xiv. jacob

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—Entra —Me ordena Edward, alejándose de mí para dar unos pasos en dirección a Jacob—. Katherine entra a la casa —repite, al ver mi resistencia a obedecerlo.

Sinceramente ardía en ganas de patearle el trasero a ese chucho y no quería quedarme sin la oportunidad de hacerlo.

Edward me lanza una mirada exasperada al leer mis pensamientos. —Por favor, Katherine. Renesmee está dentro esperándote.

Le devuelvo la mirada pero abandono mi posición defensiva.

—¿Si sabes que aquí la que tiene el don de obligarte a hacer lo que quiera soy yo, verdad?

No me responde pero vuelve a mirarme con exasperación, aunque juraría que vislumbre un amago de sonrisa. Le dedico una última mirada a Jacob, quien también me observa. Algo me decía que su aversión hacia mí era por la atención que la pequeña Cullen me dedicaba. Pero no comprendía el por qué de su apego casi obsesivo con Renesmee, si bien podría decirse que paso lo mismo conmigo lo de él parecía diferente. Más intenso.

Al cruzar la puerta de la mansión entiendo por qué únicamente Edward había salido a evitar que el chucho y yo nos descuartizáramos: en la casa solo estaban Rosalie y Renesmee.

La vampira de ojos dorados alimentaba a la niña, meciéndola entre sus brazos y cantándole. La semi humana estaba por rendirse ante su tía cuando fijo sus ojos en mí, desechando cualquier rastro de cansancio alzo sus manitas hacia mí, gimoteando para lograr que su tía la soltara. La rubia me dedico una mirada parecida a la que me había dado Edward segundos antes, pero permitió que tomara a Renesmee entre mis brazos.

—Podrías haber esperado unos minutos antes de entrar —Me recrimino Rose.

Respondí con una vaga disculpa antes de centrarme en la bebé ya en mis brazos. Fruncí el ceño al ver que había crecido dos centímetros más desde la última vez que la vi.

—¿Por qué no querías dormir, pequeña bribona? —Le pregunte, imitando el suave balanceó con el que Rosalie había estado a punto de dormirla. Como siempre, se negó a hablar y prefirió usar su don. Me tense al ver sus recuerdos. La niña me mostraba el incidente de hace unas horas visto desde sus ojos.

Ah merde! (6). Me veía tan patética cayendo sobre el pasto.

Sin embargo ella no lo veía así, estaba preocupada.

—Hey, estoy bien —murmuré, besando suavemente su frente. Siguió mostrándome imágenes de mí y del chucho. Le disgustaba nuestra relación tan poco cordial—. No volverá a pasar —La tranquilice.

Al menos, eso era lo que yo esperaba.

Entonces decidió mostrarme el momento en que había gritado y logrado que todos se quedaran quietos.

—Eres especial —comentó con su dulce vocecita. Sin embargo lo decía como si hablara del clima—. Como yo.

Reí al escucharla. Por supuesto que no existía alguien tan especial como ella, literalmente ella era única en el mundo, pero decidí no contradecirla. —Tremendo par que hacemos tu y yo, eh —Choque mi nariz contra la de ella y picoteé su barriguita, logrando que riera. Su risa era exquisita, como el trinar de los pájaros.

Seguí arrullándola y entone una vieja canción de cuna francesa que mi madre solía cantar para mí y mi hermano hasta lograr que se durmiera. Edward y Jacob entraron en el momento justo en que Renesmee cayó en brazos de Morfeo, ambos inevitablemente sonrieron al verla.

El vampiro de cabello cobrizo se acercó hasta mí y sin decir palabra alguna le pase con delicadeza a su hija.

Gracias, por lo de hace rato. Pensé.

Él asintió en respuesta y me regaló la sonrisa torcida que tanto empezaba a gustarme antes de perderse entre los pasillos de la casa llevándose a Renesmee sin saber la fuerza que yo tuve que emplear para quedarme en mi sitio y no seguirlos. Sin saber que luche con mi corazón para no hacer lo que me gritaba, lo que anhelaba. Y no era la única; A unos metros de mi el chucho parecía compartir el mismo deseo.

Su oscura mirada no dejo en ningún momento el tierno rostro de querubín de Renesmee.

Y así, de una forma tan brusca y violenta entendí. Repasando cada momento, cada segundo desde que había llegado a Forks y cada interacción del metamorfo y la niña que presencie. Él la adoraba, sí. Como todos nosotros. Pero ahí, ante mí, estaba la verdad: Él lo hacía de manera diferente al resto.

Jacob estaba enamorado de Renesmee.



(6) ¡Ah joder!, en francés.

(6) ¡Ah joder!, en francés

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Red Moon ━ Edward Cullen ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora