Red Moon ━ Edward Cullen ¹

xxii. familia

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Como humana, fui testigo de lo que la pérdida de alguien a quien amas puede hacernos. Presencié que tan profundo se puede caer en la desesperación por un corazón roto, vi con mis propios ojos hasta qué punto podemos perdernos a nosotros mismos debido al dolor. Lo sentí en carne propia, fui testigo y daño colateral de esa espiral de sufrimiento.

Mi propia madre, luego de la muerte de mi padre, nos había abandonado a mi hermano y a mí. Se perdió en su dolencia, se olvidó de nosotros e incluso de ella misma. No quedó ni un solo rastro de la mujer fuerte y amorosa que alguna vez fue. Debido a eso, y siendo mi hermano y yo menores de edad, nuestra custodia pasó a manos de la familia de mi padre. Me quedaban dos años para ser considerada apta para hacerme cargo legalmente de mí misma y de mi hermano, cuando ocurrió el incidente que me llevó a conocer a Garrett.

Como neófita, tuve que dejar atrás a mi único familiar por su bien. Habría terminado igual que mi madre de haber lastimado a mi hermano en mi sed de sangre. Creo que por eso me aferre a Garrett con tanta fuerza, él fue mi única compañía durante años, la única familia que, por mi naturaleza, podía poseer y solo había tenido que preocuparme por él. Al menos, así lo había creído hasta ahora. Todo había cambiado, todas estas personas me importaban. Se habían ganado un lugar en mi corazón, y ellos me estaban abriendo uno en el suyo.

Ese sentimiento me dio miedo, me llenó de terror e hizo que se me apretara el pecho. ¿Si no era capaz de protegerlos ante lo que se avecinaba? ¿Qué iba a pasar conmigo si los perdía? Edward, Ren, Garrett, Esme... No. No. Me negaba a siquiera imaginarlo.

Con mi mano libre aprieto la que Esme tiene sobre mi hombro. —Gracias —musité, mi voz cargada de gratitud. Renesmee, aun entre mis brazos, se aferró con fuerza a mi cuello y colocó su manita en mi moflete para mostrar diferentes momentos de mi estadía con los Cullen: Charlando con Esme, dibujando a Rosalie y a Kate, entrenado con Emmett, cantando y bailando junto a Garrett y ella misma, abrazando a Edward.

Ya había perdido a una familia, no permitiría que me arrebataran a otra. E iba a luchar con uñas y dientes por ellos. Yo podía protegerlos, ¡para prueba de ello conseguí que Edward dejara de leer mi mente! Si lograra lo mismo con Jane y su gemelo... Sí, puedo hacerlo.

—Si Kath se va o se queda, no es de tu interés. Si tú quieres largarte, adelante. Absolutamente nadie te va a detener, Alistair —Finaliza mi creador. Se coloca con más firmeza a mi lado, puedo ver que su ceño está fruncido en dirección a nuestro congénere, pues este no ha despegado su borgoña mirada de mí. Garrett entrecierra los ojos, como si estuviera desafiándolo. Edward le dirige un gesto similar al nómada, mas es diferente de una manera que no puedo determinar. Solo sospechó que era debido a algún pensamiento de Alistair.

—No desdeñes mis palabras, Katharina —El vampiro ignora el mensaje de mi creador, logrando irritarlo aún más.

—Aprecio la preocupación —mi voz gotea de sarcasmo—. Pero no es necesaria.

—Espero que abras los ojos antes de que sea tarde.

¿Por qué el repentino interés del nómada en mí? No sé en qué lenguaje le tenía que decir que no se metiera donde no lo llamaban. Y peor aún, acusar a los Cullen de estarme usando. Si no me le había lanzado encima era porque Ren estaba en mis brazos, y siendo sincera, habían pasado demasiadas cosas en solo un pestañeo. Mi mente estaba cansada.

—Como Kath ya dijo, ella toma sus propias decisiones.

El nómada de cabello negro resopla, burlón. Pero, contrario a lo que yo creía, no se va de la propiedad. Con una última mirada hacia mí, solo se vuelve y entra de nuevo a la casa Cullen, seguramente para refugiarse en el ático. Opino que, pese a su diatriba, apreciaba demasiado al patriarca Cullen.

—Me vas a dar más trabajo de lo que imagine, ¿cierto? —inquiere Garrett.

—¿De qué hablas? —Escucho a Emmett y Tanya se ríen de mi respuesta.

—Está bien, no les hagas caso, querida —comenta Esme, la vampira se inclina hacia mí y me da un beso en la mejilla, para luego revolotear hacia su pareja—. No la molesten.

—Por supuesto que no te diste cuenta, y qué podía esperarse si eres rubia. Todas son igual de obtusas —farfulla aun detrás mío, Jacob. Yo solo ruedo los ojos, pero no me molesto en voltear a verlo. Distingo que Kate y Rosalie hacen el mismo gesto, pero a diferencia mía sus dorados orbes le fulminan.

—¡Jacob! —exclamó Edward, despegando su atención del camino que tomó Alistair.

—¡Jake! ¡Eso fue muy grosero! —protesta la semi humana—. ¡Discúlpate!

Su indignación hace que varios soltemos una risa, en su angelical rostro se dibuja un puchero. Nadie sería capaz de negarle algo, y obvio, el chucho no es la excepción. A regañadientes suelta un lastimero «lo siento» y enseguida se adentra al bosque, infiero que buscando a su manada.

Sonrió con diversión al ver a Fido irse con la cola entre las patas. La mirada de Edward encuentra la mía, y por la mueca en su boca sé que me reprende por encontrarlo divertido, no se necesita ser lector de mentes para saber que eso fue muy satisfactorio para mí.

Pero sé que no está molesto por mi animosidad con el chucho porque enseguida niega con la cabeza y me regresa la sonrisa. El orgullo vuelve a refulgir en su mirada ámbar, lo que me recuerda su petición de revertir la prohibición de saber mis pensamientos que ejercí sobre él. Sin embargo, creo que disfrutaré más tiempo de la privacidad recién ganada. Los ojos de Edward se entrecierran con sospecha cuando le dedicó una sonrisa traviesa.

—Me temo que por primera vez no sé cómo vas a reaccionar ante la noticia, mi niña. Supongo que será divertido de ver... Y luego de lo que acaba de pasar, no puedo sentir ni tantita compasión por el pobre hombre —El críptico comentario de Garrett hace que sea mi turno de arrugar la nariz. Antes de que pueda volver a hablar, nos arrastra a mí y a Ren hacia donde están Carlisle y los demás—. Así que... ¡Familia! ¿Cuándo será el momento apropiado para que Kath y yo usemos el apellido Cullen? ¿O va a ser Denali?