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『What If Instead Of Always Helping Others... Do You Help Yourself...?』
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Escuchaste un par de suaves golpes en la puerta de tu habitación. Te removiste entre las sabanas, sintiendo las luces del sol chocar contra tu rostro porque olvidaste cerrar las cortinas el día anterior.
¿Pero cómo no hacerlo? Tu mente no ha estado en la mejor condición estos días. Fueron tres en total, tres días en los que sentiste que ibas a morir debido al dolor de cabeza que te azotaba cada mañana al despertar gracias a las lágrimas derramadas la noche anterior.
Te habías contenido. Habías utilizado todo de ti para no llamarlo y escuchar su voz, una última vez, eso era lo único que pedías...
—¿Mh? ¿Quién es? —cuestionaste en voz baja, sintiendo tu garganta arder por esas dos simples palabras.
—Soy yo _______, Yuuko. —respondió la mayor, recargando su frente en la puerta— No has salido de tu habitación desde hace tres días, ¿Estás bien?
—Sí, yo... —estiraste tu brazo hacia la mesita de noche, buscando el vaso de agua que yacía ahí. Sin embargo, al hacer un movimiento brusco tiraste el despertador al suelo— Ahg.. Carajo.
—_______. . . —te nombró Yuuko, intentando abrir la puerta pero era inútil, la habías cerrado con el pestillo— Ábreme, ¿Si? Quiero hablar contigo, me preocupas.
—Estoy bien, Yuuko. —frotaste tus ojos suavemente, sintiendo un molesto ardor al cerrarlos— Sólo me he sentido un poco. . . Deprimida últimamente.
—Lo sé, y lo entiendo.. —murmuró, dejando finalmente de mover la perilla— Creo entender por qué estás así, pero si en verdad no lo hago, ¿Podrías hablarlo conmigo? Quiero saber el porqué de tu repentino encierro.
Guardaste silencio, recostando tu espalda contra las almohadas detrás tuyo. Subiste tu brazo y cubriste tus ojos mientras soltabas un suspiro.
—¿Qué sucedió con Manjiro? —interrogó nuevamente, y el sólo escuchar su nombre hizo que sintieras una ligera presión en tu pecho.
