Cap. 07 - Narnia no es lo que recordáis

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Mi mirada observaba todo lo que nos rodeaba mientras Peter remaba y el silencio nos envolvía. Eso sí, más que disfrutar de estos paisajes, mi mente estaba en lo que Trumpkin había dicho.

No eres como los reyes de antaño, ni una telmarina.

Está con nosotros, es de los buenos.” Le había dicho Lucy, y estuve a punto de rectificarle. Eso lo decía ahora, tal vez cambiara de opinión cuando se supiera la verdad.

Eso lo dirá el tiempo. Te estaré observando, niña, para averiguar qué estás haciendo aquí.” Lo último lo había murmurado por lo bajo, pero ambas lo escuchamos. Lucy me puso una cara de no te preocupes, pero no logré hacerle caso.

Sí, notaba su mirada de vez en cuando en mí, algo que me inquietaba un poco. Me estaba analizando, o eso esperaba. Porque la otra opción era algo más... sombrío. Que supiera de algún modo lo que era, me hacía no querer quedarme a solas en ningún momento con él.

–No se mueven. – Habló Lucy, mirando los árboles.

–Son árboles. ¿Qué esperabais? – Le dijo Trumpkin, tras mirar también hacia allí.

–Antes bailaban. – Respondió Lucy.

Lucy había dicho algo sobre los árboles cuando me contaban sobre Narnia. Teniendo en cuenta eso, era cierto que parecían simples árboles ahí quietos, solo sus ramas siendo movidas por el viento.

–Después de vuestra partida, los telmarinos nos invadieron. – Empezó a contarle el enano, mirando lo que nos rodeaba antes de mirar a Lucy. – Los supervivientes se retiraron a los bosques y los arboles, se escondieron de tal manera en si mismos que no se les ha vuelto a escuchar.

Era algo tan triste y horrible de saber, pero había algo que sabía: yo lo consideraba una triste realidad tras una invasión enemiga, pero los Pevensie se sentirían culpables de lo sucedido al ser algo que pasó tras su marcha.

–No lo entiendo. – Dijo Lucy. – ¿Y Aslan dejó que esto pasara?

–¿Aslan? Nos abandonó a la vez que vuestras majestades.

Eso hizo que todos le miraran, Peter hasta dejó de remar. Ahí estaba ese sentimiento de culpa en los rostros de los cuatro hermanos.

–No queríamos marcharnos. – Habló Peter volviendo a remar.

–Me temo que ahora ya da lo mismo. – Le dijo el enano.

–Bueno, tal vez era algo que tenía que suceder, que ellos volvieran a nuestro mundo. – Hablé por primera vez desde que subimos al bote, mirando a Trumpkin. – Y como bien has dicho, ahora eso da igual, pero están aquí de nuevo. Estoy segura que las cosas mejoraran para los narnianos ahora que han regresado.

–Exacto. – Dijo Peter con mucha seguridad en su voz. – Tú llévanos con los narnianos, y todo cambiará.

Las palabras de Peter fueron como un punto y final para la conversación, porque nadie habló más durante el resto del trayecto río arriba.

Cuando atracamos, mientras se hacían cargo de asegurar el bote, me dediqué a mirar donde nos encontrábamos. Todo era naturaleza, tan diferente a Londres que entendía que, en ningún momento desde que llegamos, había echado de menos la ciudad en la que vivía.

–Esperad, os ayudo. – Les dije a los chicos y Susan, acercándome para tomar también la cuerda para tirar del bote y sacarlo del agua.

–Gracias. – Me sonrió Susan.

–¡Hola, oso! – Escuchamos decir a Lucy, quien se había alejado del resto.

Todos soltamos la cuerda, mirando hacia donde estaba la más joven. Abrí los ojos sorprendida al ver un oso pardo levantarse sobre sus extremidades traseras. Era un oso bastante grande.

Lucy dijo que los animales hablaban y eran amigables, pero me dio un mal presentimiento al pensar que tal vez que los árboles estuvieran encerrados en sí mismos no sería lo único que había cambiado desde que ellos estuvieron la última vez.

–Tranquilo, somos amigos. – Siguió hablando Lucy.

El oso bajó sus patas delanteras al suelo y fue como si se preparara para defenderse de la proximidad de Lucy mientras ésta seguía caminando hacia él.

–¡Lu! – Le llamé no muy segura de que eso fuera algo prudente de hacer, algo que me confirmó la reacción de Trumpkin al ver al oso.

–¡No os mováis, majestad! – Le pidió el enano.

Lucy se giró para mirarnos, la confusión en su rostro, y fue el momento en que el oso se lanzó hacia ella.

–¡Lucy, corre! – Le grité, haciendo que mirara al oso antes de hacer justo lo que le dije: correr para volver con nosotros.

Me agaché dispuesta a sacar el puñal o la varita, lo primero que agarrara, mientras Susan preparaba para disparar una flecha y los tres varones iban a por sus armas que seguían dentro del bote.

El puñal fue lo primero que agarré, una pequeña señal de que todavía no era la hora de mostrar lo que era.

–¡Apártate de ella! – Gritó Susan, tensando la cuerda.

Lucy se tropezó con alguna piedra y se cayó. Sentía mi corazón latir con fuerza por la preocupación, más al ver que Susan no disparaba con su arco.

–¡Dispara, Susan, dispara! – Gritamos Edmund y yo a la vez, al ver al oso llegar hasta Lucy.

Peter y Edmund corrieron con sus espadas hacia el oso, el cual se volvió a levantar sobre sus patas traseras rugiendo a la vez que Lucy gritaba.

No sé de donde me salió la idea de lanzar el puñal contra el oso como si no fuera la primera vez que lo lanzaba, pero no fue lo único que alcanzó al oso. Una flecha le dio de lleno al igual que el puñal que se incrustó en su pelaje, derribando al oso que cayó a los pies de Lucy.

Miré hacia Susan, pero ella todavía tenía la flecha colocada en su arco. Todos miramos hacia el bote, donde Trumpkin también tenía un arco. Él había disparado.

–¿Por qué no se paraba? – Preguntó Susan sin entenderlo.

–Será porque tenía hambre. – Le respondió el enano pasando por su lado hacia Lucy y el oso.

Peter y Edmund corrieron hacia la más joven.

–Susan, no te preocupes, pensaste que pararía. – Le dije a la mayor al ver su rostro, estaría pensando en lo cerca que había estado de pasar algo malo.

–Pero no lo hizo. – Dijo mientras caminamos hacia los demás.

Todos miramos el oso, Tumpkin se acercó para asegurarse de que estaba muerto.

–Gracias. –Le dijo Lucy, abrazada a Peter.

El enano le miró, pero no dijo nada, para después darle con el arco al cuerpo del oso.

–Era salvaje. – Dijo Edmund asombrado.

–No creo ni que hablara. – Añadió Peter.

–Si te tratan siempre como un animal, acabas siéndolo. – Dijo Trumpkin, sacando mi puñal del cuerpo del oso. – Narnia es un sitio más salvaje de lo que recordáis. – Añadió antes de volver a clavarle el puñal al oso.

Lucy se ocultó contra Peter para no llorar, también aparté la mirada para no ver.

Lucy se ocultó contra Peter para no llorar, también aparté la mirada para no ver

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Witch in Narnia (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora