva el enorme lobo de pelaje marrón que está a tres metros de mí, gruñe enseñando sus enormes dientes. Mi cuerpo se queda inmóvil, siento mi pecho encogerse y mi corazón latir muy fuerte.
- Eric - se escapa de mi boca su nombre.
La enorme bestia aprieta sus ojos y gira ligeramente su cabeza hacia un lado, pareciera que estuviera conteniendo su ferocidad, esto me da tiempo a pararme y correr hacia adentro de la habitación, jalo con fuerza la puerta de metal cerrándola.
Adentro hay una cama personal y unas cadenas a cada lado.
Mi corazón aún late con fuerza y mi respiración está acelerada. Mis manos tiemblan al igual que mis piernas, me siento en la cama de la diminuta pieza.
Después de unos minutos mi mente se aclara y la adrenalina ha dejado de producirse en mi cuerpo, me siento más calmada.
¿Cómo puede esto estar pasando? Él es un hombre lobo, es algo increíble.
Dejo mi torso caer hacia atrás pegándolo al colchón, mi cabeza da vueltas viviendo una y otra vez lo que acaba de pasar.
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Su secreto [+18]
RomanceSi pudiéramos saber los secretos de nuestras nuevas amistades a lo mejor no llegaran a ser nuestras amistades. Giselle Moore, una chica de 20 años decide volver al país donde nació, Canada. Vivió en Estados Unidos a partir de los 10 años, se separa...