9. Un poco más de tiempo

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—Jefe.

Mori dejó su taza de café sobre la mesa y con un ademán le indicó a su subordinado podía acercarse. Kouyou le restó importancia a aquello y siguió bebiendo de su té.

—¿Qué sucede?

El hombre caminó hasta el alfa para susurrarle algo. Mori asintió y le dijo que se fuera, sacó el celular de su bolsillo y marcó a un número. Intentó llamar una y otra vez, pero nadie atendía el celular.

—¿Qué ocurre? —preguntó Kouyou, rompiendo el silencio al notar la mueca irritada del mayor.

—Está ocurriendo un altercado en el centro comercial —respondió con indiferencia —. Al parecer finalmente llegaron nuestros enemigos del extranjero... pero me intriga saber por qué iniciaron un tiroteo en un lugar público, no es algo muy ingenioso que digamos.

La mujer respiró hondo y siguió bebiendo de su te con un rostro impasible, tratando de menguar la verdadera inquietud que le había causado escuchar eso. Miró la hora y se percató de que ya casi era la una de la mañana, pensando que su hermano ahora de encontraba solo en casa y sin ninguna protección. Lo único que le aliviaba era saber que ya casi terminaban con su reunión y podría llegar a verlo.

—Qué extraño... —murmuró Ougai, otra vez sin recibir respuesta en la llamada. Buscó otro número, y este inmediatamente le atendió en el segundo timbre —. Necesito que ubiques a Daza-

—¡Jefe! ¡Su hijo y el joven Nakahara están en el centro comercial!

Se quedó en silencio.

—Mori-san ¿Qué está ocurriendo? —preguntó intranquila al ver el semblante pasmado del mencionado.

El alfa apretó los puños, entendiendo la táctica del la banda criminal extranjera.

—Que Chūya no los reconozca, ni a ellos ni a ustedes. —dijo en el teléfono y Kouyou abrió los ojos con sorpresa al oír ese nombre —. No dejen que toquen a ninguno de los dos y terminen con esa banda de una vez —ordenó y colgó la llamada inmerso en la desesperación, poniéndose de pie inmediatamente. La mujer se puso alerta e imitó la acción —. Kouyou-san, debemos irnos. Dazai y Chūya está en medio del altercado.

Kouyou sintió su sangre helarse.

*****

A lo largo de su vida, Chūya había enfrentado cientos de escenarios grotescos e inimaginables. Él sabía que las calles de Yokohama no eran las más seguras, por lo que varias veces escuchó de robos doblando la esquina, ajustes de cuentas, tráfico de alguna sustancia ilícita, amenazas por deudas y otras cosas más. Junto a eso, a veces le tocó presenciar algunos de estos delitos y hablar o permanecer callado depende cómo le conveniera.

Pero la muerte era algo que nunca había presenciado, y esa noche, no agradecía saber que aquello iba a cambiar.

Cayó al suelo luego de que Ranpo reaccionara para derribarlo junto a Yosano, aún con el eco del disparo zumbando en sus oídos mientras él trataba de asimilar qué demonios estaba ocurriendo.

Los ventanal se quebró con la insercion de aquella bala. Los cristales salieron volando y cayeron en cientos de pedazos por el suelo. Desafortunado al haber elegido la mesa más cerca al vidrio, sintió el ardor en su piel cuando unos trozos muy finos del cristal rozaron con su rostro para causarle ligeros cortes.

Respiró agitado, con la mirada estática en el suelo, escuchando más disparos ser repartidos sin darle paso a ningún silencio. El llanto de un bebé hizo la escena más caótica hasta que en un momento algo cruzó su mente de manera fugaz.

Negando Al Destino ||Soukoku/Shin Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora