Twenty-one

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Bajé de la moto casi durmiendo, pero eso no me impidió hacer una reverencia ante Mitsuya

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Bajé de la moto casi durmiendo, pero eso no me impidió hacer una reverencia ante Mitsuya.

—Gracias por darte este tiempo para sacarme a dar un paseo.

—No te preocupes. Aproveché de que mamá tuvo libre hoy en el trabajo para escaparme un rato de mis responsabilidades. —dijo bajito y rascando su nuca de manera nerviosa.

—Cuidar de tus hermanas no es una responsabilidad que deberías asumir. —le dejé en claro.

—Me gusta hacerlo.

Entre cerré mis ojos y suspiré. Alcé la mirada al cielo, dejándome deleitar por la gran cantidad de astros que adornaban el lienzo negro. ¿Todo esto era real? Me sentía tan extraña. Mi pecho tenía una extraña sensación y mi estómago sentía hormigas molestas provocando que me dieran ganas de ir al baño y hacer del dos, ja.

—Mejor entro. —dije mirando sus ojos color lavanda—. Gracias otra vez.

Mitsuya me sonrió y se fue con su moto a su casa. Metí mis manos en el bolsillo de mi sudadera y me escabullí en la habitación donde mi hermano estaba. Sonreí cuando lo vi durmiendo con total tranquilidad, sin embargo me sorprendí un poco al ver a Emma durmiendo en el sofá. Lucía algo incómoda, así que me acerqué a ella y la acomodé para que al menos mañana no amaneciera con el cuello o cuerpo adolorido.

—Uhm...

—Shh —dije cuando ella se movió un poco—, duerme. Es temprano todavía.

—¿Hana-chan? —abrió sus ojos y me miró.

—Soy yo. —sonreí—. ¿Por qué no vas a dormir a tu casa? Yo me quedaré con él ahora.

—No me quiero alejar de él, Hana-chan. —me confesó. Hizo espacio en el sofá para poder sentarme—. No quiero tener que pasar por este susto otra vez.

—Ya... —la abracé de lado—. Todo va a estar bien. Yo me voy a encargar de que nada les pase, ¿Si? Confíen en mí.

Emma asintió. Le hice cariño en su brazo hasta que se durmió y no me quedó de otra que tener que dejarla acostada en el sofá. Busqué en el pequeño armario que había dentro de esta habitación una sábana y se la puse encima a mi amiga para que no pasara frío. Me acerqué al tótem de mi hermano y le di un beso en su frente antes de marcharme de aquí, pues sabía que iba a estar bien acompañado con Emma.

La noche estaba más que fresca, pero era agradable para mí y tratar de mantener todos estos pensamientos alejados de mi mente. No sabía qué iba a ocurrir con los de Moebius, pero tampoco me interesaba, ya que esa decisión estaba plenamente en Mikey y nadie más. Y hablando de él, no sabía nada de aquel chico con cabello de rizos de oro de hace unos días. Ese idiota, siempre preocupando a los demás.

—¿Eres Ryuguji Hanabi? —me sobresalté cuando alguien tras de mí me habló. Me di la vuelta para encontrarme con un chico unos centímetros más bajo que yo. Portaba unos lentes y unas cejas que parecían el logotipo de Nike. Por eso casi me reí en su cara, pero me lo aguanté.

—¿Y tú quién eres? —alcé una ceja desafiante—. ¿Acaso me venías siguiendo?

—Puede ser. —me respondió manteniendo la calma—. Solo quiero hablar contigo un momento, ¿Puedo?

—Depende. ¿Me vas ofrecer algo?

—Hace unos días hablé con Mikey.

—Espera espera, ¿Quién eres?

—Me llamo Kisaki Tetta, y estoy interesado en ti. —dijo sin pensarlo y yo hice una mueca—. Sé que eres alguien muy inteligente, Hanabi. Y eso es algo que necesito. Digo, yo soy un sujeto inteligente, pero contigo esa inteligencia más el carisma de Mikey, créeme que llegaremos a dominar Japón el año que viene.

Kisaki, por alguna razón creí haberlo escuchado por ahí, pero no pude recordar dónde.

—"Dominar" es una palabra bastante fuerte. —dije sin quitarle la mirada de encima—. Hasta ahora no estoy interesada en eso. Ni siquiera soy parte de Tōman oficialmente. Adiós. —comencé a caminar.

—Dominar ayuda a no perder y proteger a tus seres queridos.

Me detuve, dándole la espalda.

—Cuando estás en la cima nadie puede tocarte, es imposible que alguien te haga daño y así puedes cuidar de tus seres queridos, con protección extra o teniendo dinero para mantenerlos alejados de todo.

—¿Qué es lo que realmente quieres, Kisaki?

—Solo quiero hablar, te lo dije.

Mordí mi mejilla interna y lo ignoré para seguir con mi camino al burdel. No me daba buenas vibras ese chico. Cuando estuve en casa, no tardé en ir a mi habitación y ponerle el seguro ante cualquier cosa. Me senté en mi cama y tomé el dibujo que estaba haciendo la otra vez, me puse mis audífonos y le subí el volumen para no escuchar los desagradables sonidos de los clientes siendo complacidos. Miré la hora en mi celular: eran las dos de la madrugada.

Y yo tenía miedo de cerrar los ojos.

No sabía qué iba a ocurrir ahora, pues era repentino el que yo comenzara a tener pesadillas respecto a lo que sucederá en un corto periodo de tiempo, pero ahora tenía la duda de si yo al tocar una persona podía saber si iba a morir o no. Aunque creo que eso no iba a ser posible, ya que eso creía yo con la teoría que le había planteado a Takemicchi. Dejé el dibujo a un lado y me tiré de espaldas a la cama mirando fijamente el techo. Estaba tan confundida y asustada.

No quería correr el miedo de perder a alguien más.

Pero por eso iba a hacer lo posible para detener una posible muerte y ayudar a Takemicchi a lograr ese futuro que tanto deseaba. Y ahora que lo pensaba, ¿Qué futuro es el que quiere lograr? No sabía, ni siquiera le había preguntado. Así que cuando lo viera, hablaría con él. Me quité los audífonos y me puse de pie para ir a lavarme los dientes y hacer mis necesidades. Mis ojos negros estaban más oscuros por el sueño que estaba sintiendo y me veía más cansada, pero entendía que era porque no dormía bien en días.

¿Si hubiese tenido a mis padres a mi lado, se habrían preocupado por nosotros?

Era triste enterarse que mamá nos abandonó cuando teníamos dos años de edad, pero estaba agradecida por las mujeres del burdel y Masaway que nos criaron y gracias a eso somos lo que somos ahora.

—¡Hana! —gritó Yuri—. ¡¿Cómo te fue?! ¡Cuéntame!

—Me fue bien. —sonreí—. Me llevaron a un parque muy bonito.

—¿Quién? ¿Un chico?

—Sí, Mitsuya. —dije—. Con el que jugaste cartas hace un par de años.

—¡Ah, el niñito que se quería quedar aquí!

—Ese mismo. —reí con suavidad. Sin embargo, me quedé en un largo silencio.

—¿Qué sucede, cielo?

—¿Ya no estás trabajando? —le pregunté al ver que vestía unos pantalones de cuadros cómodos y una gigante camiseta blanca.

—Nop. —respondió—. Déjame adivinar... quieres que duerma contigo.

Sentí mis mejillas calientes y asentí.

—Por favor... sé que ya soy grande, pero...

—Para mí siempre serás mi bebé. Te conozco desde que tenías un año, Hana-chan. Eres como una hija para mí. —pellizcó con suavidad una de mis mejillas—. Ven, vamos a dormir abrazaditas y hasta la hora que sea porque, ¡mañana no trabajo!

Eso me hizo reír y Yuri me abrazó de lado. Al menos iba a poder dormir acompañada sin tener miedo el miedo constante que me invadía cada vez que estaba sola.

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Esto no tiene nada que ver con la historia pero, ¿A quién le gusta aespa? Gente, Karina es súper hermosa, qué onda😩

Bumblebee || Mitsuya TakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora