Narrador omnisciente.
El aire estaba cargado de emoción y anticipación cuando la manada se reunió en el claro del bosque, bajo la luz plateada de la luna llena. Todos habían sido convocados para presenciar un momento trascendental: el nacimiento del hijo de Killian y Aurora, un símbolo de esperanza y renovación para todas las manadas.
Killian, con una expresión de orgullo y alegría en su rostro, sostenía con cuidado a su pequeño cachorro en sus brazos. Aurora, radiante y serena, se encontraba a su lado, admirando amorosamente al recién nacido que ahora completaba su familia.
La manada estaba reunida en un círculo alrededor de la pareja, cada uno con su mirada fija en el centro donde yacía el pequeño. Rose y Kyle, los padres de Aurora, observaban con ojos brillantes de felicidad y gratitud. Anthony y Andrew, los hermanos de Aurora, sonreían con afecto, sintiendo la profunda conexión que este nuevo miembro traía a sus vidas.
Koda, el protagonista de tantas transformaciones y reconciliaciones, se mantenía cerca, su mirada llena de asombro y alegría. Sophia, su compañera y confidente, le tomaba la mano con cariño, compartiendo el momento con él.
El silencio se extendió, roto solo por el susurro del viento entre las hojas y el suave murmullo de la manada. Todos sabían la importancia de este momento, no solo para la familia directa, sino para cada lobo y persona presente. Este era un renacimiento, un recordatorio de que incluso en medio de la oscuridad y el conflicto, la vida y el amor podían florecer.
Killian levantó al cachorro con cuidado, su voz resonando en el aire tranquilo.
-Manada,- comenzó, su tono firme pero lleno de emoción contenida. -Hoy presentamos a nuestro futuro, a un lobo que llevará consigo la fuerza y la sabiduría de todas nuestras generaciones.
Aurora se adelantó, su voz clara y melodiosa.
-Este es nuestro hijo,- anunció, con una sonrisa brillante. -Un ser de luz y esperanza, un lazo que une nuestras manadas y nuestras vidas.La manada respondió con un coro de aullidos y aplausos suaves, una muestra de apoyo y celebración. Los ojos de los lobos brillaban con admiración y respeto, mientras que las personas presentes observaban con admiración y reverencia.
Rose y Kyle se acercaron con ternura, acariciando la cabeza del pequeño.
-Bienvenido a este mundo, querido. -murmuró Rose, con lágrimas de felicidad en sus ojos. Su cachorro corría por ahí, porque sí, había dado a luz a un nuevo niño dejando a Aurora como la única nena.
Anthony y Andrew se unieron a ellos, compartiendo abrazos y sonrisas. Sophia se mantuvo cerca de Koda, observando al pequeño con un brillo de cariño en sus ojos, anhelaba poder darle un heredero a su alpha algún día.
La manada continuó mostrando su apoyo y afecto, cada miembro expresando sus buenos deseos y su compromiso con el futuro que este pequeño representaba. Era un momento de unidad y esperanza, donde las diferencias se desvanecían ante la promesa de un mañana mejor.
Aurora y Killian se miraron el uno al otro, sus corazones llenos de gratitud y amor. Juntos, llevarían adelante la responsabilidad de criar y guiar a este nuevo lobo, asegurando que su legado fuera uno de paz y armonía.
La luna brillaba sobre ellos, testigo silencioso de un momento que sería recordado por generaciones venideras. En ese claro del bosque, bajo su luz plateada, una nueva era comenzaba para las manadas, marcada por el nacimiento de un pequeño lobo cuya existencia estaba destinada a cambiar el curso de la historia.
El aire fresco del bosque envolvía a la manada mientras se dispersaban lentamente, sus corazones llenos de esperanza y renovación. Sin embargo, algunos se quedaron un poco más, aprovechando el momento para conectar y reflexionar sobre el viaje que los había llevado hasta aquí.
Los ancianos de la manada, con sus rostros marcados por las arrugas de innumerables lunas llenas, se acercaron a Killian y Aurora. Con pasos pausados y solemnes, formaron un círculo más íntimo alrededor de la familia. Dieron sus palabras y regalos, como dictaba la tradición en la manada de Killian.
Aurora asentía con reverencia, consciente del peso de esas palabras y afecto.
A medida que la noche avanzaba, el cielo se cubría de estrellas, cada una pareciendo brillar con un propósito renovado. Los niños de la manada, llenos de curiosidad e inocencia, se acercaron con timidez para ver al recién nacido. Sus padres los animaron, mostrándoles la importancia de este nuevo miembro de su comunidad. Los niños, con ojos abiertos de asombro, tocaron suavemente las manitas del bebé, riendo y murmurando sobre los juegos y aventuras que algún día compartirían inocentes de que ese cachorro sería algún día alpha de la manada.
Killian observaba todo con una sensación de plenitud. Había recorrido un largo camino desde los días de incertidumbre y conflicto. Ahora, junto a Aurora, sentía que su vida había encontrado un nuevo propósito.
La manada finalmente comenzó a dispersarse, volviendo a sus hogares bajo la luz de la luna. El claro del bosque quedaba en silencio, solo el sonido suave del viento y el murmullo distante de los árboles llenaba el aire. Killian y Aurora, aún sosteniendo a su hijo, caminaron juntos hacia su cabaña, sintiendo la tranquilidad y la paz que la noche les ofrecía.
Entraron en su hogar, un lugar que ahora se sentía más lleno y completo. Colocaron al pequeño en su cuna, mirándolo con amor y admiración.
-Nunca olvidaré esta noche. -susurró Aurora, acariciando la mejilla del bebé. -Es el inicio de algo maravilloso.
Killian la abrazó, sus ojos reflejando la misma emoción.
-Lo sé, porque hace algunos años estuve así contigo.
Aurora se giró en su abrazo para mirarlo confundida. Killian rió y la besó para responderle lleno de recuerdos.
-Cuando tú apenas eras una bebé ya yo estaba enloquecido de amor por ti. Solía colarme por las noches a verte dormir, arriesgándome a ser descubierto por Kyle. Era tan pequeña y tan adorable. Tan mía...
-¿Tú hacías eso? -rió llena de ternura.
-Quería que crecieras rápido para poder enseñarte muchas cosas... Kyle siempre me impedía acercarme pero tu madre estaba ahí para alejarlo y dejar que no interactuar contigo. Me juré protegerte desde entonces.
Se quedaron allí un momento, en silencio, disfrutando de la calma y la promesa de un nuevo día. Afuera, el bosque se mantenía sereno, guardando los secretos y sueños de la manada bajo la atenta mirada de la luna.
La luz plateada filtrándose por la ventana iluminaba suavemente la cuna del bebé, simbolizando un camino claro y brillante por delante. En ese instante, tanto Killian como Aurora sabían que, aunque enfrentarían desafíos y obstáculos, estaban preparados para superarlos juntos, fortalecidos por el amor y el compromiso que los unía.
Mientras el mundo exterior se sumía en el sueño, el hogar de Killian y Aurora se llenaba de una sensación de posibilidad y renovación. La manada, unida por lazos inquebrantables y un futuro compartido, seguiría adelante, guiada por la promesa de este pequeño lobo cuyo nacimiento marcaba el comienzo de una nueva era.
La noche avanzaba, y con ella, el firme y constante latido de una comunidad que encontraba en el amor y la unidad la fuerza para seguir adelante. En el corazón del bosque, bajo el manto estrellado del cielo nocturno, el legado de Killian y Aurora estaba destinado a florecer, llevando consigo la esperanza de un mañana mejor para todas las manadas.
Y así, con la paz de la noche envolviéndolos, la manada y sus líderes se adentraron en un nuevo capítulo de sus vidas, listos para enfrentar el futuro con valentía, sabiduría y amor.
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Alpha Killian ©
Manusia SerigalaCOMPLETA/TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. [Hermosa portada hecha por @Limberem]