Capitulo 23

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Desde esa noche no volvimos a dormir juntos y fue la peor decisión que tomé, porque la distancia entre los dos se hizo infinita

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Desde esa noche no volvimos a dormir juntos y fue la peor decisión que tomé, porque la distancia entre los dos se hizo infinita.

Me sentía herido, ofendido y enojado como un idiota, no podía procesar que tuviera asco del sexo conmigo, aun sabiendo que yo era el único responsable de sus traumas.

No iba a volver a intentarlo, esperaría el nacimiento de nuestro hijo, después hablaríamos y llegaría el momento de tomar algunas decisiones.

Mariela sobrellevaba el embarazo con bastante tranquilidad y no habíamos vuelto a tocar el tema de nuestra intimidad, nos evitábamos educadamente, íbamos a las reuniones estrictamente familiares, y volvíamos en un silencio irrompible.

 Volví a retomar mi vida, reuniones, cenas y todo evento que me pareciera interesante estaba en mi agenda, pasaba gran parte del tiempo entre mis oficinas y recorriendo las bodegas.

Me reencontré con Martina por temas laborales y fiel a su persona fue directamente al grano, pasó por detrás de mí y me tomó por la espalda, cruzó sus brazos en mí pecho, mordisqueó mi cuello y me susurró al oído:—¿No extrañas esto? La pasábamos tan bien juntos, que te parece si recordamos viejos tiempos—

—No cariño, estoy bien así—dije mientras me alejaba de ella, porque en mi situación era un peligro; cada vez tenía menos convicción con respecto a mi fidelidad, y sabía que iba a recaer; solo faltaba saber cuando y donde... 

Esa tarde al llegara a casa se quedó mirándome un momento, y como si tuviera un sexto sentido, preguntó:—¿Con quién estuviste?—

—¿Cómo con quién estuve? Que le respondiera con otra pregunta la enfureció.

— Tenés la camisa con lápiz labial, idiota—contuvo las palabras para no gritarme.

Tartamudee, no sé porque si en realidad no había hecho nada. La miré sorprendido.

Lo mas liviano que me gritó es que era un mentiroso. Tomé las llaves del auto y me fui a dar una vuelta, mi cabeza trabajaba a ful.

Porque mierda no cree en nada de lo que le digo, no iba a cometer el error de decirle cosas de las que después me iba a arrepentir, llamé a Martín, se encontraba en un bar de la zona, fui a tomar algo y despejarme.

Ariel y Martín me hicieron señas cuando me vieron, pedimos unas cervezas y comenzamos a charlar.

—¿Que tal Diego? ¿hay problemas en el paraíso? preguntó Ariel sonriendo.

—Tengo un imán para empeorar las cosas con ella, no te imaginas. Me encontró una mancha en la camisa, ¡mírame vos si ves algo! – le pedí a Ariel dándome la vuelta.

—Si, tiene razón, no sé con quién estuviste pero te dejó marcada su boca en tu camisa en la parte de atrás del cuello.

—Una de las enólogas de la bodega, me atacó cuando estaba indefenso pero no pasó de ahí, como le hago entender a Mariela, que no fue nada—En ese momento Martín me hizo una seña levantando las cejas en dirección a la entrada, no quise mirar porque estaba seguro de que era Laura. 

Vulnerable.    (Diegodelig)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora