iv. de padres e hijas

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Uno a uno, cada vampiro había visto y aceptado la historia de Renesmee. Algunos con un poco de discreta persuasión mía. Luego de mí por supuesto siguió Garrett. Para darle lugar a los nómadas Peter y Charlotte. El clan irlandés ni siquiera tuvo que acercarse a la niña para creerle. Confiaban ciegamente en la más joven de sus miembros: Maggie. Amun había accedido a quedarse, aunque seguía receloso alrededor de la pequeña.

Alistair también se quedo –Garrett decía que lo hacía por Carlisle–, pero se mantuvo lejos de todos. Encerrado en el ático de los Cullen. Y yo sinceramente hubiera seguido su ejemplo de no ser por la pequeña Renesmee, que increíblemente no quería que me le despegara ni un instante pese al disgusto de su padre y de uno de los chuchos. Mi Jake, así era como la niña lo había llamado. Supongo que al ser la primera vampira fuera de su familia que la aceptaba era el juguete nuevo. Pero eso no me molestaba en lo absoluto.

Dicho querubín descansaba entre mis brazos, la semi humana había encontrado rápidamente su lugar, enterrando su cabecita en el hueco de mi cuello. Me encontré sorprendiéndome a mi misma al sentirme cómoda con ella, nunca fui buena con los niños de humana y nunca quise ser madre. Aunque bueno... tenía 19 años, ¿que sabía yo de lo que quería o no? Pero con Renesmee era algo natural, casi como si mi cuerpo se acoplara al de ella.

Hace unas horas que Maggie y Garrett me habían dejado a solas con Renesmee, ambos se habían enfrascado en una competencia por la atención de la hibrida pero era inútil. Con un poco de orgullo podía decir que la niña me prefería por sobre ellos.

Sisee al sentir sobre mí la intensa mirada del vampiro que me había evaluado como si fuera ganado –que ahora sabia se llamaba Eleazar–. Me fastidiaba bastante, sin embargo no quería ser grosera y menos con un Cullen así que buscando algo de intimidad en aquella casa –aunque fuera imposible con tanto vampiro– me retiré del enorme ventanal donde reposábamos y salgo al patio trasero bajo la atenta mirada de Rose y Esme, la compañera de Carlisle. Las ignoro y decido sentarme con Renesmee al pie de uno de los pinos cerca de la propiedad.

Seguramente Edward debe estar vigilándome desde el ventanal de su habitación.

Entiendo sus reservas al momento de dejarme a solas con la bebé sabiendo que no llevo mucho tiempo como inmortal y que mi autocontrol no es ni de cerca el mejor. Lo que no ven es que nunca podría hacerle daño a Renesmee. La mezcla de aromas en su sangre me repele y para nada es siquiera antojable, pero no es eso lo único que me detiene. Aunque en cierto momento me asuste con la forma tan fácil en que caí ante ella. Estaba completamente loca por la bebe. Parecía que tenía el don de hacer que la quisieras. Ya tenía colgados alrededor de su pequeño meñique a la mitad de los testigos.

Me estremecí bruscamente al sentir su manita en mi mejilla, pero no me mostró nada. La apreté con suavidad contra mí. Esa niña tenía un nulo respeto por el espacio personal, pero nuevamente no podía molestarme con ella. Era imposible hacerlo. Aunque eso no quita que intenté hablar con la híbrida al respecto. La pequeña dio un par de palmaditas en mis mejillas antes de usar su don. Nuevamente me estremecí al sentirla en mi mente, era una sensación a la que no terminaba de acostumbrarme.

Renesmee me mostró imágenes vagas y borrosas de los planes que tenia conmigo. Quería ir al bosque a atrapar copos de nieve, ir en una excursión al pueblo en busca de ropa nueva, quería enseñarme lo bonitas que le quedaban las trenzas que su abuela Esme le había enseñado a hacer. La pequeña estaba deseosa de jugar con mi rubio cabello. Y sobre todo –desde que Garrett le había dicho que era pintora– se le había metido entre ceja y ceja que quería ir con su abuelo humano de pesca para dibujar el lago. A la bribona poco le importaba que su padre pudiera despedazarme y reducirme a cenizas si siquiera pensaba en acercarme a algún humano. A su suegro ni hablar.

Juraría que incluso ya lo escuche gruñir.

¿Cómo explicarle a la niña que yo no podía acercarme a los humanos de esa manera porque era una vampira diferente a su familia? ¿Cómo explicarle que yo me alimentaba de sangre humana?

Comenzaba a ponerme nerviosa. Renesmee a su corto tiempo de vida ya era uno de los seres más inteligentes que conocía pero tenía un profundo respeto por la vida humana. No paraba de mostrarme imágenes de su abuelo Charlie y su amiga Sue y de lo mucho que los amaba.

Estaba por intentar explicarle a la niña por que no podía acompañarla cuando un suave carraspeo me interrumpe. Frente mío, luciendo terriblemente incomodo, esta Edward Cullen.

 Frente mío, luciendo terriblemente incomodo, esta Edward Cullen

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Red Moon ━ Edward Cullen ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora