Capitulo 15

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Lentamente salí de su cuerpo, caminé al baño si volverme a mirarla, me sentía descompuesto, asqueado de mi comportamiento

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Lentamente salí de su cuerpo, caminé al baño si volverme a mirarla, me sentía descompuesto, asqueado de mi comportamiento.

Abracé el inodoro y vomité todo el alcohol que había tomado, abrí la ducha y ahí me quedé, apoyado en la pared sintiendo el agua correr sobre mi.

Pase mi mano por las marcas que dejaron sus uñas en mi pecho, me costó despejarme y seguía confundido, no quería creer lo que había hecho, podría haberla matado, estaba loco, nada justificaba este arranque de violencia. 

Tenía que verla, salí del baño y en el camino me puse el bóxer, porque ya no quería seguir intimidándola.

Me detuve justo antes de llegar a la cama, estaba recostada en posición fetal, podía ver su espalda desnuda, escuche su llanto ahogado por la almohada y la llamé.

—Mariela―

Enseguida se puso de pie tomando la manta para cubrirse, me freno gritándome:  Por favor no me toques, no me hagas más daño, Diego— 

No sabía cómo calmarla, estaba descontrolada, intenté hablarle.

— Te juro que no voy a volver a lastimarte, tengo que sacarte de aquí y llevarte a un médico, ¡perdón! no sé qué me paso, me volví loco, por favor déjame ayudarte – le supliqué.

— No, (negaba con la cabeza) quiero ir a casa por favor– sus palabras se ahogaban por el llanto.

Note las marcas que habían dejado mis golpes en su cara y como le sangraba la nariz y el labio, me acerque para tocarla y se me vino encima, empezó a golpearme el pecho con los puños mientras gritaba:—¿Por qué, por qué? Diego, ¿por qué?

Lloraba con una desesperación que me asustó, hasta que se desmayó en mis brazos.

El miedo me paralizó y empezaron a temblarme las piernas, la tomé en mis brazos y la llevé a la cama

Busque mi celular entre mi ropa, y llamé a Fabio, necesitaba que viniera urgente, aunque no tenia idea de como iba a explicar lo que acababa de suceder.

—Fabio, tenes que venir urgente, estoy en Potrerillos―

—No puedo hermano, estoy de guardia hasta las ocho de la mañana― 

—Necesito tu ayuda ― dije, prácticamente gritando

— Cálmate Diego decime que pasa ¿estás bien? ― preguntó preocupado.

—No, no soy yo, es Mariela yo (hice una pausa antes de continuar) Me mande una cagada terrible―

—¿Cómo? ¿Pero está bien ella? ― Preguntó nervioso.

Vulnerable.    (Diegodelig)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora