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El sonido de las máquinas andando, chicas bordando y cociendo en tela. Un pelimorado con mirada seria y cinta métrica alrededor de su cuello que se encontraba examinando el trabajo de sus compañeras.

Así eran los días en el club de costura.

Exceptuando un detalle; Un muchacho de metro ochenta que se encontraba repartiendo bebestibles, para luego ser usado de modelo y maniquí.

A Hakkai no se le daba la costura, ni nada que tuviera que ver con usar manos en sentido manual. El era más de los que compraban y modelaban, las chicas del club recuerdan con humor la vez en que casi prendió en fuego una maquina de cocer.
Su trabajo dentro de aquella sala que abría después de los horarios escolares era simple, ser modelo, maniquí y el de los encargos.

No es que no calzara en otros clubes, era bastante bueno en deportes y académicamente, solo prefería estar rodeado de aquellas calidas muchachas y ese hermoso costurero.

Al inicio Mitsuya dudaba si meter a Hakkai en el club, ya que en sí, no aportaba en nada, era increíblemente torpe con aguja e hilo, sumamente nefasto al bordar y ni hablar de cocer a máquina, casi arriesgo la vida de una de estas.

El azulado se encargo de demostrarle a su mayor que podía ser útil para el lugar, descubrieron que Hakkai tenía un don inato para el modelaje, y a la hora de quedarse quiero para probar prendas era como un palo, ni él viento lo movía.

Además llegaba rápido con las bebidas y snacks. Lo cual era necesario porque las chicas del club eran bastante hambrientas.

Takashi no tuvo más remedio que aceptar a su sub-capitan en el club. Tampoco es que le molestase la compañía de Hakkai. Cada día era algo nuevo con ese muchacho.

-¡Hakkai-kun! ¿Crees que puedas traerme un jugo de uva? Me estoy muriendo de sed- Dijo una de las chicas

-¡A mi un agua de limón!

-¿Podrias traerme unas papas? ¡OH! ¡Y TAMBIEN UNOS DORAYAKIS!

Y así comenzaron a hacerle la lista de encargos diaria. Hakkai ya acostumbrado, comenzó a anotar todo en una libreta exclusiva para ello. Así no se confundía y traía algo de más o de menos.

-¿Taka-chan desea algo de la máquina?-Pregunto el azulado

-Estoy bien así, gracias por preguntar Hakkai.- Respondio dándole una calida sonrisa.

-Taka-chan no comiste nada en el almuerzo, así que te traeré onigiris. ¡Y te los comerás! No puede estar sin alimentarte.

El pelimorado solo asintió riendo por lo bajo. Ese grandulon se preocupaba más por él que el mismo. Se sentía bonito saber que alguien los cuidaba, siendo que toda su vida había consistido en cuidar a los demás.

Y así Hakkai emprendió rumbo a uno de sus trabajos como miembro del club de costura.







(...)

Wenas, vengo con otra historia de mi otro comfort ship, espero les guste <3

PD: Ufff esta estará bien dramosa
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