Twenty-five

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Cuando llegué a la plaza frente al hogar de Chifuyu, no tardé en localizarlo sentado sobre unos columpios

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Cuando llegué a la plaza frente al hogar de Chifuyu, no tardé en localizarlo sentado sobre unos columpios. Me acerqué a él, bastante sorprendida al ver su estado físico.

—¿Qué mierda te ocurrió en la cara?

—Baji-san. —fue su respuesta.

Suspiré y me senté a su lado en el otro columpio. Miré fijamente el cielo, estaba algo nublado. Justo así me gustaba el clima, pero ahora se sentía tan distinto con todo lo que me ha estado sucediendo.

—Sé que no estás traicionando a Tōman, Hana-san. —eso me hizo mirarlo—. Y sé que Baji-san tampoco y que tienen a Kisaki en la mira.

—Eres un sujeto inteligente.

—Puedo deducir eso gracias a que llevo años con ustedes peleando a su lado. —sonrió—. Y estoy agradecido de eso.

—¿Puedo saber por qué te golpeó?

—Para hacer la prueba de valor y entrar a Valhalla. —respondió sin dudas—. Takemicci también estuvo ahí.

—¿Eh?

—Vamos a investigar a Kisaki desde el exterior. —se puso de pie—. Y también vamos a hablar con Osanai. Cualquier cosa te estaré avisando, Hana-san.

Me puse de pie y asentí. Metí las manos en mi bolsillo y dejé escapar el aire.

—Chifuyu. —le llamé, él me miró con ojos suaves.

—¿Si?

—Cuida de Keisuke en la pelea contra Valhalla. —le pedí—. Y vigila bien a tu alrededor. No pierdas el tiempo en otro lado, mantente siempre cerca de Kei. Yo estaré ahí como una espectadora más, pero tú tienes más posibilidades de moverte en el campo de batalla.

—Claro Hana-san, cuenta conmigo.

Le agradecí y me fui de la placita para ir a la casa de Mitsuya. Mis pasos se sentían pesados y no podía dejar de pensar en la pesadilla, dejándome inquieta. Comenzaba a temer de que quizás Takemicchi y yo no podamos hacer nada para el futuro que él quería. Hice una mueca, esto realmente era una verdadera mierda. A veces creía que mi corazón era demasiado bondadoso como para ayudar a alguien que recién conocía y ni tenía idea para qué peleaba, pero aun así, eran mis amigos los involucrados y, si ellos morían, una parte de mí también.

Toqué dos veces la puerta del departamento de los Mitsuya hasta que se abrió. Mis ojos cayeron hacia abajo para ver a Mana, quien con cautela había revisado quién había tocado. Al darse cuenta de que era yo, sonrió como nunca y me abrazó con tanta fuerza que por un momento pensé en haberme quedado sin aire.

—¡Hana-chan! —exclamó.

—Mana —me agaché para apretarle sus mejillas y dejarle un pequeño beso en su frente—, cada día pareciera que creces más.

Bumblebee || Mitsuya TakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora