31 relatos de extensión variada centrándose en uno de los personajes favoritos de Yu-Gi-Oh Duelo de monstruos: Yugi.
Y claro, los shipps no pueden faltar, así que hallarán más de un relato en estos días con alguna parejita y Yugi.
Advertencia:
Los s...
Cuando se hallaba ahí, viendo la televisión, donde el mejor duelista del mundo sonreía a las cámaras con su trofeo en manos y le mandaba saludos a él, a su memoria venía ese momento de su niñez, cuando lo vio por primera vez.
Cuándo era un niño que adoraba ver el canal local donde transmitían a jugadores de todo el mundo pelear para ver quién sería el nombrado "Rey de los duelos", sintió algo cuando vio el rostro de Yugi Mutou, todos hablaban de la persona que había derrotado al famoso Seto Kaiba, hasta había oído hablar de ello a sus compañeros de la escuela, pero jamás había visto su rostro hasta ese día.
Era bajito, pero no tanto, tal vez era una o dos cabezas más alto que él, su cabello era tan extraño, parecía una estrella de mar, pero si había algo que atrajo su mirada por completo, fueron sus ojos.
Un par de grandes ojos color morado, no, el morado no era un color adecuado para el brillo que emitían sus ojos, una búsqueda rápida en los libros de su padre de piedras preciosas mientras peleaba Mai Valentine contra Joey Wheeler le dio el nombre perfecto.
Sus ojos parecían un par de amatistas.
Jamás había visto unos ojos iguales a los suyos, eran únicos.
Sin saberlo bien, algo en su ser le hizo no perderse ninguno de sus duelos, aunque debía confesar que había algo que no le parecía al verlos, los duelos hacían que perdiera ese brillo que emitían sus ojos al inicio de la batalla, aunque fuera una experiencia sin igual ver contra quienes luchaba, confesaba que su momento preferido de ver los duelos de Yugi Mutou era cuando comenzaban y finalizaban.
Porque eran esos pequeños instantes donde podía ver con mayor precisión el brillo de sus ojos, ese hermoso brillo sin igual.
En ese momento no entendía la razón por la que su pecho latía con rapidez al verle o porque sus cachetes se sentían calientes al ver cómo se mostraba su sonrisa en televisión.
Era un amor inocente, su primer amor.
El pequeño Ryo Marafuji se había enamorado de Yugi Mutou con nueve años de edad.
Seguido de ello, venía a su memoria el día que lo vio frente a frente.
Sabía perfectamente que fue una mala idea de parte de sus padres el decirle por accidente a Sho sobre su fanatismo había Yugi Mutou mientras él estudiaba en la Academia de duelos.
¡Hasta se atrevió a entrar a su habitación para ver sus posters del tricolor!
Mataría a Sho si, cuando volviera a casa, veía algunas de sus figuras coleccionables de Yugi mal colocada.
Pero claro, como si saber que su hermano menor sabía su pequeño secreto no fuera suficiente tormento, todavía tuvo la grandiosa idea de decirle a Jaden sobre ello, lo cual causo que, el resto del año, tuviera que escuchar a Jaden contarle sobre su colección privada de fotografías del Rey de los duelos.
Pero aquello había hecho que el castaño tuviera una grandiosa idea para su regalo de cumpleaños, posterior a su graduación y que se les permitió volver a sus hogares antes de que Jaden y Sho junto con sus otros amigos volvieran a la Isla, al primero se le ocurrió llegar a su casa apenas salió el sol y llevarse a ambos.
No importaba que su hermano preguntará a dónde iban o el quisiera regresar a casa a seguir haciendo inventario de su colección de Yugi Mutou, no, para Jaden eso podía esperar.
Si claro, normalmente no diría nada y se dejaría llevar pero... ¡Yugi Mutou no podía esperar!
Pero, una vez que llegaron a su destino, donde Jaden abrió la puerta de una tienda de videojuegos como si fuera su casa y empezaba a gritar que tenía visitas y sino bajaba a la cuenta de ya lo iba a sacar de la cama, supo que algo andaba mal.
¿Y como no podría ser si la casa que asaltó fue la del mismo Yugi, rey de los duelos diagonal mano derecha de Seto Kaiba, Mutou?
Y se enteraron porque el tricolor había bajado con una camisa a medio abotonar y un boxer que permitían ver sus abdominales y sus largas piernas.
"- Te dije que podías estar en mi casa por las vacaciones siempre y cuando no trajeras a nadie.
- Vamos Yugi, mi amigo cumple años el día de hoy, ¿no puedes tomarte una foto con el o firmar su camisa para que sea feliz?... es tu fan número dos, porque claramente yo soy el uno."
Había oído voces graves y llenas de molestia, también voces suaves y llenas de dulzura o malicia, pero jamás una voz grave que desprendiera tranquilidad, era algo antinatural y, aún así, le gustaba la voz de Yugi.
El adulto les había permitido quedarse en su casa y desayunar con él siempre que no dijeran a nadie que había regresado del torneo, explicándoles que la prensa siempre iba desde temprano a su hogar a buscar una exclusiva y deseaba tener un par de días de descanso.
Y claro que había aceptado cuando le sonrió y le firmó su camiseta con la imagen del Espadachín silencioso.
Pero su cumpleaños no había terminado ahí, porque el tricolor, para que no tuviera un cumpleaños pésimo (Jaden le había mentido al duelista diciendo que sus padres habían ido de viaje y no le iban a celebrar su cumpleaños), le había mandado a comprar un pastel por el que Sho fue y jugo varios juegos de mesa con ellos hasta que fueron las seis de la tarde y debieron retirarse con la palabra de que, podían venir siempre que quisieran a su hogar.
Decir que durmió ese día sería una mentira, simplemente no pudo dormir por los latidos de su corazón que recordaban una y otra vez cada escena con el tricolor.
Así fue como se dio cuenta que seguía enamorado de su primer amor.
Pero sus encuentros no terminaron ahí, más de una vez había ido a visitarlo después de su graduación, Yugi le había ayudado a pulir su mazo y le había enseñado varias estrategias conforme pasaba el tiempo.
A veces veían algo en la televisión, otras veces le acompañaba de incógnito a comprar su comida o tenían duelos amistosos donde logro ver el potencial del verdadero mazo de Yugi Mutou.
Y no era ese mazo que se exponía en el museo, ¡no señor!, el mazo de Yugi era una combinación de cartas con pocas estrellas, monstruos de más de cuatro y un sin fin de cartas mágicas y de trampa; desde ese malvavisco rosado hasta las magas de la fruta o el mismo Mago oscuro de Arkana junto con monstruos silenciosos, todo en su baraja era espléndido, sus estrategias, sus monólogos mientras jugaban y ese brillo que jamás había visto en sus primeros duelos.
Entonces lo besó y una nueva etapa en su vida comenzó.
Una donde Yugi Mutou le saluda desde la televisión prometiéndole llegar para la cena y comprar la leche.
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