Capítulo XXIII

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Peter Stone comenzó a reír cuando Harry tiró el auricular al suelo, pisándolo para romperlo y perder todo tipo de comunicación con sus amigos. El rizado lo miró frunciendo el ceño, apretando sus puños aún con sus ojos llenos de lágrimas.

—Ya tienes lo que querías, ya me tienes a aquí. Ahora suelta a mi hermana, esa era la condición.

—Una pena, preciosa. —susurró en su oído. Harry se contuvo para no matarlo en ese mismo momento—. Podríamos haberlo pasado muy bien juntos.

Gemma miró a su hermano abriendo la palma de su mano, pero el rizado negó en cuanto vio sus intenciones. Sabía que quería utilizar su poder contra él, pero no podía permitirse fallar.

Negó con la cabeza varias veces, mirándola con seriedad. Ella cerró su puño frustrada.

—Vamos, lárgate de aquí. —la soltó—. Piérdete de mi vista antes de que cambie de opinión.

El viejo mordió su labio observando a Gemma, quien corrió hacia su hermano para abrazarlo con fuerza.

—Ven conmigo, por favor, no quiero dejarte aquí con él. —suplicó, susurrando en su oído para que solo la escuchara él.

—No puedo, sabes que hacer eso os condenaría a todos. —la estrechó con fuerza hacia él, aprovechando hasta su último segundo junto a ella.

—Harry, ese hombre ha trasladado a todos los internos a otros internados, ha reservado toda una sala para torturarte en ella. —sollozó. El rizado tragó saliva con dureza.

—Vamos, vete de aquí. —se separó.

—Harry, por favor. —suplicó.

—Dile a mi niño que lo amo.

—¡Joder, deja de despedirte!

—Sacadla de aquí. —ordenó, mirando a los guardias que había a su lado.

Tres de ellos agarraron a Gemma con fuerza, obligándola a salir de ahí a pesar de sus gritos y reclamos hacia su hermano. Él miró a Stone.

—No vas a conseguir lo que te propones.

—Claro que sí. —sonrió con malicia—. Quiero que tu noviecito sufra, todo lo que sufrió Blake por tu culpa.

—¿Y crees que matándome sufrirá? vamos señor piedra, le creía más listo.

—No me intentes convencer, Styles. Sé muy bien que matándote, también conseguiré matarlo en vida a él.

Harry comenzó a reír acercándose a él. Algunos guardias colocaron sus manos sobre sus pistolas preparándose ante algún posible ataque, pero el rizado se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, mirando al viejo con diversión.

—Quizás llorará un poco los primeros días, ya sabes, el muy mamón es un llorica de cuidado. —se burló de él—. Pero dudo que cuando pase una semana de todo esto, no esté en la cama con otro tío que sepa follárselo duro como a él le gusta.

—Mientes, sabes que no soportará tu pérdida.

—¿A caso lo ves por aquí? —señaló a su alrededor—. ¿Ves que haya venido a buscarme? ¿a intentar salvarme, siquiera? No, no lo ha hecho porque se la sudo completamente.

—No intentes protegerlo. —cerró su puño con fuerza, comenzando a enfadarse.

—No estoy protegiendo a nadie, señor piedra. Solo le digo que le guste o no, entre ese bicho malo y yo solo había folladas increíbles que jamás llegaron a nada más.

—Me he cansado de escucharte.

Chasqueó los dedos dando una señal. Harry no se resistió cuando entre varios guardias lo agarraron para meterlo de nuevo en el edificio, y miró hacia atrás viendo a sus amigos junto a su hermana en la puerta trasera, todos observándolo con pánico en sus rostros.

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