Red Moon ━ Edward Cullen ¹

xix. la hija de un soldado

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—Ya en el tema de entrenamiento, ¿no deberíamos instruir a la pequeña Kitty Kat para que pueda defenderse? —pregunta Emmett.

Ruedo los ojos al oírlo. Al carajo Emmett y su estúpido sobrenombre. Por millonésima vez deseo volver a la tranquilidad del claro y de la compañía de Edward y Renesmee. Todavía no terminaba de entrar a la casa del clan Cullen cuando Eleazar me había abordado hablando de entrenarme sin embargo la propuesta de Emmett era sumamente interesante.

Eleazar esta por frenar al vampiro de hoyuelos. Me abstengo de respingar cuando Garrett y yo intercámbianos una mirada divertida. A mi lado Edward ríe al percatarse de nuestros pensamientos.

—¿Qué? —gruñe Emmett.

El vampiro no sabía en donde acababa de meterse. Garrett me había enseñado defensa personal antes incluso de decirme la nueva índole de mi naturaleza. Y mi creador era un muy buen maestro.

Recordando mis ambiguas clases de actuación de 12° grado (7) pongo mi mejor cara seria cuando me dirijo a mi congénere.

—Creo que es una estupenda idea, Eleazar. ¿Podrías enseñarme Emmett? —preguntó, colocándome frente a él en una torpe posición defensiva.

            Él ríe. —¡Vamos Kitty! —Su mano me señala, burlándose de la colocación de mi cuerpo y haciendo un mohín con los labios—. ¡No es divertido cuando no saben defenderse!

—Yo no la subestimaría Emmett —Aconseja su hermano adoptivo. Una sonrisa curvo discretamente sus labios sin que el grandulón se diera cuenta.

—¿Hablas en serio? —La sonrisa de Emmett se extendió de oreja a oreja.

—Solo enséñame lo básico, s'il vous plait. (8)

—No digas que no te avise Kitty.

No puedo evitar sentirme nerviosa cuando veo sus músculos flexionarse, pero logre mantener una expresión indiferente. Él es probablemente uno de los vampiros con más fuerza que conozca. Aunque pronto me doy cuenta que también el más impulsivo. Esquivó fácilmente su primera patada, logrando tomarlo por el tobillo y tirar de él, desequilibrándolo para después atizar un certero golpe en su mandíbula.

Suelto una risilla cuando veo su sorprendido rostro. Alcancé a escuchar también las risas sofocadas de Edward, Garrett y Kate. Incluso Eleazar parece disfrutar nuestro espectáculo.

Tomando impulso ruedo sobre mí misma para tomar distancia entre ambos cuando lo veo preparase para atacar de nuevo y con mi pierna logró tumbar al hombre. Usando su propio peso en mi beneficio lo dejo caer en el suelo del bosque.

—¡Maldición Katherine! —masculla iracundo. Sonrió presumida por haber ganado y porque me llamo sin usar ningún mote absurdo.

—Ese es mi nombre cher ami. (9) Úsalo.