v. lector de mentes

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No debería divertirme que su propia hija le ignore tan olímpicamente. El vampiro me observa con hastió al ver que su hija no planea moverse de mis brazos. Al menos no en un buen rato.

Si, no debería divertirme tanto. Pero lo hace.

Y por la forma en que me mira, se que sabe que lucho por no arrancarme a reír a carcajadas.

Decido ser buena y me levanto de la base del pino, con Renesmee aferrada a mi cadera. —Mon chéri (2) —exclamo, tratando de no sonreír—, creo que tu padre quiere pasar algo de tiempo contigo —Entierro mi cabeza en sus rizos color bronce y hago el ademan de separarla de mi cuerpo, pero la niña me abraza con fuerza. Frunzo el ceño al sentir como esconde su cabecita detrás de mi cabello. Edward exhala con impaciencia.

—Renesmee, ya hemos hablado de esto —dice el vampiro. Mi ceño se frunce aun mas, con desconcierto.

La hibrida niega y se aferra aun más a mí. —¿Qué sucede? —pregunto, cada segundo mas y mas confundida por la actitud de la niña. Y siendo honesta, también preocupada.

Garrett aparece en un parpadeo junto a mí, seguramente habiendo oído la ansiedad en mi voz desde algún lugar de la casa, y me sujeta por el codo. Sin dejar de mirarme se dirige al vampiro Cullen: —¿Sucede algo malo?

Nuestro anfitrión dice que no con la cabeza y alza sus brazos en dirección a su hija intentando despegarla de mi. —Tiene que alimentarse —responde Edward, inquieto—. Si me disculpan —Prueba nuevamente llevarse a Renesmee de mis brazos, quien a la par coloca una de sus manitas en mi moflete, utilizando su don. Mostrándome que quería que fuera con ella.

Abro la boca para externar los pensamientos de la semi humana pero soy bruscamente interrumpida por Edward. —¡De ninguna manera! Renesmee, por favor.

¿Cómo?, pienso. Mi cuerpo se aleja distraídamente de él.

Ante mi gesto el vampiro aclara con impaciencia: —Soy un lector de mentes. Ahora si me permites, Katherine, quisiera llevarme a mi hija.

¿Que él qué? Sacrebleu (3).

Casi quería abofetearme a mí misma, por supuesto que el vampiro de ojos dorados tenía que tener un don teniendo en cuenta la habilidad de su hija. De tal palo tal astilla ¿no?

Instintivamente me fuerzo a pensar en el himno de California y traducirlo al francés y comparto una mirada fugaz con Garrett, quien se ha puesto tenso a mi lado. Edward arquea perfectamente una ceja, obviamente siendo consciente de nuestro recelo, sin embargo se abstiene de comentar algo y vuelve a insistir en tomar a la bebé.

—No tengo ningún problema en acompañarla, si es lo que ella quiere —mascullo, sin poder resistirme a los deseos de Renesmee. Ella, ajena al nerviosismo a su alrededor, saca su cabecita de su escondite y me sonríe. Esta encantada con la idea, así que sin darle opción a su padre para refutar camino hacia el interior de la casa. Mi creador me sigue de cerca, aun con el cuerpo rígido—. ¿Cuál es su dieta?

—Sangre, comida humana. Puede subsistir de ambas, aunque los alimentos humanos no son sus predilectos —responde el líder del clan Cullen; Carlisle.

El vampiro de rubios cabellos y su compañera nos detienen en la entrada de la mansión con una amable sonrisa, acercándose a nosotras. Esme le ofrece una extraña taza de metal a Renesmee, lo suficientemente dura para que no fuera fácil de morder. Arrugo la nariz al ver aquella pegajosa y rarísima cosa blanca que olía a tierra agria; fórmula para bebes. El querubín en mis brazos me imita y se me escapa una risilla.

—¿Es necesario? —No puedo evitar la pregunta. Si no mal recuerdo ni siquiera todos los bebes humanos soportan esa cosa.

Unos oscurecidos ojos dorados hacen que la risa muera en mis labios. —Sí, lo es. Aunque eso no es de tu interés —gruñe Edward, molesto—. Por última vez, dame a mi hija.

Garrett me toma del hombro, listo para colocarme detrás de él. Y yo lucho por no mostrarle mis colmillos.

—¡Edward! —regaña Esme, profundamente perturbada por la actitud del vampiro. Sin embargo su mirada no deja lugar a objeciones. Renesmee dócilmente toma la taza que le ofrece Carlisle y eleva sus manitas en dirección al cobrizo, quien la toma con rapidez y se introduce en el interior de la casa.




(2) Cariño, en francés.

(3) Expresión empleada en el idioma francés para manifestar sorpresa, enfado o admiración. 

 

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Red Moon ━ Edward Cullen ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora