Capítulo XXI

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Anne corrió hacia Harry, tratando de separarlo del señor Stone. Él, por su contra, mantenía firme el agarre sobre su cuello, obligándolo incluso a poner sus manos sobre los brazos del rizado en un inútil intento por aflojarlo.

—¿Por qué te resistes? —sonrió Harry. El verde esmeralda de sus ojos camuflado por una oscuridad que jamás antes se había visto en él—. ¿No te gusta ser tú quien está en el punto de mira?

—Suéltame si no quieres problemas.

—¿Sabes? Voy a seguirte allá dónde vayas. Voy a ser tu sombra, el aire que te dé frío por las noches, ese sonido ronco que te llame de la nada sin tu saber quien habla. Voy a estar siempre a dos pasos de ti, allí donde notes mi presencia, pero no me veas. Y voy a encontrarte. —el hombre tragó saliva nervioso, haciendo reír al ojiverde—. Y hazme caso, no desearás que te encuentre.

—¿Por qué? Solo eres un niñato que se cree que intimida con cuatro frases hechas. —su voz tembló, a pesar de que trató disimularlo.

—¿Qué por qué? —una carcajada ronca salió de entre sus labios—. Porque ese día, conocerás quien es el verdadero Harry Styles. Ese al que no le tiembla el pulso con tal de proteger lo que es suyo. ¿Y te digo un secreto? —vaciló riéndose, acercándose a su rostro para que tan solo pudiera escucharlo él—. Una vez conoces a ese Harry, ya no hay vuelta atrás. Ya no puedes correr, suplicar o rogar. Una vez lo conoces, tu vida queda en manos del diablo para siempre.

Peter lo miró con miedo, pues la expresión de su rostro junto a la entonación de su voz, daban a entender lo muy fuera de sí que estaba en ese momento.

Pero entonces, hizo lo que quizás debería haber hecho desde el principio; llamar a los policías para que separaran a Harry de él.

—¡Cómo me toquéis un solo pelo os juro que no la contáis! —gritó enfadado, mirando hacia atrás sin soltar a Peter.

—Vamos Styles, te dije que te tenía cogido de los huevos. —comenzó a reír.

—Te juro que voy a incendiarte el puto internado. Y hazme caso, siempre cumplo lo que digo.

No pudo decir nada más, pues entre cinco policías lo obligaron a separarse de él.

Gritos, amenazas, reclamos y violencia. Fue todo lo que se escuchó en aquel momento, mientras Harry forcejeaba con la cantidad de policías que lo agarraban para separarlo de ese hombre.

—¡Traed un calmante! —gritó un policía.

—Está bien, está bien. Ya me calmo.

Anne frunció el ceño. Sabía que su hijo no se calmaba así sin más, y mucho menos cuando literalmente, estaba viendo como se llevaban a su bichito. Pero decidió no decir nada. Después de todo, lo único que quería ella, era proteger a su hijo.

Harry se cruzó de brazos zafándose del agarre de los policías, y caminó hacia el patio dónde vio como metían a Louis en una furgoneta negra, la cual arrancó con rapidez a los pocos segundos.

El rizado sonrió viéndolo.

—Mamá, ¿hoy qué hay para comer? —se giró.

Nadie entendió nada. Los policías, que aún estaban junto a Peter a pocos metros de distancia de él, lo miraron confusos sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando. Harry se encogió de hombros.

—¿Qué coño os pasa? ¿no puedo tener hambre?

—¿Me acabo de llevar a tu noviecito y lo único que te interesa es lo que tienes para comer? No te creía tan ruin, Styles. —el viejo comenzó a reír.

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