Una fuerte música interrumpió el silencio en mi habitación.
¿Qué demonios?
Salí hasta la sala de la casa y encontré una versión acabada de Elliot Montenegro.
Se veía muy mal. Una botella de ron yacía en su mano y estaba sentado en uno de los sillones mirando fijamente un punto fijo en una esquina de la habitación, totalmente serio y pensativo.
El reproductor de música estaba encendido y una música muy fuerte sonaba por toda la casa.
Toqué su hombro y le hablé.
—¿Podrías bajar el volumen?, por favor?— le pregunté suavemente, para que no se enojara.
—No— respondió seco.
—pero...— Intenté hablar pero me interrumpió.
-¡QUE NO!-gritó y se giró hacia mí.
Unas grandes ojeras estaban bajo sus ojos, estaba un poco sudado y muy rojo. De repente sentí miedo. Asentí con la cabeza y me dirigí a mi habitación. Eran las 2 am y él tenía esa música.
Yo creía que mientras más ruido haga una persona, mientras más intente hacerse notar más vacía está su vida.
Mi padre no era feliz, eso se notaba.
Entré y busqué mi celular, mis auriculares y me los puse mientras leía un libro que me gustaba mucho "a través de mi ventana" cuando sentí como la puerta se abrió de golpe y una figura alta e imponente entró dando grandes zancadas.
Mi padre jalo uno de mis auriculares y me miró con furia.
—Esta es mi maldita casa y si yo pongo una música todos tienen que escucharla. ¡Puedo ponerla a la hora y al volumen que a mí me de la gana!
Ya no se escuchaba la música, sólo a mi padre gritando en la madrugada.
Él levantó una mano y atrapó mi cabello pero antes de lastimarme más escuché el grito de mi abuelo en la puerta.
-¡Elliot, sueltala!
Mi padre lo miró furioso y no me soltó, solo apretó su agarre. Las lágrimas comenzaban a arremolinarse en mis ojos.
—Es mi hija. Su vida me pertenece, yo se la di y si quiero matarla lo hago.— dijo mi padre.
Miré a mi abuelo suplicándole que me ayudara.
—Sueltala o llamaré a los chicos y a la policía. No creo que quieras dañar tu imagen de esa forma. Pueden arrestarte por violencia y maltrato.
—Además la policía y mis nietos serán el menor de tus problemas y lo sabes, sabes lo que soy capaz de hacer Elliot, no me retes— volvió a decir mi abuelo
Mi padre me aló del cabello y luego me soltó, caí a la cama y empecé a llorar. Elliot salió hecho una furia de la habitación.
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La Hija Del Jefe
Teen Fiction¿Involucrarme sentimentalmente con la dulce, hermosa, torpe y risueña Roma? Prefiero seguir vivo. Siempre me sentí de algún modo atraído hacia aquella torpe e ingenua chiquilla rica. Sólo que no podía si quiera hablar con ella ¿la razón? Su familia...