Capítulo IV

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Harry lo miró con los puños cerrados con fuerza mientras la rabia corría veloz por sus venas, enfadándolo muchísimo más.

Se sentía amenazado, humillado, y odiaba profundamente la sensación de que se estaban riendo de él.

Louis le traía problemas. Y lo peor, era que él no conseguía verlos venir.

—¡Estás muerto, Tomlinson! —gritó con rabia.

—¡Eso ya te oí decírmelo, pero mírame, más vivo que nunca! —contestó riendo.

Louis le lanzó la bola de fuego de un ágil movimiento, contraatacando con su mismo poder, pero Harry flexionó su mano para consumir la bola hasta hacerla cenizas, sin apartar la mirada del chico que ante él se reía aún sobre las gradas.

—Marchaos. —habló con seriedad.

—¿Qué? —Zayn dio un paso al frente.

—¡Que os marchéis! —gritó.

Ninguno de ellos volvió a abrir la boca, y acabaron saliendo del lugar sin saber muy bien cuál era su propósito.

—Si querías una cita conmigo no hacía falta que los echaras de aquí, podrías habérmelo dicho, no pasa nada. —vaciló, caminando por los asientos de las gradas.

A pesar de todo, Harry dejó escapar una suave risa que no pasó desapercibida para Louis, quien logró escucharlo pese a la distancia que los dividía al estar Harry en el campo y Louis sobre las gradas.

—Tu risa es bonita, deberías reírte más, ¿sabes?

—¿Me estás tirando los tejos, Tomlinson? —frunció el ceño, acercándose a las gradas.

—¿Tu egocentrismo no te permite recibir un cumplido sin creer que quieren algo contigo? —volvió a vacilar.

—No lo aguanto. —murmuró.

Louis comenzó a reír sabiendo lo mucho que le enfadaba que le vacilaran, y bajó al campo de un salto, quedando a unos metros de distancia de él.

—¿Por qué querías que se fueran?

—¿Ahora me hablas bien? —lo miró serio.

—Eres tú quien ve en mí un oponente, yo a ti te veo como un imbécil más.

Harry se enfadó ante aquellas palabras, y le lanzó una bola de fuego que él pudo esquivar con agilidad, apagándola con una bola de agua.

—¿Puedo hablar contigo sin tener que evitar que me mates cada diez segundos? —lo miró molesto.

—Te diviertes, ¿verdad? —se acercó a él—. Te gusta sacarme de quicio. Provocarme, enfadarme y vacilarme en mi puta cara.

—No, no me gusta. —fingió debilidad.

—¿No?

—No. —sonrió con malicia—. Porque me encanta.

El tono burlón que se resaltaba en su voz consiguió acabar de enfadar a Harry, quien esta vez solo se limitó a observarlo con aires de superioridad, tratando de disimular las ganas que tenía de matarlo en ese mismo momento.

—No entiendo como puedes ser tan aburrido.

—¿Aburrido yo? eres tú el antisocial. —atacó.

Y aquello, realmente, consiguió herir a Louis.

Pero lo disimuló bien.

—Soy antisocial para no tener que aguantar a gente como tú. —contraatacó.

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