Capítulo 23

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Habían pasado casi dos meses desde la resolución del juicio. Un tiempo en el que todos se habían esforzado por volver a la normalidad, casi lográndolo por completo. Habían dejado atrás a Lucius Malfoy y al resto de su familia. A pesar de los recursos presentados por Lucius y por la familia Malfoy, no habían conseguido evitar la temida entrada del patriarca en Azkaban.

Draco por su parte había intentado vengarse de Harry preparándole una encerrona tan inútil como infantil. Y todo lo que había conseguido fue el escapar por los pelos de las furiosas garras de Tom y Sirius, ya que si no hubiese sido por Harry que llegó casi a la misma vez que ambos hombres y a Remus, que acompañó al moreno Gryffindor, habría tenido que enfrentar la ira de Sirius y Tom. En realidad, cuando Harry vio los ojos de Tom, comprendió que estaba más cerca de Lord Voldemort que de Tom Riddle. Y Sirius era la viva imagen del loco y peligroso mago que fue encerrado en Azkaban. Tanto fue así que, a pesar de la oportuna aparición de Harry y Remus, Draco quedó reducido a un aterrorizado y sollozante montón de carne.

Pero exceptuando ese pequeño incidente, la normalidad volvía poco a poco a sus vidas. Tom se ocupaba nuevamente de los negocios y Harry retomó sus obligaciones en la empresa, familiarizándose con el funcionamiento de todo, y comenzando desde abajo, como le había recomendado Tom.

El intento de rutina se veía interrumpido por las inesperadas apariciones de Snape que intentaba huir de su prometida y de toda la corte de mujeres que la rodeaban en un intento de probarle mil y una túnicas distintas. Quedaban poco más de dos meses para la boda y ahora, más que nunca, todo parecía girar en torno a ella.

Las noches las solían pasar en la intimidad de la gran mansión. Harry se acurrucaba junto a Tom y leían o hablaban de cómo les había ido el día a ambos. En algunas ocasiones cenaban con Sirius y Remus, en otras con Severus y Maryam, pero lo más normal es que lo hiciesen a solas.

Los fines de semana Tom intentaba llevar a Harry a lugares románticos. Sitios idílicos donde ambos pudiesen estar solos. Paseaban por la orilla del Moldava, Harry le había contado una vez a Tom lo mucho que le gustaba la composición de Smetana y el hombre decidió llevarlo a conocer el río que había inspirado parte de la obra del compositor. Cenaban en París, visitaban Venecia o se escondían en los jardines y palacios de la Alhambra. Tom deseaba mostrar a Harry todas las maravillas que se podían ver en Europa. Tanto disfrutó Harry algunos de los lugares que visitaron que Tom prometió que volverían con más tiempo.

Harry creyó reconocer algunas partes de los palacios de la Alhambra como los que habían inspirado habitaciones y patios de la mansión en la que ambos vivían. Fue precisamente en ese lugar donde Tom hizo por fin algo que llevaba esperando hacer mucho tiempo. De noche, después incluso de que los más rezagados turistas que habían estado viendo la Alhambra con la iluminación nocturna se hubiesen marchado, llevó a Harry lo alto de la Torre de la Vela, y allí bajo la luna llena que iluminaba con su resplandor la ciudad que se extendía a sus pies, sacó un pequeño paquete de un bolsillo y lo entregó al chico.

Con manos temblorosas Harry quitó el papel y descubrió un estuche, al abrirlo lo que vio dentro lo dejó estupefacto. Era un aro perfecto de platino, labrado con intrincadas runas y tan delicado que Harry pensó que se rompería si lo tomaba en su mano. Al ver el titubeo del joven Tom perdió un par de latidos, creyó que Harry no deseaba aceptar lo que eso significaba. Tal vez había apresurado las cosas demasiado y el joven no estaba aún preparado para ese compromiso. Tal vez algo en Harry había cambiado después de lo sucedido y no quería compromisos permanentes. Tal vez es que ya no se fiaba de él y no deseaba atarse permanentemente a alguien en quien no podía confiar plenamente. Tantos pensamientos y dudas cruzaron su cabeza en milésimas de segundo que cuando al fin el chico lo miró a directamente y pudo ver el brillo de sus ojos, un brillo entre esperanzado y dubitativo, sintió como si su corazón tuviese alas. Tomo entre sus manos las de Harry y extrajo el anillo de su cajita, titubeó un instante antes de guardar la dicha caja en su bolsillo y por fin hizo la pregunta que tanto temía.

Lo que yace en la oscuridad [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora