Iba bajando las escaleras del desolado instituto a toda velocidad. Se me había hecho tarde mientras terminaba de escribir los apuntes de la pizarra y ya todos en el instituto habían salido.
Estaba muy distraída por lo que pasó la noche anterior con mi padre, hace tiempo no me agredía y que lo volviera a hacer me generó miedo de nuevo.
Miedo de que se repita.
Una vez en el estacionamiento me di cuenta que no había nadie, Eros no estaba. Me dijo que ya estaba afuera y me diera prisa. Hijo de...
Escuché el sonido de una moto pero no cualquier moto, su moto.
Me grabé el sonido de su moto, lo sé, tengo un problema.
Me giré por instinto y ví que venía hacia mí. Me asusté pero traté de no demostrarlo. Sólo que no se detuvo, se fue acercando cada vez más hacia donde yo estaba a una alta velocidad. Cuando me di cuenta de que no iba a parar y se acercaba demasiado a mí, inevitablemente cerré los ojos, conducí mis manos enfundadas por las mangas de mi suéter a mis ojos y grité como nunca había gritado.
Abrí mis ojos cuando escuché las risas de Eros y aparté mis manos de mi cara. La moto estaba parada muy cerca de mí y él en el asiento aún riendo.
Oh, maldito.
Cuando se dió cuenta de que lo fulminaba con la mirada dejó de reír y se aclaró la garganta.
—Hey fresa— me saludó con ese mote de nuevo. Pensé que lo había superado.
—Ya te he dicho que no me llames de esa forma— le reclamé y él me ignoró.
—¿Y la camioneta?
—Ummh, está en el taller, tuve que llevarla hace una hora y Logan no está en tu casa, tus padres ya se fueron... Esta era la única opción.
—No pienso subirme a esa cosa.
No es que no me gustara, me encantaban las motos pero nunca me había subido a una y me daba miedito.
—Te daré dos opciones. Regresas andando a tu casa la cual no queda nada cerca, o te subes a la moto con este guapo chico y llegas sana y salva.
Yo me negaba.
—Bien, ¿confías en mí?
¿Confiaba en Eros? Creo que... Sí. Confiaba en él como en ninguna otra persona. Sonará apresurado pero así era, confiaba en él.
Asentí.
—Bien, necesito que subas. No dejaré que te pase nada, nunca.
Me subí lentamente en la moto roja y me sentía fuera de mi zona de confort, también impresionada. ¿Esto era real?
—Te llevaré a un lugar.— escuché que dijo.
Cuando Eros encendió el vehículo me aferré a su espalda y pude sentir lo duro en esta. Sentí cómo el calor subió a mis mejillas y me abracé al chico. Recosté un lado de mi cara de su espalda y después de mucho tiempo me sentí realmente feliz y completa, me sentí en paz.
(***)
No sé cuánto tiempo había pasado cuando Eros detuvo la moto y me habló.
—Roma— susurró.
Despegué poco a poco mi cara de su espalda y observé el lugar en el que nos encontrábamos.
Ya no había camino asfaltado, todo era tierra y árboles.
—Baja, desde aquí debemos caminar.
Bajé de la moto y Eros la orilló, una vez terminó me hizo una seña para que lo siguiera.
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La Hija Del Jefe
Teen Fiction¿Involucrarme sentimentalmente con la dulce, hermosa, torpe y risueña Roma? Prefiero seguir vivo. Siempre me sentí de algún modo atraído hacia aquella torpe e ingenua chiquilla rica. Sólo que no podía si quiera hablar con ella ¿la razón? Su familia...