10. El juego comienza.

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Capítulo largo y aburrido, perdón :')

—¿No ha utilizado el arma?

El pelirrojo negó ante la mirada inquisitiva del oficial.

—Solo es curiosidad, pero... Si lo hubiera hecho ¿Traería consecuencias? —preguntó Chūya, algo cohibido.

El oficial apartó la mirada de su libreta e hizo una expresión serena, dándole a entender en ese rostro que no debía preocuparse.

—Lo más probable es que no, fue en defensa propia y existía una igualdad en armas. De todas formas solo recolecto información para reconstruir la escena del crimen —afirmó y guardó la libreta en su bolsillo —. Gracias por su tiempo, es suficiente por ahora.

Chūya asintió. El oficial se fue hacia otro grupo de personas para seguir tomando testimonios y dejó que la enfermera le siguiera revisando.

—La herida no es de gravedad... —habló mientras terminaba de vendarle el hombro, cubriendo la herida —, además de eso solo son unos rasguños superficiales en el rostro que ya me encargué de desinfectar, y unos hematomas leves en las rodillas. Su piel en la nuca se encuentra algo irritada, así que siga manteniendo la compresa hasta que baje la inflamación. Fuera de eso, creo que está completamente bien —explicó la señorita y guardó las cosas en el botiquín.

Chūya volvió a asentir, viendo cómo se alejaba para atender a otras personas mientras que él permaneció sentado en el borde de la parte inferior de la ambulancia. No faltaba mucho para que lo desalojaran de allí y se llevasen a algún herido de gravedad, pero por mientras no se movería.

Se limitaba a observar el lugar en donde las cintas amarillas de advertencia rodeaban todo el centro comercial, algunas camionetas y reporteros se hallaban filmando el escenario y buscando testimonios, mientras unas patrullas se estacionaba y trataban de relajar a los familiares de las víctimas. Las ambulancias partían para llevarse a los heridos y escuchaba llantos de gente aterrorizada... Un panorama bastante caótico a decir verdad.

Quitó la compresa de su nuca cuando creyó que ya era suficiente. Se acomodó mejor sobre los hombros la pequeña manta que le habían dado para cubrirse, tratando de refugiarse en ella y sin ser brusco con su brazo herido.

—Chūya...

Alzó su mirada para encontrarse con esos ojos cafés que lo analizaban con serios tintes de preocupación, pero su rostro trataba de mostrarse sereno, imperturbable, minimamente decente...

Esa capacidad de leer los pensamientos a través de la mirada era algo que, esta vez, Dazai estaba detestando con toda su aberrante alma. Esos ojos azules se encontraban desorientados, como si ni siquiera supiera dónde estaba sentado, como si le fuera a tardar milenios asimilar todo lo que había ocurrido esa noche, como si en aquel abrazo en el cual lloró desconsoladamente en su hombro hubiera abandonado toda su vitalidad.

Los dos tuvieron que separarse para ser interrogados de forma individual, y ahora que volvía no esperaba encontrarse con ese rostro de muerto viviente.

La culpa refregó en su pecho al saber que era gracias a él que el pelirrojo tuvo que vivir aquello. Si no le hubiera ido a ver esa noche, si no le hubiera insistido en salir, si no hubiera sugerido el centro comercial de entre tantos lugares... tres decisiones que había tomado, tres oportunidades que tuvo para salvarlo de aquel suplicio y en todas había errado como un imbecil.

—Lo siento.

Pero aquella disculpa no salió de sus labios.

Dazai miró sosprendido al pelirrojo por haber pronunciado esas palabras.

Negando Al Destino ||Soukoku/Shin Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora