Cap. 12 - El observador de estrellas

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Todo era oscuridad, ni una mota de luz se veía a mi alrededor.

Mi corazón empezó a acelerarse ante lo terriblemente familiar que me resultaba estar rodeada de oscuridad, porque eso significaba que estaba sola. ¿Lo peor de todo? Que en esta ocasión no había nada, ni siquiera siluetas de árboles o similar.

–Por favor, esto no... – Susurré empezando a buscar con desesperación mi varita, pero no la encontraba. – No de nuevo...

–Hailey...

Ahí estaba de nuevo la voz, pero no venía de ninguna parte en particular.

–No quiero estar sola. – Supliqué sintiendo las lágrimas rodando por mis mejillas.

–No le temas a la soledad. – Habló la solemne voz. – No estarás completamente sola mientras haya gente que te aprecie, que te quiera por quien eres.

–¡Me odiarán! – Exclamé dando una vuelta para observar a mi alrededor, esperando algo de luz. – Soy el ser mágico que más odian en Narnia.

–Tus amigos te querrán por ser quien eres, no te dejarán ser absorbida por la oscura soledad.

Negué sintiendo las lágrimas rodar sin descanso. No, ellos me odiarían y me dejarían sola en medio de la nada.

Abrí los ojos abruptamente, viendo las ramas de los árboles sobre mi cabeza, la primera señal de que el amanecer se acercaba viéndose a través de ellas.

Me incorporé observando que los demás seguían durmiendo sin dar señal alguna de que mi pesadilla hubiera ido más allá de los síntomas habituales. El corazón me latía con fuerza contra el pecho, mis mejillas estaban húmedas por las lágrimas, el cuerpo me temblaba ligeramente.

Las palabras de esa voz volvieron a mi cabeza cuando miré de nuevo a los demás, mi mirada deteniéndose primero en Lucy, recordando que me había dicho que éramos amigas, ¿seguiría siendo así cuando supiera que era una bruja?

Supe que seríamos muy buenas amigas nada más conocernos.No pude evitar sonreír al recordar sus palabras, deseando que siguiera pensando así cuando les contara la verdad. Porque quería contarles la verdad a los Pevensie antes de que lo descubrieran de otra manera, pero...

Mi mirada pasó a Edmund, quien se veía con una expresión calmada mientras dormía, una expresión muy diferente recordando su molestia y sus ceños fruncidos cuando la Bruja Blanca había salido en alguna conversación. De todos ellos, él sería el que más probablemente me odiaría y no sabía porque, pero no me gustaba pensar en las sensaciones de vacío que eso me provocaba.

–Debería averiguar porqué estoy aquí. – Me susurré a mí misma, antes de ponerme en pie tras asegurarme de que la varita seguía en su sitio. Me guardé el puñal en la otra bota, pero dejé la espada que me había dado Edmund.

Miré una vez más a todos, pidiéndoles disculpas mentalmente por no ser sincera y por la posible estupidez que iba a hacer, antes de alejarme.

Tenía que empezar a enfrentarme a mi mayor miedo, no dejarme consumir por la sensación que me provocaba estar sola. Debía demostrarme que era una leona valiente, que no iba a estar temiendo a cada segundo ser descubierta y que podía averiguar cuál era el motivo de que estuviera en Narnia.

Algo me decía quién podía tener las respuestas a todo, y debía encontrarlo. El dueño de la voz calmada de mis pesadillas.

Y estaba cada vez más segura de quién era.

Aslan.

El único lugar por donde podía empezar era donde Lucy y yo le habíamos visto, y estaba segura de que, aún con la poca luz que había, podría volver sobre nuestros pasos hasta allí.

Witch in Narnia (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora