Eight

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Mis manos estaban completamente manchadas de sangre

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Mis manos estaban completamente manchadas de sangre. Podía escuchar mi propia respiración mientras intentaba, sin resultados, detener el sangrado del cuerpo de mi hermano. Mikey me gritaba, pero yo no podía oír nada, tampoco ver. Las lágrimas y la lluvia me provocaba nublar mi vista. ¿Por qué decidieron pelear contra Moebius sabiendo lo difícil que iba a ser?

Estaba apunto de ponerme de pie, cuando abrí mis ojos completamente asustada. Llevé mis manos a mi pecho intentando controlar mi respiración. Las lágrimas habían bajado por mis mejillas sin poder controlarlas. Mis manos estaban limpias, sin ninguna mancha de sangre y yo seguía en mi habitación. Esa pesadilla se había sentido tan real.

Miré la hora en mi celular cuando me pude controlar. Eran seis para las siete. Me bajé de la cama, apagando la alarma con anticipación y me miré en el espejo de mi tocador. Mis ojos estaban rojos y brillantes a causa de las lágrimas y mis mejillas mojadas. Suspiré y comencé a realizar mi rutina de mañana. Esta vez decidí maquillarme un poco por la cara de muerta que traía, así que me eché un poco de base, corrector, iluminador, polvos para matizar y también decidí hacerme un pequeño delineado. Dejé mi cabello suelto y tomé mis cosas para salir de mi habitación.

—Buenos días. —dijo Ken cuando entré a la recepción—. Vaya, te ves linda.

—Kenchin. —hice un puchero y no tardé en abrazarlo.

—¡Wow, wow! ¿Y esto? —rió de forma suave, pero sentí sus brazos rodearme.

—Dame unos segundos más, ¿Si?

No me imaginaba una vida sin Ken. Pues nos tenemos el uno al otro desde siempre y él se encargó de cuidar de mí, a pesar ser meses mayor. Él era mi todo, mi ancla a tierra, mi pequeño hermano y por la persona que moriría.

—Hey, ¿Por qué lloras?

—Tuve una pesadilla, eso es todo. —dije cuando me separé, limpiando mis lágrimas.

—Pero fue eso, ¿Cierto?

"Quiero creer que sí".

—Cierto. —sonreí.

Comenzamos a caminar de forma lenta. Todos los sábados nos levantábamos temprano y hacíamos algo de ejercicio para después pasar a comer algo. Pero la pesadilla no se me salía de la cabeza, ni siquiera cuando choqué con una anciana por accidente.

—Estás muy distraída. ¿Sigues pensando en esa pesadilla?

—Sí...

—Tranquila, sea lo que sea, todo estará bien. ¿Quisieras contarme?

—No, no la diré en voz alta porque tengo miedo de que suceda.

—Está bien. —puso su mano en mi cabeza.

Sentía el sudor deslizarse entre mis pechos, así que dejé de hacer lo que estaba haciendo y tomé asiento en una banca. Ken seguía haciendo calistenia junto a otros chicos que hace unos minutos también se habían unido a nosotros.

Bumblebee || Mitsuya TakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora