vii. la vie en rose

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Para cuando volvemos solo Peter y Charlotte merodean por la mansión aparte del clan de ojos dorados

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Para cuando volvemos solo Peter y Charlotte merodean por la mansión aparte del clan de ojos dorados. Renesmee se encuentra en el jardín trasero tendida sobre una manta color celeste con Jacob sosteniéndola, los dos muy quietos junto a uno de los grandes pinos del claro, a la espera de que los gorriones se les acercaran. Suspire de envidia, a mi jamás se me acercarían los pájaros. La pequeña se ve feliz al ver a las aves cantando a su alrededor.

Esme no está muy lejos pero la castaña se dedica a arreglar su huerto en lugar de acompañarlos. Ninguno de los vampiros nos acercamos por temor a espantar a los animales que tienen tan enajenada a la niña Cullen. Viéndola me hace recordar lo mucho que extraño poder tocar a los perros, vuelvo a suspirar, repentinamente nostálgica.

Sacudo la cabeza para alejar la punzada de dolor que me recorre el cuerpo. Había pensado mas en mi vida humana en estos últimos días que en todos mis años como vampira, no era bueno. No me gustaba hacerlo porque cada vez que lo hacía me percataba de que me costaba recordar con detalle las cosas. Lo primero que había olvidado fue el rostro de mi padre luego el de mi madre, el de mi hermano era borroso.

La repentina sensación de ser observada me hace voltear en dirección a la casa, donde desde su habitación, Edward fija su mirada en mi unos cortos segundos antes de centrar su atención en su hija, quien a su vez dirige sus achocolatados orbes hacia mí. Mi nostalgia se evapora cuando contemplo como se olvida del licántropo y bailotea hasta donde estoy parada. Sin poder evitarlo una enorme sonrisa se extiende por mi rostro cuando Jacob profiere un gruñido de molestia.

Ma belle fille (4) ¿Te diviertes? —saludo. Ella estira sus manos pidiendo que la levante y en cuanto lo hago sus manitas ya están en mi cara, usando su don. Yo aun no me acostumbro a la sensación de sentirla en mi mente pero no hago comentario alguno. La niña me cuenta todo lo que había hecho en el rato de mi ausencia, minuto a minuto. Tuve la sensación de que quería que yo conociera hasta el último detalle. Cuando me mostro un recuerdo de su padre cantándole en voz baja me estremecí, la melodía era tan bonita que me la manifestó dos veces.

Viendo mi reacción, Garrett se apresura a tomar la mano libre de Renesmee y posarla en su pómulo para luego solo sonreírnos a ambas.

—¿Sabes Renesmee? Aquí Kath sabe cantar muy bien —La sonrisa de la pequeña se amplia y chilla de emoción.

—Por supuesto que canto hermoso, como todos los vampiros Garrett —me burlo—. Excepto claro, tú.

La pequeña Cullen detiene cualquier cosa que pueda decir mi creador y palmea mi mejilla en busca de mi atención. Yo suelto una risa y comienzo a cantar.

Des yeux qui font baisser les miens
Un rire qui se perd sur sa bouche
Voilà le portrait sans retouches
De l'homme auquel j'appartiens
Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose(5)

Garrett soltó una armoniosa carcajada, podía ver que le complacía enormemente verme contenta, y en segundos se unió a mí, por supuesto, luego de años escucharme tararear esa canción se la sabia a la perfección. Su fuerte acento americano nos hizo reír a Renesmee y a mí, juntos entonamos la letrilla, bailando de un lado a otro. Pasadas tres estrofas, la niña se sumo a nuestro pequeño concierto improvisado. Esme y Rosalie nos observan sentadas en la entrada de la casa, tiernas sonrisas adornan sus rostros.

No me sorprendió que ya supiera imitar el acento con el que yo cantaba, mi creador y yo reímos más fuerte, totalmente encantados con la hibrida. Somos interrumpidos ante la caída de una ligera llovizna. Renesmee levanta su carita hacia el cielo, disfrutando de las gotas de agua y Garrett y yo sonreímos. Era ineludible no hacerlo al verla. Cuando comienza a llover con más intensidad Rosalie toma a la semi humana entre sus brazos y en un parpadeo ya la tiene dentro de la casa resguardada.

—Katherine, Garrett adelante por favor —invita Esme. Mi creador sonríe y prácticamente me empuja para aceptar la llamada de la castaña pero somos impedidos por el hijo adoptivo de la vampira. El cobrizo de ojos dorados se nos acerca, su paso elegante y felino me pone nerviosa, no porque lo perciba como una amenaza, si no porque...

No, no vayas por ahí, Katherine.

—Quisiera pedirles una disculpa, a ambos. Mi comportamiento anterior fue poco caballeroso —expresa.

—¿Eso crees? "Poco caballeroso" no es como yo lo llamaría, yo diría que fue más bien... grosero. Y "grosero" es la palabra más cortes que encuentro —señala a mi lado Garrett. Tomo su mano y tiro de ella en represalia.

—No tienes nada de que disculparte Edward —intervengo—. En todo caso soy yo quien debe pedir perdón, no tenia porque meterme donde no me llamaban.

—Aunque así hubiera sido, mi reacción fue exagerada —Edward da un par de pasos adelante y tiende su mano en dirección al bosque—. Por favor, ¿me acompañarías unos minutos afuera Katherine?








(4) Mi hermosa niña, en francés.
(5) Fragmento de la canción titulada La vie en rose de Edith Piaf.


 (5) Fragmento de la canción titulada La vie en rose de Edith Piaf

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Red Moon ━ Edward Cullen ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora