xiii. secreto al descubierto

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—Mi don, eso es lo que pasa

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—Mi don, eso es lo que pasa. Aún no lo entiendo pero fue como si al usarlo con todos ellos una parte de mi se fuera. Se llevo mi fuerza —contesto y comenzamos a adentrarnos de nuevo en el bosque.

—Eso nunca te había pasado. Pero... Eleazar mencionó algo al respecto —Eso me hace detenerme en seco, ¿y que sabía aquel vampiro de lo que me pasaba? ¿Tendría él un don similar al mío?—. Ah, Kath. Has estado tan perdida en tu burbuja con Renesmee y su padre que no prestas atención a tu alrededor —prosigue al ver la mueca en mi rostro.

Resoplo ante su comentario y me abstengo de rodar los ojos. Por supuesto que él habría notado cada interacción que tuviera con Edward y su hija, es claro que tiene la intención de hacerme hablar al respecto pero yo no estoy de humor asi que con la mano hago un ademán instándole a continuar.

—Eleazar tiene el don de saber las habilidades especiales de otros vampiros e incluso de humanos. Se dio cuenta de tu don al momento de verte, debo decir que quedó impresionado y dijo que nunca creyó posible la existencia de alguien como tú —me explica—. Luego de que nos liberaste y colapsaste él llego a la conclusión de que nunca antes habías usado tu poder sobre varias personas al mismo tiempo.

Durante largos minutos asimiló en silencio sus palabras. —Nunca creí que odiaría mi don.

Garrett me observa con simpatía sabiendo que los vampiros odiamos sentirnos débiles por nuestra condición. Sabe que es aún más difícil para mí con lo voluble de mi temperamento.

Mi congénere se mantiene a mi lado en silencio hasta que anochece y puedo ir de caza con tranquilidad. Realmente le agradezco que se quede y me permita procesar todo con calma y pensar en cómo voy a afrontar la situación una vez que regresemos.

Ya no solo eran Edward y Eleazar, ahora todos saben de lo que soy capaz y sé que algunos querrán borrarme del mapa por temor a mí. Por lo que puedo hacer.

Luego de saciar mi sed le ruego a Garrett ir por ropa nueva pues tanto la de él como la mía estaba salpicada de sangre y de ninguna forma me presentaría así ante Renesmee. Tomamos unas cuantas prendas de un local ya cerrado y vacío para entonces por fin dirigirnos a la casa del aquelarre Cullen.

Al llegar al bosque colindante a la propiedad nos recibe una sonriente vampira rubia de ojos dorados. Ella tenía el pelo largo, rubio pálido y lacio. Su belleza era encantadora aun para los de nuestra especie, aunque no tanto como la de Rosalie. La reconozco como una de las vampiras que estaba junto a Garrett al momento del ataque de los lobos.

—Vaya espectáculo el que diste Katherine —Revolotea alrededor de nosotros—. La tenías muy bien escondida Garrett.

El susodicho suspira y sonríe. —Estoy lleno de sorpresas Kate.

Aguarda, ¿ellos dos están... coqueteando? De acuerdo, tal vez si me había perdido demasiado. Ambos no pueden apartar sus ojos del otro. No puedo evitar una sonrisa burlona al ver esta faceta de mi creador.

La nombrada Kate dirige su atención a mí. —Deberías entrar. La pequeña ha vuelto locos a todos preguntando por ti, ha estado negándose a dormir hasta no verte. Edward estaba a punto de salir a buscarlos.

¿Soy yo, o me está corriendo?

Antes de poder contestar la vampira toma a Garrett del brazo y toman el mismo camino por el que él y yo veníamos. Alcanzo a escuchar que hablan sobre la dieta del clan Cullen. ¿Garrett la estaba considerando? En cierta forma, no me sorprendía. Él aventurero Garrett tomaría cualquier desafío que le presentaras y Kate le estaba dando uno grande.

Comienzo a avanzar hacia la residencia pensando en que decirle a Renesmee cuando un gruñido detrás de mí me hace detenerme. Jacob me taladra con su mirada, está en su forma humana por el momento. Me pongo en cuclillas atenta a sus movimientos. Esta vez no tengo que preocuparme por que Renesmee salga herida.

—¿Has ido a saciar tu hambre, pequeña sanguijuela? Veo como tus ojos relucen con la sangre de los inocentes. Dios, francamente no entiendo el encaprichamiento de Nessie contigo, monstruo.

No puedo evitar gruñir al escuchar el estúpido mote que le ha puesto a la niña. —Ni yo el de ella contigo, perro sarnoso. Pero ya ves, así son las cosas. Ahora, te recomiendo que me dejes en paz si no quieres terminar empalado a un árbol.

Su rostro se contrae en furia y vuelve a gruñir acercándose unos cuantos pasos a mí. —Me gustaría ver que lo intentases rubiecita.

Antes de que siga avanzando el metamorfo es lanzado con fuerza hacia atrás.

—Aléjate de ella Jacob —habla Edward, interponiéndose entre el chucho y yo.

—Aléjate de ella Jacob —habla Edward, interponiéndose entre el chucho y yo

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Red Moon ━ Edward Cullen ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora