Eros
Los rayos de sol abrazaban mi piel, el sol impactaba mi cara con fuerza y no podía sentirme mejor.
Iba camino a mi casa después de otro día de trabajo en la mansión Montenegro.
Mansión Montenegro...
Montenegro...
Roma...
Sonreí al pensar en esa chica.
Ella me hacía sentir de una manera extraña, cuando estaba con ella era una mezcla de nervios, sentimientos bonitos... ¿Amor?
Bajé de la moto, ya había llegado a mi casa, me dirigí a la puerta principal aún pensativo.
Todo en Roma me ponía así... Intenté evitar todo esto pero claramente no pude, y creo que siempre supe que en algún momento ya no podría ocultar mis sentimientos.
Debo dejar de pensar tanto.
Cuando llegué a la sala me encontré con Jenna, una amiga de mamá. Estaban conversando muy animadamente. Saludé a ambas y fui a darme un baño.
Me sudaba y ensuciaba bastante porque pasaba el día haciendo lo que Elliot me pedía, básicamente sólo debía ir a llevar y recoger a Roma, pero cuando no estaba haciendo nada hacía otras cosas.
Salí del baño y me vestí con un short hasta las rodillas, una camiseta blanca básica y unas zapatillas deportivas negras y aproveché en ir a la casa de un viejo amigo de la familia que vivía cerca así que fui caminando.
-Dios griego- me saludó, animado.
-Aquiles- en mi familia lo llamábamos así de cariño.
Él también había trabajado para Elliot Montenegro pero fue despedido hace poco. Las cosas ahí funcionaban así, entraba un nuevo chico a trabajar, duraba un lapso de tiempo de... ¿3 meses? Y luego era despedido por una u otra razón.
-¿Qué tal todo?- me preguntó.
Hablé un rato con él y luego fui de nuevo a mi casa.
(***)
-¿Cómo has estado, hijo?- me preguntó Jenna, ella siempre había sido muy buena conmigo y me trataba como a un hijo.
-Bien Jenna, ¿y tú?
-Bastante bien.
Debía dejar de pensar, de verdad. Aunque estuviera haciendo cualquier cosa aquella chica de cabello largo y ojos marrones, la misma que se volvía algo torpe cuando estaba a su alrededor invadía mis pensamientos.
Me quedé mirando un punto fijo de la habitación, recordando todas esas veces que volteé a ver a Roma y ella igual me estaba mirando.
Sí, ella siempre tuvo mi atención.
Siempre me estaba observando y lo notaba.
¿Por qué nunca hablé con ella, si me gustaba? Creo que la repuesta es muy obvia.
Sus padres.
Hasta que Alfred se retiró y por petición del abuelo Montenegro yo me encargaría de llevarla al instituto y recogerla. Elliot no estaba muy contento con esto. Por lo que Adam me había contado, el padre de los hermanos Montenegro siempre fue muy celoso y estricto con Roma, no salía a casa de nadie, ni a fiestas, ni a la esquina.
Por eso me sorprendió cuando vi que iba a la casa de sus amigas aquella tarde, ella ni siquiera me lo dijo, me enteré por Logan. Confieso que unas horas después que la vi salir me iba a volver loco, no sabía donde ella estaba, con quien y no me habló hasta el día siguiente.
Sonreí por lo que recordé de ella.
-Ummh, ¿y esa sonrisa?
Dirigí mi atención a Jenna quien me miraba divertida.
-¿Tienes novia, o estás casado?
Llevaba mucho tiempo sin ver a la mujer, no me sorprendió me que preguntara eso.
-Hay una chica... Que me tiene mal. No somos amigos... ¿Y, esposos? Aún no. Ella... Me... Gusta.
-Umh, ya veo ¿Y es bonita?
Sonreí, Roma es una niña lindísima.
-Es tan jodidamente preciosa. Es perfecta.- le dije y apoyé mi cabeza del respaldo del mueble en el que estaba sentado. Me sentía como un crío hormonal.
Muchos dicen que el amor nos hace "débiles", otros dicen que nos vuelve cursis, dicen que el amor lastima... Pero yo pienso que el amor es lo más hermoso de este mundo. El amor no lastima, no debería doler. Lo que duele es ilusionarse y la inmadurez de las personas que no dicen lo que quieren desde un principio.
-¿La conozco?- me preguntó de nuevo Jenna, sacándome de mis pensamientos.
-No lo creo. Su nombre es Roma.
-Entonces aunque sea muestrame una foto, que quiero conocer a la chica.
Recordé las fotos que me pasó hace unos días de ella, eran alrededor de 8. En algunas estaba más chica, otras eran de hace un año, algunos meses.
Busqué mi celular y puse la que más me gustaba. Se lo pasé a Jenna.
Era una foto de ella frente al espejo de su habitación, se veía su cuerpo entero. Amaba la sonrisa de felicidad que mostraba.
Quiero verte sonreír siempre, quiero ver esa hermosa sonrisa que ilumina mi vida y cualquier lugar por el que pasas...
-Pero si es una niña- dijo, asombrada.
Reí.
-Tiene 16 años.
Esa foto era de hace 1 año, se veía más chica.
-No puedo estar con ella en público. Debo esperarla, que cumpla la mayoría de edad al menos para que su padre la deje salir conmigo.
Jenna sonrió con dulzura.
-Hijo, esperar no cuesta nada.
Esperar no cuesta nada...
N/A.
Amé este capítulo, me trae tantos bellos recuerdos🥺
Amo a Eros, a Roma y también a ustedes que me leen. ¡Muchas gracias por el apoyo!
Besos, Sky💫💙
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La Hija Del Jefe
Teen Fiction¿Involucrarme sentimentalmente con la dulce, hermosa, torpe y risueña Roma? Prefiero seguir vivo. Siempre me sentí de algún modo atraído hacia aquella torpe e ingenua chiquilla rica. Sólo que no podía si quiera hablar con ella ¿la razón? Su familia...