El baile del encuentro

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Era el último baile escolar que tenía en mi vida, y eso era genial.

La buena parte es que era de máscaras, por lo que no podían ver mi cara de aburrimiento y sufrimiento de tortura.

¿Quién me había invitado? Pues nadie, mi madre me dijo que me castigaría por un mes sin películas. Así que qué posibilidad tenía en comparación a esa propuesta. Nada, simplemente nada.

Sí, me crié sólo con mi madre, encima tengo dislexia y TDHA. Soy una fracasada total.

Amo las películas, más las de acción y las que se tratan de Grecia. Son mis favoritas, suelo soñar que soy una guerrera semidiosa de la antigua Grecia que lucha contra Cronos y los malditos monstruos mutantes. Si pudiera elegir quién sería mi padre me gustaría Poseidón porque Hades es tétrico y no soy así, Zeus no mola y el resto ni gana. Podría ser Hermes pero nunca tuve intenciones de mandar mensajes a lo loco y poder volar.

En definitiva, estaba "atrapada" en el último baile escolar de la única escuela de nuestro pueblo, por lo que todos me conocían como la "antisocial" o "rarita de las películas". O sea, no me importa lo que digan pero bueno...un poco de respeto no hace mal a nadie.

Jeje

Me acerqué a la puerta de entrada para observar la luna, me encantaba saber que por ella las olas se movían, la luna controla a todo lo que se le cante la gana. Eso mola.

Vale, me estoy yendo del tema, lo cierto es que estaba en un baile de máscaras con un vestido que cambiaba con la luz, por cierto muy discreto. Hay que pasar inadvertida y que los chicos no se fijen en ti.

Me gusta que no me presten atención, pero cuando tengo ganas de participar nadie me detiene.

Mi vestido era azul con algunos toques plateados, hasta la rodilla y tres cuartos. Nada del otro mundo, sencillo y común.

¿Conté que me gusta ver mi sombra? Me hace sentir que no estoy tan sola en este despiadado mundo. Como que tengo una amiga inmutable, que está de acuerdo conmigo o cosas por el estilo.

Vale, no piensen que soy esquizofrénica, me gusta tener esas ideas.

El viento se coló entre mi ropa y me dio un escalofrío de las buenas, tuve que buscar mi chaqueta negra para no quedar como un cubito de hielo en pocos minutos.

Finalmente me alejé de la entrada y fijé mi vista en Sinthia, mi compañera de clase, ella lucía realmente feliz con su nuevo novio John. Hacían una re-extraña pareja: un asiático y una rubia de ojos negros no se veían con frecuencia. Admítanlo, soy demasiado sarcástica.

Me abracé a mí misma porque me sentí absolutamente sola de nuevo, sin nadie a excepción de mi madre a quién recurrir (pero ella no está acá imbécil) cuando noté que alguien me miraba fijamente desde la otra punta del salón.

Era mi profesor de Biología, un horrendo ser cuatrojos que estaba más pasado de moda que yo. Estaba tomando ponche y conversaba con un chico de cabellos azabaches y traje negro, nunca lo había visto antes. De repente los dos salen de la sala por la otra puerta y bueno...me picó la curiosidad de seguirlos.

Atravesé la sala lo más rápido que pude (ojo, llevaba tacos decentes para la ocasión, tampoco tan rara debo ser) y me escondí entre las plantas del exterior.

El profesor y el chico me daban la espalda, caminaban lejos por lo que decidí seguirlos. Algunos de mis compañeros estaban borrachos hablando de pavadas entre sí, los miré de reojo y salí como pude de entre ellos. Distiguí a Monique, una morocha de ojos azules junto a John 2, el hermano de John asiático.

Los dos se fueron a la escuela, encendieron las luces y de repente el chico tenía una espada negra en su mano, me daban ganas de tocarla pero supe que me cortaría feo si lo hacía. Mi profesor de alguna forma se las arregló para lucir más feo de lo que antes era: un monstruo de piel gelatinosa y manos de rana. Un ser admirablemente repudiable.

One-shoots Nico Di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora