Cap. 11 - Cruzando al otro lado

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Tras esperar a que todos bajaran al saliente, terminé siendo quien encabezaba el pequeño grupo en el descenso.

Edmund había sido el primero en bajar a hacerme compañía en el saliente, por lo que iba detrás de mí y, por extraño que pareciera, no había silencio entre nosotros.

–Por un segundo he pensado que te perdíamos, ¿sabes? – Comentó cuando empezamos a bajar por el borde. – Y me he sentido culpable por apenas saber cosas de ti. Ni siquiera conozco tu apellido.

Paré por un segundo para mirarle sobre mi hombro, sonriendo extrañada en su dirección. ¿Le parecía ese el mejor momento para saber de mí?

–Hailey White, mi apellido es White. – Respondí sin más, volviendo a centrarme en el camino para no resbalarme.

–White... – Repitió con un tono que no era para nada de curiosidad, más bien reflejaba que estaba pensativo. – ¿Cómo el color?

Con una pregunta tan simple, que en realidad no era la primera persona que me la hacía, me tensé. Siendo hecha por Edmund, no era tan sencilla porque tenía más de fondo, no era solo para corroborar. La Bruja Blanca...

No me había parado a pensar en mi apellido, pero no podía tratarse más que de una pequeña coincidencia, ya que llevaba el apellido de mi madre. Pero, ¿si los Pevensie no lo veían así cuando supieran la verdad?

Había utilizado la magia una sola vez, por el bien del grupo, pero ellos no lo sabían.

–Ed, Hailey, ¿por qué no dejáis de hablar hasta que estemos en un lugar más seguro? – Preguntó con molestia Peter desde el final, ya que era quien cerraba el grupo.

No me había dado cuenta de que me había detenido con la pregunta del pelinegro. Parpadeé y giré el rostro para disculparme por detenerme.

–Lo siento, culpa mía. – Se disculpó Edmund antes que yo lo hiciera, mirándome a mí.

–No me había dado cuenta de ello. – Le dije en un murmuro sincero, por lo que Edmund hizo un ademán con la mano restándole importancia antes de decirme que avanzara.

Asentí, volviendo a centrarme en la bajada, pero mi cabeza siguió dándole vueltas al asunto. Era como si de señales de aviso se trataran, de que mi lugar estaba lejos de Narnia. A menos, claro estaba, que quisiera arriesgarme a morir aquí aun sabiendo que me quedaba todavía una larga vida. Pero, ¿cómo iba a marcharme de Narnia si tampoco sabía cómo habíamos llegado?

De un momento a otro mi pie derecho resbaló, haciendo que perdiera el equilibrio. Por suerte, Edmund volvió a evitar que me cayera al suelo, sujetándome de ambos brazos.

Desde que estaba en Narnia me había vuelto un poco torpe, o tal vez mi cabeza estaba tan ocupada que ni caso a lo que había a mi alrededor. ¡Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba caminando sobre unas piedras cruzando el río!

–Gracias. – Susurré avergonzada sin mirarle.

–Es solo una coincidencia, no te preocupes por ello y céntrate en no volver a querer besar el suelo. – Dijo con un toque de diversión en su voz, causando que notara el calor subiendo a mis mejillas.

–En este caso habría sido el agua. – Intenté bromear para evitar que notara mi vergüenza y el pequeño nerviosismo por tener sus manos aún sujetándome, encogiéndome de hombros esperando que finalizara ese contacto.

Una pequeña risa se le escapó a Edmund al mismo tiempo que me soltaba, haciendo que soltara un pequeño suspiro por perder ese cálido contacto en mis brazos antes de negar y seguir avanzando.

Habíamos conseguido bajar y cruzar el río, solo quedaba la subida.

Me encontraba de pie, apoyada en un árbol con la mirada puesta en la hoguera que nos proporcionaba luz y calor, viendo como Trumpkin y los hermanos Pevensie terminaban de cenar la carne que el enano había cocinado

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Me encontraba de pie, apoyada en un árbol con la mirada puesta en la hoguera que nos proporcionaba luz y calor, viendo como Trumpkin y los hermanos Pevensie terminaban de cenar la carne que el enano había cocinado.

La situación en la que me encontraba había hecho que apenas comiera, y que estuviera un tanto inquieta, por eso me había levantado un par de minutos atrás con la escusa de que estaba incómoda.

–Oye, Hailey, ¿por qué no nos hablas un poco de ti?

Tuve que parpadear un par de veces para poder enfocar mi mirada en Susan, su pregunta me había tomado por sorpresa y también al resto, que primero la miraron a ella y después a mí.

–No hay mucho que contar. – Respondí finalmente volviendo a tomar asiento en el suelo, ante la mirada de interés de los cuatro. Trumpkin era el único que intentaba disimular que también quería saber. – Vivo con mi madre y mis abuelos, porque mi padre nos abandonó cuando yo era un bebé.

–Lo siento. – Murmuró Susan un poco arrepentida de preguntar.

–Tranquila, no lo recuerdo, así que no puedo echarle de menos. – Me encogí de hombros, restándole importancia. – Tal vez es lo mejor.

–¿Cómo es tu madre? – Preguntó Lucy al ver el ambiente incómodo que se había formado tras mis últimas palabras. – ¿Se parece a ti?

Asentí sonriendo con nostalgia, esperando que eso de que el tiempo era diferente aquí significara que ella no habría notificado de mi desaparición.

–Sobre todo físicamente, por lo demás somos bastante diferentes, ella fue una tejón mientras que yo... – Me callé abruptamente al darme cuenta de lo que estaba diciendo, ¡estaba encaminando la conversación hacia la escuela!

–¿Una tejón? – Preguntó Susan extrañada.

–Distinciones que hacen en mi colegio, es complicado de explicar. – Dije con rapidez, esperando que no insistieran. – Es muy tarde, ¿no creéis?

–Pero...

–Hailey tiene razón, Lucy, va siendo hora de dormir. – Le interrumpió Peter, cosa que agradecí internamente. – Mañana tenemos que llegar a donde están los narnianos, cuanto antes mejor.

Cuando todos estuvimos acostados, me quedé mirando hacia el cielo despejado que se veía entre las ramas de los árboles. La tranquilidad de la noche era como ese momento de calma antes de una tormenta.

Respiré hondo, soltando lentamente el aire. Era posible que todo fuera a salir bien y me estuviera preocupando demasiado...

Noté un pequeño toque en mi cabeza, tuve que moverme para poder ver qué era.

–¿Qué te preocupa? – Preguntó Edmund en un susurro.

Estaba acostado de lado, utilizando un brazo de almohada, el otro era con el que me había llamado la atención. Decidí imitar su postura antes de responder en el mismo tono bajo para no molestar a los demás.

–No es nada.

–Si es porque has pensado en tu madre, no te preocupes, ya te explicamos cómo el tiempo pasa diferente aquí. – Asentí ante sus palabras, pero él siguió hablando en voz baja. – Si es porque mañana llegaremos con los narnianos...

–¿Todo irá bien? – Completé la oración ante su duda a terminarla, pero su rostro mostró que no estaba del todo seguro.

–Lo más importante será estar juntos, pase lo que pase, Hailey. – Habló tras unos segundo en los que solo nos miramos, haciendo un amago de estirar la mano de nuevo hacia mí, pero se contuvo. – Esto... Si vuelves a tener un mal sueño y te despiertas, no dudes en despertarme antes que alejarte.

Asentí dedicándole una sonrisa, antes de moverme para encontrar la posición más cómoda para pasar la noche. Mañana sería un largo día, o esa era la sensación que tenía.

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Hoy hace un añito que empecé a publicar esta historia, por ello os traigo este nuevo capítulo. ¡¡Espero que os haya gustado!!

Aprovechando el día, ¿qué os está pareciendo hasta el momento?

Witch in Narnia (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora