xvi. decisiones, decisiones

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Un silencio tenso se extiende por la habitación

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Un silencio tenso se extiende por la habitación. Mi muerto corazón se siente pesado dentro de mi caja torácica.

Los Vulturi.

¿Por qué hasta ahora estaba viendo el panorama completo de toda esta locura? Corrección, lo sabía pero no había querido afrontarlo.

Tal y como había dicho Garrett había estado tan enfrascada en mi burbuja con Renesmee que había dejado de lado lo primordial; nuestras vidas pendían de un hilo. O más bien, de una decisión.

Una que me correspondía solamente a mí.

El plan de los Cullen al juntarnos en este pueblo era detener el tiempo suficiente a los regentes del submundo para que escucharan la verdadera versión de la historia, que comprobaran que Renesmee no era una niña inmortal. La niña crecía, era racional e inteligente. Su corazón latía.

Si me estaban pidiendo enfrentarme a los Vulturi significaba que existía una probabilidad de que ese intento fallara. Pero, ¿qué es lo que quería Eleazar? ¿Que usara mi don contra los Vulturi? Mi habilidad no era tan fuerte para poder contra más de media centena de vampiros. Apenas si pude con menos de una decena de vampiros y un par de lobos ¿y Eleazar espera que haga lo mismo contra toda la Guardia Vulturi?

—Con práctica podrías Katherine —dice Eleazar, extraordinariamente adivinando mis pensamientos. A este punto de la conversación el vampiro no ha parado de recorrer la habitación en círculos. Frunzo el ceño ante esa idea. En un principio practicaba con Garrett y progrese considerablemente...

—Eleazar, por favor. No pueden pedirle eso —habla Edward, en menos de un parpadeo esta frente al vampiro de tez oliva. El cobrizo era un vampiro más veloz que el promedio por lo que me tomo por sorpresa su súbita aparición.

—Hijo... —interviene Carlisle, posando una de sus manos en el hombro de Edward. El vampiro de cabello cobrizo niega con la cabeza y me mira por un breve instante. Yo me encuentro tiesa en mi lugar.

Edward continúa:
—No, no pondré en riesgo a nadie por algo que yo he provocado —Ambos vampiros parecen estar teniendo una muda conversación—. Suficiente tengo con haberlos arrastrado a ustedes conmigo. No Carlisle.

—Alice fue muy clara, Edward. La guardia entera viene, ¿enserio crees que está entre sus planes detenerse a escucharte? —Cuestiona Eleazar—. ¡No! Vienen en pos de adquirir y destruir.

Su última frase llama mi atención. Adquirir y destruir eran los adjetivos que justamente utilizo hace tantos años Garrett. Al parecer, mi creador no era el único en desconfiar de las verdaderas intenciones de los vampiros italianos.

Edward vuelve a negar.

—Katherine es aún muy joven, Eleazar. Sinceramente me sorprende incluso que sepa controlar su sed, estas pidiendo demasiado —sigue. Esta a dos palabras de lanzársele al cuello al vampiro de tez oliva—. No sabes siquiera si su don en mental o físico. ¿La enfrentarás a Jane o a Alec?

—Tú lo sentiste, incluso con una fuerte voluntad mental ella es capaz de traspasarla y hacer de cualquiera su títere. Tiene mucho potencial, con practica será capaz de dominar ejércitos sin apenas inmutarse —Eleazar deja de dar vueltas por la habitación y se dirige esta vez solo a mi—. Eres joven e inexperta, apenas explorando tus capacidades. Es cierto. Sin embargo con la guía correcta harás grandes cosas, estoy seguro de ello. Me pregunto qué pasaría si...

El vampiro sigue divagando pero yo ya he dejado de prestarle atención.

Al llegar a Forks, mi creador y yo acordamos que ayudaríamos a los Cullen en lo que pudiéramos, sin embargo si alguno de los dos –pero Garrett lo decía por mí– se veía en riesgo abandonaríamos nuestra misión altruista y volveríamos por donde vinimos. Y por riesgo hablábamos precisamente de los vampiros italianos. Más tarde, al descubrir el don de Edward habíamos tirado por la ventana esa idea. Y ahora que más de una treintena de vampiros estaban al tanto no había forma de que los Vulturi no lo supieran tarde o temprano.

En todo caso lo único de lo que sería capaz es de dar la orden a la guardia de no atacar, tal vez prohibirles moverse. Pero no podría detener a los que tuvieran habilidades especiales. Solo bastaría Jane para tenerme tendida temblando de dolor y Alec podría usar su don contra la treintena de vampiros que éramos y cegarnos. Por otro lado, Zafrina podría hacer lo mismo con ellos con su don de la ilusión. O bien podría controlar solo a Alec...

En realidad no disponía de opciones. O me enfrentaba a ellos ahora o terminaría haciéndolo en unos años. Siglos si la suerte estaba de mi lado.

Si lo hacía ahora estaría protegiendo a Renesmee.

—Detente Katherine —rugió Edward al oír lo que pensaba—. No voy a dejar que te arriesgues de esa forma. Ninguno de ustedes lo hará. Están aquí en calidad de testigos, nada más.

—Mi hijo está en lo cierto —secunda Esme—. Nunca les pediríamos que se arriesguen así por nosotros.

—Testificáremos Esme, hemos visto por nuestros propios ojos como Renesmee crece día a día y lo podemos asegurar —habla la vampira de pelo negro—. Pero también tenemos que considerar que otras cosas podemos hacer.

—Carmen... —protesto Edward.

—Si los Vulturi no se detienen lo suficiente para escuchar nuestra declaración, no nos vamos a quedar de brazos cruzados —insistió Tanya—. Aunque, claro, solo hablo por mí.

—¿Realmente dudas tanto de mí, hermana? —Kate elige ese momento para entrar en la sala de la casa. Garrett la sigue de cerca. El vampiro me dice con su mirada que respetara la decisión que yo tome. Sea la que sea me seguirá.

Ayudar a los Cullen o irnos y dejarlos a su suerte.

Realmente no tengo nada que pensar.

—Cuenten conmigo —exclamo, levantándome de mi lugar.

—Cuenten conmigo —exclamo, levantándome de mi lugar

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Red Moon ━ Edward Cullen ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora