Cap.5

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Los días se me pasan lentos, tan lentos y largos que no puedo con ellos, me cuesta salir de casa y no soy el único, las luces en el pueblo se apagaron, las canciones pararon y el pueblo entero esta de luto por la perdida del ojimorado, Auron insistió en que fuera a terapia como Nieves pero me negué, no quería hablar con nadie ahora, todo lo que quería era encontrar al responsable de su muerte, saber el motivo, no entendía como alguien quisiera hacerle eso a Vegetta si todos lo amaban. 

Hoy es el funeral, dos semanas desde aquella noche pero apenas terminaron la estatua en mármol que mandaron a hacerle a uno de los héroes más queridos de Karmaland, la estatua presentaba a un sonriente pelinegro con cada detalle de su cuerpo definido, bien detallado y sus ojos en un toque morado, decidieron colocarle un par de amatistas en los ojos para recordar su mirada hermosa, empuñaba una espada y en la otra su escudo, la pose perfecta para todo héroe. 

Todos vestimos de negro, Nieves no se separó de mi en ningún momento sosteniendo mi brazo tratando de aliviar mi dolor, pero como podría hacerlo si no tenía la menor idea de lo que sentía por el chico. 

Todos dijeron lo que Vegetta fue para ellos, no oficie la misa pues el peso de perder a quien amas ya es demasiado grande y no podría soportar tener que hacerle la ceremonia de despedida, no dejó de nevar en todo el día, el frío de su ausencia se sentía tan real en la piel, quemaba no sentir el calor de su abrazo rodeando mi cuerpo. 

Finalmente enterraron la caja de madera bajo tierra despidiéndose de aquel que nos lleno de vida y alegría tardes enteras, pedí a Luzu que se llevaran a Nieves a casa pues yo necesitaba estar solo un rato, me senté en la nieve fría frente a su estatua sobre su lapida. 

> Sé que no debo...y que no es mi responsabilidad pero chiqui...encontraré a quien te alejo de mi- la voz se me quebró al instante de recordar su voz diciendo aquel apodo que siempre me pareció ridículo pero ahora que no esta, necesito volver a escucharlo-...y-yo te juro que no dejaré que esto quedé así, cuidaré de Doblas y mantendré limpia tu casa y...nu-nuestra casa- las lagrimas no dejaban de caer, no pude decir nada con todos aquí pero ahora solo era como cuando estaba vivo, solo con él podía ser realmente yo, sin que me juzgará por nada-...nuestra casa.

Deje una rosa morada a los pies de la estatua antes de irme y entonces recordando los últimos momentos a su lado lo recordé, los nuevos. 

Corrí lo mejor que pude hasta la oficina de la policía para ver que podía hacer con la investigación y si mis deducciones eran correctas podría atrapar al asesino.

> Alex...

> No Rubius...Auron nos advirtió que intentarías esto pero me temo que en tu situación actual no podemos dejarte intervenir en la investigación, claro que te mantendremos al tanto de lo que tengas que saber pero no podemos incluirte en ella. 

> P-pero puedo ayudar...quiero ayudar

> Lo se Rubius pero aún estas mal por lo que paso, ve a descansar...nosotros nos encargaremos de esto, bien? 

No tuve más opción que irme de ahí, si no me dejarían investigar tendría que hacerlo por mi cuenta, ellos buscaran por el día y yo, bueno por la noche.

Dejé a Nieves dormida para salir por el túnel secreto donde solíamos encontrarnos, un nudo en mi garganta volvió a formase pero no podía dejar que las emociones me ganaran, necesitaba ser fuerte si quería encontrar al culpable. 

Me puse el casco de Oso antes de salir al bosque nevado y escabullirme hasta el pueblo, recordando lo que paso mi principal sospechoso sería Axozer, no se llevaron bien ni una sola vez desde que llegaron al pueblo, pero él solo no podría enfrentarse contra Vege y ganar...un cómplice, claro, actuaron en conjunto, ahora solo necesito recolectar todas las pruebas para demostrar que mi teoría es real. 

Estaba en la copa de un árbol viendo a la distancia la hermosa estatua sobresaliendo del panteón a un costado de pueblo, una estrella fugaz paso por encima de mi, recordando aquella noche que vimos la lluvia de estrellas juntos en su casa del árbol y vimos pasar dos estrellas fugaces juntas, una emitía una hermosa luz esmeralda y la otra dejaba un maravilloso rastro morado tras de ella, exactamente como la que pasa por encima de mi ahora adornando el hermoso cielo estrellado. 

> Te voy a extrañar...bobo- no pude contener una lagrima que rodo por mi mejilla mientras veía la estrella desaparecer en la inmensidad de la noche. 

Me apresuré a la casa de mi lobito para buscar lo que sea que me sirviera, subí sigiloso por la guarida de lobo nocturno y no me esperaba el choque de emociones que sería el encontrar su armadura de lobo en aquel soporte, el morado del casco casi igualaba el de sus ojos, camine admirando cada rincón del lugar maravillado y repleto de nostalgia, pocas veces me había dejado bajar aquí con él. 

Mi corazón cayo al suelo hecho pedazos cuando vi una pequeña caja de terciopelo negra en una de las mesas del lugar, dentro un anillo dorado con una pequeña esmeralda en el centro, la levante y abajo había una carta con mi nombre en el sobre. 

No tuve el valor de abrirla, mi corazón ya dolía lo suficiente con el simple hecho de saber que me pedirías matrimonio. 

> Deluque...- guarde la carta junto con el anillo en mi mochila para seguir buscando, vi el casco de lobo y también me lo lleve, necesitaba tenerlo cerca de alguna forma. 

Subí a la casa que ahora se sentía tan vacía sin su risa escandalosa, sus gritos enojados o su simple presencia leyendo algún libro en aquel sillón de la esquina con un té caliente en la mesita de al lado. 

Camine entre la oscuridad y silencio de la casa buscando algo que me guiara al culpable pero no encontré más que recuerdos que me dejaron derrotado frente la marca de donde esa noche estuvo el cuerpo de mi amado. 

No pude soportarlo más y salí corriendo del lugar, el pueblo entero colgó un moño negro en sus puertas y poco a poco la felicidad y los colores que había hacer unas semanas se fue apagando.


La Noche que el Lobo murió | KARMALAND #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora