Capítulo 12: Último Día
A las nueve menos cuarto de la mañana siguiente, Clyde llegó al mostrador de Hertz en la planta baja.
–¿Puedo servirle en algo, señor? –preguntó la chica de uniforme amarillo.
–Puedes, si tienes un auto –contestó apurado, pero sin olvidarse de sonreír cordialmente.
Pagando un poco más pidió que telefonearan para que le pusieran cadenas para la nieve en la próxima estación cuando llegase. Además de preguntar por algún lugar en que pudieran alquilarle un vehículo para la nieve, lo suficientemente grande para albergar a poco más de media docena de personas. Habiendo llenado el formulario debidamente, salió de la agencia al aullido del viento encomendándose a todos los santos.
En la estación no le cobraron mucho por colocar las cadenas. De igual forma, Clyde deslizó furtivamente un billete de diez esperando que con esto lo adelantaran en la lista de espera. Sin embargo eran las doce y cuarto cuando se puso en camino, acompañado rítmicamente del ruido de los limpia parabrisas y el traqueteo metálico de las cadenas sobre las grandes ruedas del todoterreno.
Los constantes gritos de auxilio de Lucy habían cesado repentinamente, pero aun así esperaba llegar cuanto antes, si es que llegaba. La autopista, como tal, era un desastre y ni siquiera con cadenas se podía ir a más de cincuenta kilómetros por hora. A través de los parabrisas se distinguía la nieve que seguía cayendo sin pausa. Las rachas de viento la arrastraban de un lado a otro, formando nubes blancas. Los coches se salían de la ruta en los ángulos más inverosímiles y en algunos lados de la carretera el trafico estaba atascado.
–Muy buenos días, les habla Patchy Drizzle en Radió KHOW desde Denver y, Patchy, hoy tenemos un mal día. Se pronostica una intensa nevada.
–Así es, Hal, ha estado nevando muy fuerte en la zona metropolitana de Denver. Y los caminos hacia las montañas como Paul Tree y Red Mountain están cerrados. Ya los autos viajan con cadenas, a través del túnel Eisenhower.
–Bueno, Patchy, algunos vuelos aun están aterrizando en el aeropuerto Stapleton. Aunque, con estas nevadas, no dudo que lo cierren, por razones de seguridad.
–Bueno, Hal, es que nadie estaba preparado para esta tormenta, que va a seguir durante todo el día, ya que el meteorológico ha advertido al publico no salir hacia ningún lugar dentro de la zona metropolitana de Denver, así es que cuidado.
–Y en otros temas, Patchy...
***
Sentado en el suelo de la despensa, con las piernas abiertas y un paquete de galletas y un tarro de mantequilla de maní abiertos entre ellas, Lincoln Loud miraba a la puerta mientras las untaba con el dedo y se las comía, sin saborearlas, simplemente porque necesitaba alimentarse.
Mascó una por una, negándose a complacer a su estomago que quería vomitarlas, ya que necesitaba tener energía para cuando lograra salir de ahí a poner todo en orden, como siempre lo había hecho.
Su cabeza lo atormentaba, con el latido enfermizo de una resaca, sumado a la jaqueca producto de vivir en una casa con diez hermanas problemáticas y un solo baño. Aparte, le dolían los hombros, de tanto haberlos golpeado contra la puerta, y tenía la garganta irritada de tanto gritar.
Recordó que tenía excedrina en el bolsillo, pero decidió esperar a que le aliviara el estomago. No tenía caso engullir un analgésico para vomitarlo a las primeras de cambio. Era cuestión de usar el cerebro, el celebrado cerebro de Lincoln Loud, el hombre del plan.
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El resplan-Loud
FanfictionBasado en otra famosa novela de Stephen King. Lincoln Loud es un joven adulto que ha trabajado desde muy joven para sacar adelante a su numerosa familia. Pero algo en el cambiará para mal cuando se convierte en cuidador de invierno del Hotel Overloo...