Capítulo 15

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Habían pasado un par de días desde que el abuelo falleció y el día del entierro había llegado.

Me miré al espejo. Vestía una sudadera gris, unos vaqueros oscuros, unas zapatillas negras y mi cabello caía libremente por mi espalda.

No me había esforzado mucho en mi vestimenta, era lo que menos me importaba en ese momento.

Tomé mis cosas y bajé en busca de mi familia. Una vez vez todos estuvieron listos nos dirigimos al cementerio.

El cielo parecía saber lo que pasaba, el clima estaba frío y no paraba de llover.

Cuando llegamos al cementerio lo vi ahí en esa urna, con los ojos cerrados.

Todos los presentes sostenían sombrillas y mi padre daba un discurso sobre el buen hombre que fue mi abuelo.

Me molestaba lo que hacía y decía, de vez en cuando nos visitaba, no le importaba lo del abuelo, mis hermanos y yo no le importábamos.

Intenté no llorar, intenté reprimirme pero llegó un momento en el que no pude resistir y el aire empezó a faltarme, estaba temblando y sudando.

Me apresuré en ir hacia la entrada del cementerio en dónde había un pequeño techo, cuando iba llegando vi a Eros y Shawn.

Eros apenas me vio me abrazó muy fuerte. Fue de esos abrazos en los que olvidas todo y a todos, de esos abrazos que te ayudan a sanar, de esos abrazos con los que te quieren decir estoy aquí.

Lloré ahí, contra el pecho del chico y alto, no me importó quien estuviera ahí, no me importaron mis padres que estaban lo suficientemente ocupados como para fijarse en que me fui.

Me separé de Eros y saludé a Shawn quien me regaló una pequeña sonrisa triste.

—De verdad lo siento mucho. Adam era un buen hombre y te quiso mucho.— dijo Shawn.

—Gracias, a ambos por venir— me limpié las lágrimas que aún seguían corriendo pero ya no tanto.

Aún me sentía muy mal, pero la presencia de los hermanos me hizo sentir un poco mejor.

Le dije a Shawn dónde estaba mi familia y me quedé sola con Eros. El rubio nos aseguró que nos cubriría para que nadie viniera y pudiera estar con el pelinegro.

A veces me preguntaba por qué Eros no se parecería a nadie en su familia. Shawn, Ellie su sobrina, su hermana y su madre no se parecen a él.

Tampoco conocía a uno de sus hermanos, lo había visto sólo una vez que fue a casa a hablar con mi padre pero ya no había vuelto a saber de él. Es como si hubiera desaparecido.

Shawn y Ellie son rubios con los ojos mieles, su madre es castaña con ojos avellana y su hermana es rubia igual pero con ojos verdes oscuros.

A quien no conocía era a el padre...

Me senté en una banca y Eros hizo lo mismo. Me recosté en su pecho aún con lágrimas cayendo de mis ojos.

—Shh, te vas s deshidratar. ¿quieres tomar algo?

Negué.

—Oye... Sé lo que se siente perder a una persona especial. Es horrible porque sientes que tu mundo se derrumba. Y, no te diré que vas a sanar del todo, pero aprenderás a vivir con esto. Algún día lo recordarás y vas a sonreír por todo lo que hizo por ti, porque nunca te dejó...

—No me dejes tú también, por favor.

—Nunca lo haría

Eros me hacía sentir segura, protegida, me hacía sentir bien y olvidar.

Él era lo único bueno que le quedaba a mi vida, se convirtió de algún modo en mi escape.

Me quedé un rato más ahí con Eros hasta que Shawn apareció.

—Chicos no quiero interrumpir, pero ya viene tu familia, Roma.

Me levanté y luego de despedirme de ambos fui con mi familia.

Me preguntaba por Kally y Keily, no habíamos hablado y me enojé un poco con ellas. ¿Dónde estaban?

Luego de un rato fuimos a la casa y fui directo a mi habitación. Gretta me ofreció comida pero no quería nada.

Estuve sola, le dije a Eros que quería espacio. Él no me dejó, siempre estaba muy al pendiente de mí y me escribía. Mi familia estaba muy distante y casi ni hablábamos.

Y así fueron pasando los días.

La Hija Del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora