Cap. 04 - Pesadillas a la luz de la hoguera

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Pasamos la noche en la cámara del tesoro, con un pequeño fuego para darnos calor que los chicos habían encendido.

Los hermanos Pevensie habían estado hablando de dónde debíamos ir primero, pero en realidad no les estaba prestando atención, con la mirada perdida en las pequeñas llamas.

Le estaba dando vueltas al posible motivo del porqué yo estaba aquí con ellos, pero no se me ocurría nada. Mi madre nunca me había hablado de un lugar como este, ni siquiera a través de los cuentos que me contaba cuando era una niña. En los libros de la biblioteca de Hogwarts tampoco había leído nada sobre algo similar a Narnia, ¿sabría alguien más sobre su existencia? ¿Y si apenas unas pocas personas contadas sabían de la existencia de este lugar tan asombroso? ¿Por qué entonces yo de entre tantas brujas y tantos magos del mundo?

Seguía sin saber el porqué, la única remota posibilidad que le encontraba era que podía estar relacionado con mi padre. Nos había abandonado a mi madre y a mí cuando yo ni siquiera sabía caminar, así que no sabía nada de él. Pero lo dudaba, que fuera relacionado con él de verdad.

Poco a poco fueron durmiéndose los demás, porque al darme cuenta solo Lucy y yo estábamos despiertas.

–No intentes buscar el porqué estás aquí, Hailey. – Sonrió la menor de los Pevensie, como si supiera lo que estaba pensando. – En su momento lo sabrás.

–Eso espero, Lucy.

–Además, seguramente por eso nos hemos conocido, porque así no seríamos unos completos desconocidos para ti.

"Nos conocimos porque odio sentirme sola." Pensé mientras le sonreía para agradecer que se preocupara por mí. "Es lo que más miedo me da, estar sola."

–Una de las cosas que más lamento es no poder presentarte a nuestros amigos. – Comentó tras un pequeño silencio. – Te habrías llevado bien con ellos.

–Tal vez podamos hacer nuevos amigos. – Le dije cuando vi la tristeza en sus ojos gracias a la luz del fuego. – Empecemos siendo nosotras amigas, después de todo nos hemos conocido hoy.

–Supe que seríamos muy buenas amigas nada más conocernos. – Sonrió Lucy antes de que comenzáramos a hablar de cosas que nos gustaban para conocernos un poco más antes de caer dormidas igual que sus hermanos.

 – Sonrió Lucy antes de que comenzáramos a hablar de cosas que nos gustaban para conocernos un poco más antes de caer dormidas igual que sus hermanos

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Estaba rodeada de árboles, completamente sola, y eso me daba miedo, mucho miedo.

Miré alrededor, tenía que encontrar a alguien cuanto antes, así que empecé a correr. Pero terminé volviendo justo al mismo punto.

–No, esto no, por favor. – Susurré mientras las lágrimas empezaban a correr por mis mejillas y me dejé caer al suelo, haciéndome una bolita deseando que todo terminara, que alguien me salvara de esa oscura soledad que me rodeaba. Sentía como si me estuviera aplastando lentamente, ganando terreno.

Un gran rugido cortó el silencio que había a mi alrededor, consiguiendo que ese peso que sentía se alejara un poco dejándome respirar.

No le temas a la soledad. – Habló una solemne voz. – No estarás completamente sola mientras haya gente que te aprecie, que te quiera por quien eres.

Solo tengo a mi madre y a mis abuelos, pero ahora están demasiado lejos. – Lloré mirando alrededor, queriendo y deseando que hubiera alguien más conmigo, pero solo había oscuridad.

La familia no la eliges, los amigos sí. – Resonó a mi alrededor. – Tus amigos te querrán por ser quien eres, no te dejarán caer.

Fue como si viera desde arriba los restos de la pequeña hoguera, a las cinco personas que dormían alrededor de ésta. Las últimas palabras de esa voz resonando, pero había un problema con los hermanos Pevensie, había una alta posibilidad de que me dejaran caer cuando supieran que era una bruja.

Me desperté de golpe cuando parecía que estuviera cayendo por un gran agujero, con Lucy y Edmund mirándome desde arriba, sin hacer nada.

Notaba como el corazón me latía a mil por hora y como me faltaba el aire, como si no pudiera respirar.

Me levanté y salí casi corriendo para salir al exterior, donde apenas el cielo tenía un color anaranjado que anunciaba la cercanía del amanecer.

Con una mano sobre el pecho, intenté que mi corazón dejara de latir tan fuerte, que mi respiración se calmara también.

Di un pequeño salto cuando unas manos se posaron sobre mis hombros desde atrás, haciendo que no pudiera tranquilizarme.

–Tranquila. – Susurró Edmund. – Fuera lo que fuera, era una pesadilla.

–No ayudas asustándome así. – Logré decir, pero agradecí que estuviera ahí conmigo.

–Cierra los ojos. – Volvió a hablar, haciendo un poco de presión con sus manos sobre mi hombro, y le hice caso. – Ahora intenta que tu respiración siga mi voz. Inspira... Expira... Inspira... Expira...

No sé si fue por notar que estaba conmigo o el sonido tan calmado de su voz, pero poco a poco mi respiración y mis latidos volvieron a su ritmo habitual.

–¿Mejor? – Me preguntó Edmund alejando las manos de mis hombros y me di la vuelta para mirarle mientras asentía.

–Gracias, hacía mucho que no me pasaba algo así. – Susurré un poco avergonzada. – Si te he despertado al salir...

–No te disculpes. – Me interrumpió y una amable sonrisa se instauró en su rostro. – Ha debido de ser algo horrible para despertarte así, pero ya ha pasado. Lo que fuera, no te pasará nunca de verdad. Era solo eso, un mal sueño.

–Lo sé. – Susurré, bajando la mirada a mis pies. – Pero aún así...

Edmund no dijo nada, pero me tomó de la mano, haciendo que me sorprendiera. Me guió en silencio hasta volver frente a la entrada de las escaleras y me soltó.

–Pasé por lo mismo, tras la coronación. – Dijo sin mirarme, en la entrada a las escaleras para volver a la cámara del tesoro. – Tenía pesadillas sobre que la Bruja Blanca regresaba, y toda la felicidad que había en Narnia gracias a Aslan y a nosotros se evaporaba. Me sentiría culpable si eso pasara alguna vez. – Suspiró y me miró. – Solo espero que eso no sea lo que ha pasado en Narnia, que haya llegado alguna otra bruja como ella para imponerse o destruirlo.

Le devolví la mirada, intentando no demostrar nada en mi rostro. Ni culpable por no decirles nada de quien era en realidad, ni con miedo de lo que pasaría si lo descubrieran.

Lo peor era que me había dado cuenta de que mi miedo no era que los narnianos acabaran conmigo, mi mayor miedo era quedarme sola.

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Bien, no subí este capítulo la semana pasada porque no me terminaba de gustar, pero aquí lo tenéis ya.

¿Opiniones de estos primeros capítulos? ¿Os está gustando?

¡Hasta la próxima actualización! ☺️☺️

Witch in Narnia (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora