Capitulo 6

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Ni bien llegamos a su casa, nos abrazamos unos minutos en silencio, con su cabeza descansando en mi pecho

Después de un beso me fui.

Es la primera vez que me sentía vulnerable ante una mujer, me invadía un sentimiento de tristeza por el solo hecho de pensar que eran tantos días los que iba estar sin ella.

Le pedí que no fuera a despedirme el día siguiente, era alargar mas mi agonía,me esperaba una noche larga antes del vuelo.

Mis padres fueron a recogerme antes de las seis para llevarme al aeropuerto de Mendoza, mientras cargaba mis valijas Mamá, ya sin poder aguantar su curiosidad pregunto:

—¿Cuando voy a conocer a Mariela?

—Cuando vuelva te prometo que la llevo a casa— le aseguré.

—Me dijo tu padre que es muy bella y encantadora—

—Entre otras cosas— le respondí, sonriendole.

—Entre otras cosas— le respondí, sonriendole

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Mi madre es una mujer dulce y cariñosa, y podía ser todo lo contrario.

En más de una oportunidad había tocado el tema de mi vida de soltero. Pensaba que ya era hora de "sentar cabeza" esa bendita frase que cada tanto usaba conmigo.

Tenía expectativas equivocadas con respecto a mi relación con Laura, siempre fui honesto con ella, esperaba que ahora no le quedaran dudas. 

Me embarque a horario rumbo a Ezeiza y espere algunas horas para tomar el vuelo a España, estaba acostumbrado a los viajes de negocios y este era uno más, yo era el que se sentía diferente. 

En la primera reunión con algunos representantes de Mercados Europeos, conocí a Guiada, enóloga, italiana y preciosa, al frente del marketing de una notable bodega francesa. 

Voluptuosa y caliente, conectamos en el momento.

Luego de un excelente almuerzo y una charla divertida me deje llevar, este era yo.

Me gustaban las mujeres como el buen vino y la distancia iba a ayudarme a recordarlo...

Fui a mi habitación del hotel a cambiarme, quedamos en encontrarnos en la piscina, en esa época del año estaba llegando el verano y el calor se hacía notar.

No perdí el tiempo y me metí con ella al agua, jugamos un poco, hasta que deslicé mis manos dentro de sus pequeña biquini, pegó su desnudes a todo mi cuerpo, era hermosa y le gustaba la exposición, fue directamente a lo que había venido a buscar, comenzó a masturbarme en la piscina.

La tomé de la mano y la lleve lejos de la vista de todos, no tenía en mente aparecer en ninguna red teniendo sexo.

Fuimos a su habitación, era tremenda en la cama, sabía todas las técnicas, pero carecía de magia, de ese toque que lo hace único, ya no me conformaba el sexo.

Hacer el amor y ser amado por la mujer a la que amo, había marcado una gran diferencia.

Ese iba a ser mi último intento, de todo modos, hice todo lo que sabía para que Gía la pasara bien.

Lo único interesante de todo esto era escucharla gemir mientras le practicaba sexo oral, la dejé cabalgarme y tuve que sostener sus manos para que sus uñas no me dejaran marcado cuando llego a otro orgasmo.

Indudablemente tenía que aceptar mi realidad, Mariela me hacía temblar, me provocaba escalofríos, me prendía fuego, desestabilizaba mi cuerpo y aceleraba mi corazón , eso no lo iba a conseguir con nadie más

La amaba, la satisfacción que me daba el sexo, se vio interrumpida por su llegada.

En la noche Guiada se metió en mi habitación, ni siquiera la escuche entrar, estaba tan cansado que me dormí inmediatamente y me despertó la humedad de su boca entre mis piernas.

Yo se que si la dejaba, íbamos a coger porque me excitaba lo que hacía.

Pero no quería sentirme obligado.

 ― Basta Gía no quiero seguir con esto –dije- levantándome —es mejor que salgas de mi cuarto.

―¿Qué? pasamos una tarde muy caliente, ¿y todo lo que vos me hiciste? no se si alguna vez me sentí tan bien en la cama con alguien.

—Lo lamento, te juro que no fue mi intención que se confundieran las cosas—.

— Por favor, te pido sexo nada más, en unos días ya no nos vamos a ver, me haces volar Diego― lo intentó de nuevo, sacándose el camisolin que traía—

—Estoy con alguien y no puedo seguir, estoy bloqueado lo siento—.

―¡Yo también tengo una relación, y quizás me case! no cambia nada, es solo sexo―.

― Me equivoque, no tengo ganas, no quiero cogerte a vos pensando que estoy con ella—.

Me miró, se puso la ropa y me lanzó un «imbécil» de despedida. 

―Lo siento― susurre sentándome en la cama

― No seas estúpido, el amor es para los idiotas― 

Después de esa noche, no volvió a dirigirme la palabra el tiempo que estuvimos en el mismo hotel.

Pase los siguientes días ocupado con algunas reuniones importantes, cerrando acuerdos comerciales para abarcar la mayor distribución posible en cinco países Europeos.

Estando en París me hice un tiempo para comprar regalos, quería algo especial para Mariela.

Di una vuelta por el Centre Commercial Beaugrenelle, en la joyería me recomendaron una fina cadena de oro blanco con colgante planisferio, muy solicitado por los amantes de viajar, lo vi y sabía que le gustaría.

Hablábamos a última hora de la tarde, tratando de acomodar la diferencia horaria que teníamos, la extrañaba.

Intenté convencerla de calentarnos en pareja haciendo sexting, le expliqué que era una forma de mantener relaciones sexuales, cuando la distancia nos impide estar juntos.

Por supuesto que se negó y me dijo que es algo que no haría.

Quedaba loco del deseo cada vez que cortaba con ella.

Evité avisarle el día que estaría de vuelta, quería sorprenderla.


Vulnerable.    (Diegodelig)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora