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『Hey, Will You Stay With Me Tonight. . .?』
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—Quédate quieta, _______. —ordenó el rubio nuevamente, mientras pasaba un pequeño pedazo de algodón por los rasguños y las heridas que habían en tu rostro.
Hiciste una mueca y dejaste salir un pequeño quejido de dolor al sentir el ardor que provocaba el agua oxigenada en tus heridas, ya que aunque lo aplicara por los alrededores, pequeñas gotas lograban alcanzar los raspones.
—Te dije que no es necesario que hagas esto. —te quejaste con el ceño levemente fruncido, casi haciendo un puchero con tus labios.
—¿Y qué esperabas? No aparezcas en la puerta de mi casa con el rostro lleno de heridas. —inquirió Mikey mirándote seriamente— Preocupaste a Emma. . . Y me preocupaste a mí. . .
—Lo siento. . —bajaste un poco la cabeza.
Mikey inspiró profundamente y pasó otro pedazo de alcohol por tu mejilla.
—Pero me pediste que viniera, y así lo hice. —agregaste después, poniendo los ojos en blanco— ¿De qué te quejas?
—Sí, pero no esperaba que vinieras. . . —te echó un vistazo— Así. . Además, aún no me has dicho nada. —él frunció un poco sus cejas y acercó su rostro al tuyo— ¿Qué sucedió?
—¿De qué o qué? —te hiciste la desentendida, desviando la mirada.
Mikey inhaló profundamente para tranquilizarse. Algunas veces, sabías cómo sacarlo de sus casillas.
—No te hagas la tonta, _______. —lo miraste atenta— ¿Qué fué lo que sucedió antes de que vinieras a mi casa?
—No fue nada importante, no te preocupes por esto. —Moviste tu mano de arriba a abajo, restándole importancia— Mejor cambiemos de tema. . . Háblame de tu día.
Dejaste tus codos sobre tus piernas y apoyaste tu cabeza entre tus manos, mirándolo atentamente mientras una amable sonrisa adornaba tu rostro. Mikey suspiró resignado y procedió a poner una curita en tu mejilla derecha.
