Capitulo 5

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Llegué a su casa pasada las 21 hs, vivía en uno de los barrios privados más exclusivos de la zona. 

El personal de seguridad me dejó pasar sin demasiadas preguntas, seguí las indicaciones que Mariela me había enviado. 

Toque a la puerta me abrió una de las empleadas de la familia, la seguí hasta el porche, mientras esperaba pude notar que era un lugar moderno, simple y con clase, de un diseño exquisito, y lo opaco Mariela apareciendo con su bella sonrisa, tomo mis manos manteniendo la distancia. 

Mientras la miraba pensé «ahora estoy en tu terreno mi amor, eso es lo que querías» .

Bella y simple, con un jeans y una remera celeste que acentuaba el contraste con su pelo y sus ojos, no podía desviar la mirada de ella.

 Nos sentamos y no pudo disimular los nervios, luego dijo: 

— Espero que estés cómodo, no quiero que te sientas presionado― 

 —Conmigo no funciona así, si estoy aquí es porque así lo decidí, quiero que entiendas lo importante que te has vuelto en mi vida―. 

 —No quería seguir mintiéndole a mis padres, no me siento bien haciéndolo y merecen saber quién es el hombre a quien estoy viendo— 

—Seguro, porque no tengo en mente perderte de vista por ninguna razón― dije, sonrió y bajo la mirada. 

Quería besarla hasta dejarla sin aliento, le tome la mano y la lleve a mi boca, supuse que era lo más cerca que iba a estar de ella esa noche. 

Estaba viviendo una situación nueva. 

Me presento a Antonia, el ama de llaves, a quien le profesaba un afecto especial.

Un minuto después conocí a sus padres.  

Entraron en la sala, los dos. Mariela me presento con un:

—Papá, él es Diego —nos dimos la mano, y luego dijo:

—Mucho gusto, Osvaldo Medina Salgado, cuando escuché su nombre, entendí que estaba ante uno de los jueces nacionales más importantes. 

Sabía el apellido de Mariela, pero no había hecho la relación, cuando me dijo que era magistrado.

Luego le tocó el turno a su esposa, se acercó con un cálido saludo:

—Hola, soy Josefina, estábamos encantados de conocerte—

—Gracias, es un placer para mí estar aquí— respondí. Josefina tenía modales y gestos muy delicados, llamaba la atención por su imponente belleza, era fácil entender por qué Mariela era perfecta.

A continuación nos sentamos y Osvaldo preguntó:

—¿Me acompañas con un trago Diego?—

—Si, por supuesto―. Lo seguí hasta el bar que estaba al otro extremo y que nos alejaba lo suficiente para charlar a solas.

—Entiendo que esto te puede parecer anticuando,  no es muy común hoy en día, ya no le dan mayor importancia  a la familia en la mayoría de los casos, pero lo que hacemos es asegurarnos que nuestra hija va a estar bien—

—Y comprendo que así deba ser — respondí, era un hombre que inspiraba cierto respeto, pero a la vez tenía un toque de cordialidad que me hizo sentir lo suficientemente cómodo.

—Mariela es lo más valioso de nuestras vidas, no esperaba que se enamorara tan pronto, tengo planes para ella y no quisiera verla sufrir por ningún motivo.

—Tengo las mejores intenciones—

—Sé que sos un profesional de renombre, conozco algo de la historia de como tu familia ha transformado un oasis de altura desértico en una de las zonas vitícolas más bellas y únicas del mundo.

Vulnerable.    (Diegodelig)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora