Capítulo 20

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-¿Qué sientes cuando fumas?

Eros río.

-¿Qué clase de pregunta es esa?- dijo sin despegar sus ojos del camino.

Íbamos a mi casa, recién salía del instituto y Eros vino por mí.

Miré su perfil con atención, mandíbula marcada, ojos no muy grandes, nariz recta, su piel se veía suave y sin ningún rastro de acné.

En ese momento no sé por qué, pero sentí ganas de a alanzarme sobre él y besarlo.

Controla tus hormonas, querida.

-Es que tengo curiosidad, no comprendo porqué lo haces.

-¿Te desagrada que lo haga?

Sí, la verdad sí. Pero no quería decírselo.

-Solo... Me incomoda ¿Sabes? El olor y eso...

-Oh, yo no lo sabía.

-Sí, en realidad... No te preocupes.

Nos quedamos un rato en silencio mientras él seguía manejando y yo me dispuse a mirar por la ventana, algo incómoda. Tal vez no debí decir eso.

Joder, creo que la he regado.

-Voy a dejarlo.

-¿El qué?- me giré para verlo.

-Dejaré de fumar.

Eso me sorprendió, ¿lo dejaría? Desde que lo conozco y estoy segura que desde antes él fumaba y sé que cosas así no son fáciles de dejar. Él debía estar bromeando.

-Lo dejaré por ti.

-Estás bromendo.-dije riendo un poco, ni yo sé porqué.

-De verdad, ya que dices que no te gusta... además...

-No es sólo por eso. Más que todo es por tu salud, Eros...

Me preocupaba por él, demasiado. Lo quería y no me agradaba la idea de que por un vicio su salud se viera perjudicada.

Ya habíamos llegado a mi casa, Eros estacionó el auto y se dirigió a mí.

-Lo sé, sé que no soy la mejor persona. Tengo vicios, no puedo ofrecerte grandes lujos como a los que estás acostumbrada y no vengo de una familia millonaria. Pero soy humilde, trabajador y te quiero más que a nada. Estoy tratando de mejorar por ti, por mí. Por ambos.

Mi corazón se derritió de amor, Eros podía ser muy romántico cuando quería. Y, aunque a otros les mostrara esa máscara de chico rudo y malo, conmigo no era así.

Era como un lindo princeso conmigo.

Siempre me sentí atraída hacia ese aire que lo envolvía, el peligro, lo prohibido, el misterio y su belleza.

Eros Hosk parecía un puto modelo.

Me reí internamente, Eros era ángel y demonio a la vez. Tenia la belleza de un ángel tornada de ese aire misterioso y tentador del demonio.

Mi ángel de alas negras.

Joder, cuanto lo quería.

(***)

Desperté poco a poco cuando escuché voces que provenían del pasillo.

Eran alrededor de las 3 de la tarde, me había quedado dormida, pues me desvelaba todas las noches con Eros y me levantaba temprano para ir al instituto, hacer los deberes... Todo eso me dejaba muy cansada.

Froté mis ojos con pereza, me puse mis pantuflas a juego con mi pijama y salí de mi habitación.

Lo primero que captaron mis ojos fue una melena de cabello no muy largo, piel clara y pequeños ojos negros.

La Hija Del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora