A esta hora del día la afluencia de personas en la cafetería es menor, por lo que los empleados aprovechan para arreglar algunas mesas y acomodar los botes de jarabe en los estantes. El tiempo con pocos clientes también se presta para echar chisme y a decir verdad a quien no le gusta ponerse al día con sus compañeros.
—Entonces ella lo siguió con un taxi... —Continúa relatando una chica de anteojos mientras limpia la máquina de espressos.
Matt y ella son los únicos acomodando la barra, por lo que los demás se están perdiendo de lo más heavy que le pasó el fin de semana a la vecina de ella. Matt, por su parte, se siente identificado con la frase «el chisme no me gusta, pero me entretiene». Pocas veces tiene algo que aportar, sin embargo siempre escucha atento.
—Y ve al desgraciado entrando a un motel —la chica, llamada Rebecca, empuña las manos reviviendo el coraje— ¿Puedes creerlo? Le dijo que iba a una junta de trabajo el muy cínico.
—Dime que lo mandó a la mierda. —Añade Matt, con los ojos completamente abiertos por la impresión.
—¡Y eso no es lo peor! —Se acerca a él, lo que le dirá no lo puede oír nadie más. No obstante, en ese momento la campanita de la puerta de entrada suena por lo que ambos se separan, acomodándose el delantal verde que usan como uniforme— ¡Bienvenido a Starbu... —se queda muda al ver de quién se trata, por suerte su compañero sale a su rescate.
—Bienvenido a Starbucks, ¿qué desea ordenar este día? —Matt debe hacer un esfuerzo sobrehumano para no poner los ojos en blanco, por más que ese tipo comience a hartarlo, debe ser amable con los clientes porque así lo estipula su contrato.
—Lo mismo de siempre —el pelinegro recién llegado fija sus pupilas granates en el lindo barista, quien con una falsa sonrisa toma un vaso para marcar el pedido—, un green tea frappuccino con leche de soya, jarabe de menta, crema batida extra y tu número de teléfono, por favor.
—Su bebida será entregada al final de la barra, señor. —Responde Matt, sonriendo de forma tan falsa que hasta sus ojos se cierran un poco.
—Ya te dije que me llames Beyond —Insiste el indeseado cliente—, no soy tan mayor.
—Aquí está su cambio. —Le entrega el dinero como si el comentario anterior no hubiera existido, no obstante, Beyond le acaricia la mano al tomarlo.
Todos los días ese tipo hace lo mismo. Llega, pide una bebida, le pide su número telefónico, es rechazado y luego se pasa la tarde entera leyendo un libro. Al parecer hoy no es la excepción.
—Ay, tu admirador es tan lindo... —Comenta Rebecca entre suspiros una vez que el cliente está lo suficientemente lejos.
—Es un acosador, eso es lo que es.
—Eso no cambia el hecho que le gustas, ¿quién se gastaría más de cinco dólares diarios en una frappé?
—Es que aparte de acosador es un idiota, habiendo cafeterías más baratas e igual de buenas. —Responde Matt, pasando un trapo encima de la barra.
—Ay, pero debes admitir que tiene su encanto. —Junta las manos con ilusión, poniendo cara de boba al ver a ese cliente tan peculiar.
Matt también fija la mirada en Beyond, quizá pasar tanto tiempo con su compañera lo está afectando, pero debe admitir que tiene razón. Si es honesto es algo que ya había notado, el tipo no está de mal ver por más que sea raro y el libro en la mano le da un aire intelectual que lo hace lucir sexy.
—¿Crees que debería darle mi número? —Pregunta Matt, recorriendo todavía con la mirada al hombre.
Rebecca abre la boca de la impresión, jamás creyó escuchar esas palabras, y lo único que le impide gritar es que recuerda que está en el trabajo.
—¡Por supuesto! —Lo toma del brazo efusivamente y lo zangolotea, de alguna forma tiene que expresar su emoción— ¿Qué tal si es el amor de tu vida? Pero si tienen una cita, deben ir a un lugar público. —Añade lo último a manera de advertencia.
—No soy tan idiota como para quedar en un lugar a solas con él. —Matt sonríe de lado, sacando del mostrador un pastel.
Rebecca se acerca curiosa hasta él, viéndolo servir en un plato un pedazo de pastel y añadiendo algunos detalles con una manga de pastelería.
—Ya vuelvo. —Dice al terminar de servir, luego sale de la barra.
Beyond pasa la siguiente página de su libro y mientras continúa la lectura estira un brazo para agarrar su bebida. Está tan inmerso en la historia que no se percata que alguien se aproxima hacia él, hasta que de repente un plato es colocado en su mesa.
—Su postre, señor.
—Yo no... —al alzar la mirada, se encuentra con el barista de bonitos ojos verdes, ese por quién visita la cafetería a diario tan solo para verlo.
—La casa invita. —Añade, supone que lo que el otro iba a decir antes de quedarse como si acabara de ver un fantasma, es que no había pedido nada extra.
—Uhm, gracias. —Carraspea la garganta, intentando recobrar la compostura. Sin embargo, sus ojos se abren de par en par al voltear hacia el plato y ver en él unos números escritos con jalea.
—Anótalo antes que se borre —sugiere Matt con una sonrisa coqueta—. Salgo a las seis, llámame a esa hora y... y si tienes suerte podemos tener una cita. —Murmura con galantería, guiñandole un ojo antes de marcharse.
Beyond tarda unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hace busca su teléfono desesperado. Necesita anotar ese número telefónico, volver a casa, darse un baño y estar lo más presentable que pueda para la hora acordada; no todos los días se tiene la oportunidad de salir con un pelirrojo tan lindo.
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Flufftober
FanfictionBienvenidos al #FluffTober organizado por la pagina Es de Fanfics. En este libro se irán agregando pequeños oneshots diarios sobre el universo de Death Note. El género es yaoi/BL como todas mis historias y a continuación irán encontrando la lista de...