Capítulo 7

65 28 1
                                    

Elliot Montenegro, mi padre, un hombre exigente, inteligente, y calculador.

 Siempre había sido cariñoso, al menos en mis primeros años de vida. Nos llevábamos muy bien cuando era pequeña. Pero cuando crecí...

Todo eso se fue a la mierda.

Cuando fui creciendo su trato hacia mí comenzó a ser más seco, pasaron algunos años y actualmente lo que recibo de él es regaños, a veces insultos y es muy estricto.

Mi madre... Ella sólo hace lo que mi padre le pide o le sigue la corriente.

Llevaba ya unos 15 minutos hablándome de lo mismo.

No puedes tener confianza con Eros. No le hables más de lo necesario, blah blah blah...

Patrañas.

Mientras mi padre hablaba de lo que sea, mis pensamientos estaban en el pelinegro de los ojos grises. De vez en cuando asentía o decía pequeñas palabras.

Escuché el sonido de un celular. Era demasiado alto y molesto y sabía que no era el mío. Levanté la vista de mis zapatos para mirar al hombre que se encontraba viendo la pantalla de su teléfono para luego contestar. Me hizo una seña de que me podía ir de su habitación y eso hice.

Fui directo a mi cuarto y tomé mi celular. Vi que tenía mensajes del grupo con las chicas. Abrí WhatsApp y los leí.

Keily<3
Romii, oye estábamos pensando en que podías venir a la casa. Ya sabes a platicar o no sé.
08:03 am

Kally<3
¿Puedes?
08:04 am

Reí un poco al ver los mensajes, creo que sí hacía falta hablar con mis amigas y contarles lo que había pasado últimamente.

Roma
Emmh, mis padres están aquí... Debo preguntarles. ¿Lo hago y les aviso?
08:07 am

Kally<3
Sí sí, anda y nos dices.
08:09 am

Salí de la habitación y busqué a mi madre hasta que la encontré en la cocina. Me acerqué a ella.

—Mamá— la llamé. La mujer se giró hacia mí y me vio con sus ojos marrones tan parecidos a los míos. Físicamente me parezco demasiado a mi madre.

Ella es una gran mujer, luchadora, trabajadora y hermosa. La adoro.

—¿Puedo ir a la casa de las chicas? Es que me han invitado y hace algún tiempo no voy...

Mi madre pareció pensarlo por un par de minutos, hasta que habló.

—¿Tu cuarto está ordenado?

asentí.

—¿Tus tareas?

—Al día— le respondí.

—Preparame un sándwich y puedes ir— dijo riendo y saliendo de la cocina.

Reí y le grité para que pudiera escucharme —Hecho.

Le preparé lo que me dijo, le serví un poco de jugo de uva y se lo llevé al recibidor.

Corrí a mi habitación para decirles a las chicas que si iba a ir y terminamos por decidir que a las tres fuera.

Eran las nueve aún. Puse una película en mi laptop y me dispuse a verla.

No había hablado con Eros desde la noche anterior, lo había visto pero estaba ocupado y más ahora que mi padre está aquí. Él es muy exigente con sus empleados.

Además Eros no tenía celular propio, me escribió desde el de su madre. Lo sé porque ya la tenía agregada a mis contactos y él mismo me lo había dicho.

Me había preguntado cómo es que el chico tenía mi número pero luego recordé que hace un tiempo Noah me había pedido mi celular.

¿Para qué? Para que Eros llamara a su cuñado, el esposo de su hermana y padre de su sobrina. De ahí sacó mi número.

Cuando Eros me confesó que ese había sido su plan para conseguir mi número telefónico me pareció muy chistoso y hasta ahora me río de ello.

Así que si quería hablar con el tendría que ser en la noche cuando no esté ocupado y su madre le preste su celular.

Mi mente voló hacia el recuerdo de hace unos meses, yo intentando llamar la atención del chico. Salía a donde él estaba, intentaba hablarle un poco, hacía tonterías solo para que se diera cuenta que yo estaba ahí.

Aww, pobrecita— me dijo la vocecita en mi cabeza.

Seguí viendo películas en Netflix hasta que me fijé en la hora. 2:16 pm.

Me recogí el cabello y busqué ropa en mi closet para meterme a la ducha. Una vez estuve lista me miré al espejo.

Cuando era pequeña era muy delgada pero cuando crecí fui ganando más peso. Mis piernas voluminosas, mis brazos y mi abdomen que no está del todo plano a veces me hacen sentir muy insegura.

A veces me sentía bien conmigo misma y disfrutaba verme al espejo, pero luego recibía algún comentario.

Mis hermanos, mi padre y a veces en el instituto me llegaron a decir "gorda" o a criticar mi cuerpo.

Y no me gustaba, me bajaba el autoestima y además ellos no saben cómo me siento cuando hablan de mi cuerpo cómo si no tuviera un espejo, como si yo no viera mis defectos.

Muchas veces lloré y odié lo que veía en el espejo y cuando por fin logré ponerme alguna camiseta que me hacía sentir un poco bien conmigo misma me criticaron.

Evité sentirme mal y salí de la habitación después de tomar mi celular, podía ir caminando, la casa de las hermanas quedaba muy cerca de la mía. Pero cuando estuve a punto de salir me tropecé con mi padre.

—¿A dónde vas?— inquirió mirando mi vestimenta que consistía en unos pantalones de mezclilla rotos en las piernas, una camisa azúl algo ajustada y mis converse, mi cabello chocolate estaba suelto y caía con libertad por mi espalda.

—A la casa de Keily y Kally. Hablé con mamá y me dejó ir.—expliqué.

—¿En esas fachas?

Miré mi ropa y me dirigí a él—¿Qué tiene mi ropa?

—Hija, esa ropa no es para ti— lo miré, indignada. —no quiero discutir de nuevo por tu forma extraña de vestir. Yo te llevaré. Eros está ocupado.

—No hace falta, puedo ir andando.

Pero el hombre no me hizo caso, así que lo seguí y me subí al auto.

Nunca había sido mucho de salir, para mí felicidad es estar en mi cuarto leyendo con música y café.

Cuando cerré la puerta me di cuenta de algo a lo lejos.

No era algo, era alguien. Eros me veía desde lejos, claramente confundido.




N/A

¡Gracias por leer!

La Hija Del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora