Capítulo quince.

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(Killian)

- Dime qué pasó ahora, Milo. - digo en tono cansado sentándome en mi sillón.

- De verdad detesto que pase este tipo de cosas, más cuando se le ve a gusto con su mate per...

- Ahorra saliva, solo dime y ayúdame a buscar posibles soluciones. - le corto.

- Se trata sobre el conde demonio. - suspira. - Usted sabe que aquí los chismes vuelan como pólvora, él se enteró de que la luna estaba aquí y ahora exige conocerla.

¡¿Qué?!

- ¡¿Pero qué se cree ese imbécil?! Prefiero degollarlo con mis propias garras antes de que pose sus asquerosos ojos en MI luna. - grito/rujo totalmente fuera de mí.

- Alpha, calma. - intenta intervenir Milo pero lo empujo.

- ¡¿Cómo me pides que me calme?! Se trata de Aurora, mi mate, ¡Tu luna! Quien sabe con qué intención quiere conocerla.

- Sabe igual que no le podemos decir que no, estamos en desventaja con él. Si decide decir a los del consejo que le hemos rechazado, pensarán que es un complot y querrán actuar. Estaremos acabados y eso no es conveniente ahora que estamos avanzando.

Tiene razón, ¡Pero ella es mía!

*- Nuestra.

- ¿Para cuando pidió semejante estupidez? - pregunto ahora más calmado y veo como suspira.

- Lo más pronto posible. Y ya sabemos que la luna solo pasa de tres a cuatro días aquí en la manada, lo que significa que ese encuentro sería mañana mismo. - dice.

Aprieto los ojos totalmente enojado y frustrado. Necesito a Aurora aquí.

- Hablaré con ella y le trataré de explicar las cosas. Mantén a ese sujeto bien vigilado y alejado de mi cabaña. Redobla la seguridad en todos lados. - ordeno y me retiro sin esperar respuesta.

Tengo que pensar muy bien en mis palabras. Aurora es muy inteligente pero así mismo lo es de intensa. Querrá intervenir y ni muerto lo permito. Ella no debe de exponerse al peligro por nada del mundo. Pero si no se lo digo ahora que al parecer todo se está avecinando, será peor. No quiero que piense que le oculto cosas y demás.

A veces también tiende a ser un poco dramática y está bien que a veces le doy razones.

- Cariño, me tenías preocupada. ¿Pasó algo? - pregunta en cuanto me ve entrar a nuestro refugio.

Yo sonrío totalmente enternecido al verla tan preocupada por mí.

- Todo está bien, mi amor, pero hay algo de lo que quiero hablar contigo. - tomo su perfecto rostro en mi mano y ella se recarga en mi palma.

- Claro, cuando gustes.

Le sonrío nuevamente y la conduzco hacía la cama.

- Quiero que me escuches atenta, sin interrumpirme. - ella asiente, aunque sé que lo hará.

Tomo un pequeño suspiro y no le doy más vueltas al asunto.

- Hace unos días, llegó un miembro del consejo. Un demonio...

- Pero creí que los demonios no eran parte del consejo por ser tan mal... - la miro fijamente y se queda callada.

Sabía que lo haría. La conozco como si fuera mi mate.

- Antes no era así, solo eran aquellos que poseían magia. Cómo brujas, hadas, ninfas... Pero luego de mucho pleito, decidieron que era justo que un representante de cada especie fuera parte del consejo. Nadie mejor que conozca lo de su propia especie.

Alpha Killian ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora