26. Perfume (Meronia)

186 34 10
                                    

26. Perfume

Mello camina por los pasillos del orfanato, dando mordiscos ocasionales a la barra de chocolate que lleva en la mano. De pronto se detiene cuando la puerta semiabierta de una de las habitaciones llama su atención. Sabe a quién pertenece esa habitación, así que no puede evitar hacer una mueca de asco al ver a su rival terminando de abotonarse uno de los tantos pijamas blancos que tiene. Near y él jamás podrían ser amigos, eso es lo que se dice a diario, aun así no aparta la mirada de ese chico, quien con parsimonia continúa arreglándose.

—¿Qué mierda haces, enano? —Empuja la puerta y entra mientras frunce el ceño. No pudo seguir de espectador al verlo tomar un tarro de talco de esos que usaban las señoras de antes.

—No creo que Mello necesite una respuesta tan obvia —responde sin alterar su tono de voz en ningún momento a la vez que continúa aplicándose talco detrás de las orejas con la polvera—. En todo caso, yo debería preguntar ¿qué hace Mello en mi habitación?

—¿Por qué usas talco? —Ignora la pregunta anterior, paseando la mirada por toda la recámara. Hay estantes con libros, rompecabezas y juguetes, pero no hay rastro de perfumes, gel para el cabello o aunque sea pósters de grupos musicales. Cosas de "grandes" como las llaman él y Matt— ¿No usas loción? ¿Qué? ¿Tienes cinco años?

—Tengo quince. —Está vez hay un deje de molestia en su voz, detesta que lo molesten por su estatura o que insinúen que sigue siendo un chiquillo por su aspecto aniñado.

—Pues no parece. —Mello sabe que él solo es un año mayor, pero la diferencia entre ambos es inmensa. Sin embargo todo esto le da una idea, así que sin pedirle opinión toma del brazo a Near y se lo lleva con él.

oOo

Nate camina incómodo por el centro comercial, no ha soltado la manga de la chaqueta de Mello desde que dejaron el orfanato, no entiende cómo el rubio pudo convencer con tanta facilidad a Roger que los dejara salir porque necesitaban hacer unas compras. Supone que él siempre ha sido tan responsable que su tutor no dudó en ningún momento de dicha solicitud, a pesar que el rubio tiene fama de rebelde.

—Llegamos. —Anuncia Mello, volviendo a tomarlo de la mano para entrar juntos a uno de los locales.

Lo lleva por los pasillos hasta que llegan al área de fragancias.

—¿Buscan algo en especial? —Pregunta una sonriente mujer detrás de un mostrador.

—Un perfume para el enano. —Responde señalando a su acompañante.

La mujer muy amable pone sobre el mostrador algunas opciones, procurando buscar fragancias juveniles acordes a la edad. Mello mientras tanto va aplicando un poco en los papelitos que ella les entregó.

—También puedes rociar un poco sobre la piel —dice ella con una sonrisa—, así apreciarás mejor las notas aromáticas ya que éstas pueden variar dependiendo del pH de la piel de cada persona.

Mihael no lo duda ni un segundo y tomando uno de los frascos, rocía un poco en el cuello del otro. Near traga saliva y se tensa de inmediato cuando el rubio casi hunde el rostro en su cuello para olfatearlo. Es la primera vez que alguien está tan cerca de él.

La mujer les sigue explicando sobre la graduación del pH , una piel ácida suele ser seca por lo que no todos los perfumes se fijan de buena manera, de ser el caso les recomienda fragancias amaderadas o dulces al ser más intensos, aunque también les explica que el aroma suele durar menos tiempo en ese tipo de piel. En cambio una piel alcalina suele estar más hidratada, por lo que tienden a fijar mejor las fragancias y por más tiempo, y en su opinión a este tipo de pieles les queda mejor un aroma fresco ya que uno muy intenso podría volverse desagradable.

Mello escucha atento mientras rocía diferentes fragancias en zonas como muñecas, interior del codo y detrás de las orejas de Near para buscar la correcta, todo esto ignorando lo rojo que el otro está debido a la cercanía.

Sigue por un minuto más hasta que su segunda mejor idea del día aparece.

—¿Tienen alguna con aroma a chocolate? —Pregunta con los ojos brillantes. No hay manera que a alguien le quede mal ese aroma.

La chica sonríe y asiente. —Por supuesto.

oOo

—Déjenme ver si entendí... —Roger se acomoda los anteojos mientras se apoya contra el escritorio, viendo al par de jovencitos que tiene enfrente, quienes hace unas horas le pidieron permiso para salir— ¿Me dijiste que irían a comprar un perfume para Near, pero vuelven con uno que claramente tú elegiste?

—Sí, bueno, pero eso no cambia que sea para la pelusa —se justifica Mello, dándole un golpe en la espalda al otro para que reaccione—. Di algo, enano.

Nate tan solo se encoge de hombros mientras sigue enrollando un mechón de cabello en su dedo, sin hacer mucho contacto visual porque aún se siente afectado con toda la cercanía que él y Mello tuvieron el día de hoy.

—Bueno —suspira Roger—, al menos se están llevando bien. —Sabe que lo de ellos es una rivalidad unilateral, solo por parte del rubio, aunque a veces también cree que Near utiliza la indiferencia solo para provocarlo.

oOo

Esa misma noche Mello se adentra en una cama que no es la suya, al lado de la persona que a diario proclama como su peor enemigo.

—No entiendo por qué Mello debe dormir conmigo. —Musita Near con su usual aspecto inexpresivo pese a que todo su cuerpo está rígido.

—Cállate, enano. —Murmura acomodándose mejor para poder apreciar ese aroma a chocolate que hizo usar al otro luego de que se diera un baño para deshacerse de las otras fragancias. Sonríe ya que con la quietud de la noche y la cercanía, puede escuchar el constante palpitar que está sucediendo dentro de ese pecho pálido—. Tu corazón late muy rápido, pelusa. No me deja dormir.

—¡Pues vete a tu habitación! —Alza la voz como muy pocas veces lo ha hecho, provocando que la sonrisa del otro se ensanche.

—¿Por qué? —Mello lo mira con picardía luego de haberse deslizado sobre él hasta que sus rostros quedaran muy cerca— ¿Temes que te bese o algo?

Nate cierra los ojos, apretándolos en un acto reflejo, poniéndose rojo al instante.

—Tranquilo, no voy a hacerlo —dice el rubio volviendo a acomodarse sobre su pecho, no sin antes susurrarle lo siguiente al oído—. Al menos hoy no...

Mello sonríe mientras aspira el aroma dulce que despiden los mechones de cabello de Near. Que su enemigo huela a chocolate no le desagrada para nada. 

FlufftoberWhere stories live. Discover now