Yugitober (Yugi x all)

4. Carta favorita

Ligeras insinuaciones al Alliumshipping (Mago Oscuro x Yugi) y Espadachín Silencioso x Yugi.

Si alguien le preguntará al Yugi Mutou de quince años cuál era su carta favorita de duelo de monstruos, habría dicho sin dudar que era el Mago Oscuro.

Una carta que había estado con él desde que tenía doce años, un regalo de cumpleaños de su abuelo que traía de una de sus excavaciones en Egipto.

Siempre había sido su carta favorita y la cuidaba con mucho esmero, cuando tenía pesadillas o llegaba con nuevos moretones a causa de los matones que le molestaban en la escuela, sus dedos se pasaban por aquella carta y le daba la fuerza de levantarse y seguir otro día más con esas torturas.

Porque si el Mago Oscuro estaba a su lado, podía pensar que el mañana podría ser mejor.

Si alguien le pregunta al Yugi Mutou de diecisiete años cuál era su carta favorita del duelo de monstruos, dudaría.

Porque ese Yugi había pasado por centenares de aventuras a lo largo del tiempo, aventuras donde le acompañaba el espíritu de un antiguo faraón.

Y también había visto de primera mano como la carta que más quería en el mundo le había dado la espalda para estar del lado de ese mismo faraón.

El Yugi de diecisiete años pudo ver en primera fila como su Mago Oscuro le era fiel a su mejor amigo, porque para el espíritu que residía en él, el faraón era la máxima autoridad y Yugi Mutou sólo era el pequeño chico que se parecía al faraón y que había sido su amigo de infancia.

Ese mismo Yugi Mutou había dejado a su carta más preciada porque no se sentía digno de usarla.

Si alguien le preguntaba al Yugi Mutou de veinticuatro años cuál era su carta favorita de duelo de monstruos, este lo pensaría un instante antes de mostrarle al Espadachín Silencioso con una sonrisa en sus labios.

Algunos pensarían que sólo bromeaba, porque el Mago Silencioso era el que todos creían su carta as, Gandora quien siempre le daba la victoria contra Seto Kaiba o las mismas Magas de la fruta que eran las que derrotaban a la mayoría de sus oponentes.

Entonces él se sentaría y les explicaría que está carta era más especial de lo que parecía.

Y lo era, el Espadachín Silencioso era la carta más especial del mundo aunque no fuera una carta rara como Gandora o tuviera un soporte como la Maga Oscura o el efecto especial de subir de nivel por las cartas que sacará su oponente como el Mago Silencioso.

Cuando el Mago Oscuro decidió quedarse en el mazo de Atem, él sintió como si mil cuchillas se hubieran clavado en su pecho, no pensaba que podría ganar el duelo contra su compañero ahora que la carta que más quería se había ido de su lado.

Se sentía inútil.

Y, entonces, el Espadachín Silencioso apareció en una vieja baraja que tenía, la carta que le había dado la victoria contra Bakura en el mundo de los recuerdos, ahora aparecía con esa sonrisa que no recordaba haberle visto cuando la obtuvo en un paquete de cartas barato.

Entonces sintió que lo podía todo, la carta le estaba mostrando que no todo estaba perdido, que podría hacerlo, que podría ganar el duelo.

Y lo ganó.

Y los duelos que siguieron también los ganó.

Porque el Espadachín tal vez no era quien le daba la victoria, pero era el factor para que pudiera tener una oportunidad de ganar en sus duelos, siempre sacrificandose para que perdiera solo unos cuantos puntos de vida, era como si tuviera consciencia propia y, conforme pasaron los años, le sintió tanto aprecio que rebasó el de su antiguo Mago Oscuro que reposaba junto con las otras cartas en la escuela de duelos que había creado Seto.

Si alguien le preguntaba a Yugi en estos momentos cuál era su carta favorita, diría que el Espadachín Silencioso.

Y jamás cambiaría de opinión.