ARTHUR
La súbita presencia de Didier en mi estudio, me hace apenas virar mi vista a la pintura que no dejo de retocar con el grafito, lo que comencé días atrás.
No pude dormir como se debe, casi nada en realidad.
Mucho por mi sistema que ante la euforia de volver a pintar, me sacaba el sueño.
Mi camisa pese a su calidad lo avala, porque gran parte está por afuera de mi pantalón como sus arrugas a la vista por recostarme sin desvestirme, cuando quería conciliar el sueño anoche, al igual que sus puños arremangados hasta la altura de mis codos con señales de pintura, por hacerlo sin siquiera limpiarme en el apuro.
Y mi pelo es otro tanto y no se queda atrás.
Ya que, lejano al peinado riguroso que llevo en reuniones, mis apariciones en la galería o cualquier reunión con potenciales clientes, ahora y como anoche en mi desvelada, lo siento revuelto a un costado, como cayendo ondulado por un lado, lejos de la ayuda de mi boina para retenerlo.
Escucho como deposita papelerío en el espacio libre de mis pinturas en la mesa a mi lado, distinguiendo algo de documentación del edificio finalizando su remodelación y otro tanto que no abandonan su manos.
- ¿La galería ya está lista? - Consulto, mientras mi lápiz retoca la ondulación de la figura con pequeños trazos.
- Sí, señor Arthur. Levantando y despejando todo. - Y sonrío complacido frente a mi dibujo.
- ¿Entonces a termino para la fecha?
- Con día y horario, ya haciéndose cargo la imprenta para las invitaciones, señor... - Eficiente y en el ínterin, chequeando la hora desde el reloj que cuelga de un bolsillo de su chaleco a través de una cadenita de plata y cual notando la que atraviesa, escucho que camina hasta otra, donde una jarra de cristal con agua fresca y vasos a juego descansan.
Sirve un poco en uno y retomando su vuelta hasta mí, me lo deposita acompañado del pastillero, obligando a dejar mi grafito.
- Debería descansar... - Me dice. - ...su semblante denota mucho cansancio. - Me dice con la tranquilidad que es su marca registrada mi viejo amigo.
Y lo miro por sobre el cristal del vaso que bebo.
- Ya habrá tiempo para eso. - Es mi respuesta dejando el vaso y señalando los papeles restantes de su mano.
Como una especie de carpeta.
Creo.
- Los seleccionados por usted para que exhiban sus obras en la inauguración. - Responde a mi curiosidad, seguido a sacar otras hojas bajo ellas y aparte. - Y lo que me pidió en averiguar... - Finaliza.
- ¿Puedes leerlo? - Pido y Didier no se hace esperar.
Comienza a hacerlo, mientras yo tanteando mi banqueta tomo asiento y cruzo mis brazos, para solo escuchar atentamente lo que su boca lee en detalle.