En el colegio no era la popular ni nada por el estilo, pero sí tenía a mis conocidos y gente que sabía de mí. Más que nada era gente chismosa que por juntarme con Mikey o con mi hermano ya me enjuiciaban en cosas relacionadas con la delincuencia. Y no miento que esa vida no está para nada alejada a mi realidad, pero prefería mantener cierta distancia con asuntos de los que Manjiro y Ken manejaban y ellos también preferían distanciarme. Aunque el muy rata del enano rubio me rogó ser parte de Tōman, al final entendí que era para la tesorería.
—¡Hanabi! —gritó una chica más baja que yo corriendo hacia mí. Sus ojos habían comenzado a brillar y miró a mi alrededor—. ¿Y los chicos?
—Buenos días para ti también, Narumi. —saludé, mirándola con una sonrisa ladina—. Los chicos siguen en casa todavía.
—Santo cielo —suspiró—, diles que si siguen así, la directora los va a expulsar por llegar tarde. Llevamos ya siete meses de clases y ellos han llegado tarde todos los días, sin excepción. ¡Y Manjiro me preocupa! D-digo —arregló sus lentes y yo la miré de reojo—, me preocupan todos los que lleguen tarde, es mi deber como presidenta de curso.
—Sí, claro.
—¡E-es verdad, Hanabi! —chilló y yo aguanté una risa.
Sabía que Narumi sentía cierta atracción hacia Sano, pero siempre me repetía que era difícil hablar con él (las veces que milagrosamente se mantenía despierto), pues lo veía tan tranquilo que no sabía qué podía salir de su boca o mucho menos si a Manjiro le iba interesar hablar con ella. En cierto sentido podía entenderla, pues el enano era como esa calma que había antes de una tormenta. Había que saber tratarlo y yo me sentía afortunada de tenerlo como amigo.
—A veces... te observo y siento envidia, de la buena, claro. —me confesó.
—¿Por qué? —tomé asiento en mi pupitre y puse mi bolso a mis pies. Rumi se sentaba delante mío, por lo que se sentó de forma que quedara cara a cara a mí.
—Pues nunca se te ha hecho difícil hacer amigos. —comenzó a contar algo nerviosa—. Y con los hombres tienes más facilidad de entablar alguna conversación y te admiro por eso.
—Bueno... he sido criada por mi hermano, aunque tengamos casi la misma edad. —dije—. Y de cierta forma todos los amigos de mi hermano han influenciado en mí también. —apreté mis labios. Saqué de mi bolso una caja de leche de plátano—. Creo que eso es un factor.
A la sala entraron Mikey y Ken, el pequeño al verme sonrió y yo alcé mi mano. Como si no nos hubiéramos visto antes, enano. Narumi, rápidamente se dio la vuelta y se puso de pie, haciendo una torpe reverencia.
—¡M-Mikey, Ken! —saludó. Me encogí en mi asiento—. B-buenos días.
—Hola, Narumi-chan. —saludó mi hermano. Mikey simplemente le regaló un movimiento de cabeza y se sentó en el pupitre de al lado. Mi amiga me miró con pánico, yo simplemente bebí de manera tranquila mi leche.
—Oi tótem, dame. —dijo Mikey a mi lado. Sentí mi ceja palpitar.
—¿A quién crees que le dices tótem, enano? —enojada, le pasé la caja de leche y él tomó de la misma bombilla, cosa que a Rumi casi le quita el alma—. ¿Qué? —la miré con burla, recibiendo la caja y dándole un sorbo.
—¿A-acaban de compartir babas?
—¿Y? No es lo único que hemos compartido.
Rumi casi se cae de su silla, pero yo comencé a reírme a grandes carcajadas diciéndole "es broma" cada vez que tomaba aire para seguir viviendo. La profesora de matemática entró a la sala y yo rápidamente me acordé de las hojas que había dejado bajo un libro. Y que yo olvidé de traer. ¡Maldición! Miré a Sano con pánico, pero el muy maldito estaba que se dormía.
—Mikey —susurré, él me miró con sueño—, código 2.
—¿Ah? —se acercó un poco más para escucharme.
—Código 2. —susurré un poco más fuerte.
—¿Código 2? ¿Qué es eso?
—¡¿Cómo lo olvidas?!
—¿Ryuguji, Sano? —la voz de la profesora me congeló—. ¿Qué está hablando la pareja? —enseguida la mayoría comenzó a decir "uh" en modo de molestia. Ni les importaba que el invencible Mikey estuviera involucrado—. ¿Acaso quieren un boleto a dirección?
—Con faltar a clases, sí. Vamos, Hanabi-chan. —se puso de pie y comenzó a caminar.
Si hubiese tenido la tarea, no me hubiese puesto de pie y salido de la sala de clases como lo estaba haciendo ahora. Así que en parte lo agradecía, ya que no quería pasar por esa vergüenza con la profesora que sabía que me tenía mala. Caminé tras de Mikey, quien bostezaba de vez en cuando sacándome uno que otro a mí. Subimos a la azotea y enseguida el aire fresco me recibió, provocando que me abrazara.
—Hanabi-chan, ¿Cuál era el código 2? —me preguntó, sentándose en el suelo.
—Sacarme de la sala cuando esté en problemas. —dije sentándome a su lado.
—Lo olvidé.
—No me digas. —puse mis ojos en blanco.
Cerré mis ojos. Podría intentar dormir un poco, ya que anoche no dormí nada y me sentía agotada física y mentalmente. Sentí una mano posarse en la parte posterior de mi cuello y me jalaron suavemente hasta que mi cabeza se posó en el regazo de Manjiro. Puso su chaqueta sobre mi cuerpo y yo parpadeé mirando fijamente las rejas de la azotea.
—Duerme un poco. —susurró—. Yo te despertaré cuando sea la hora de colación.
—Mentiroso. —murmuré, ganándome una risa por su parte.
Mis ojos se cerraron de lo relajada que estaba sintiendo los dedos de Sano acariciando mi cabello que de un momento para otro, ya me había dormido.
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Es un fic de Mitsuya, es un fic de Mitsuya. /repite esto por un minuto.
Gracias por votar y leer<3
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Bumblebee || Mitsuya Takashi
Fanfiction"Contigo no tengo necesidad de medir tu cuerpo porque me encargué de aprenderme de memoria todas y cada una de tus curvas". ❁۪۪ Créditos a Wakui Ken. ❁۪۪ No se permite copia y/o adaptación. ❁۪۪ Créditos a las posibles fotos que podrían aparecer. Gr...