Capítulo veintiseis.

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No sé nada de Killian, el desespero y zozobra terminará por acabar con mi cordura. No habrán pasado ni cuatro días desde que nos tocó migrar de casa, temiendo a ser alcanzados por aquellos que nos atacaron. Justo ahora estamos descansando en un pequeño claro, para que los niños se puedan alimentar bien con lo que sus madres pueden cazarles. Por mi parte, no he comido absolutamente nada el día de hoy y los días anteriores menos que poco. Tampoco me sobra decir que Sophia ha estado insistiendo en que debo cuidarme.

- Debe comer algo, el futuro alpha necesita que usted ponga de su parte, mi Luna. - dice ella y solo la escucho, pero mi atención está en la nada.

- Le traje estas moras, quizá le provoquen algo mejor que náuseas. - me ofrece y yo las tomo, pero las dejo en mi regazo, sin ánimos ni fuerzas de abrir la boca para agradecer.

- Por favor Luna... - me dice ahora su madre. - Le suplico por favor, coma algo. Debe tener fuerzas por si algo ocurre.

- ¡Milo! - hago un enorme esfuerzo para pronunciar el nombre del Beta, ignorando a las mujeres que ahora me cuidan.

- Dígame. - dice este al llegar a mi vera.

- ¿Cuánto falta para llegar a la manada del Norte? - pregunto casi sin fuerzas.

No comer en mucho tiempo ha debilitado no solo mi cuerpo humano, sino también mi aura animal.

- No mucho, a nuestro paso.

- Específica cuánto más o menos es lo que nos falta. - le exijo aún sin mirarle.

- Yo creería que uno o dos días. - responde y ahora sí lo miro.

- ¿Crees? ¿Uno o dos días? - le digo enfurecida. - ¡Llevamos cuatro días caminando y cada que te pregunto me dices lo mismo!

- Mi Luna, cálmese por favor... - intenta apasiguarme Sophia, pero mi rabia puede más.

- Estás siendo alguien incompetente, Milo. Necesito respuestas certeras, no un inútil "yo creo". - intento levantarme con ayuda de la madre de Sophia.

- Oye, cálmate. - me exije con voz dura y eso solo me enfurece más. - Yo también llevo cuatro días caminando y cuidando de tu soberbio ser, todos aquí estamos tratando de sobrellevarlo pero tú con tu jodido carácter solo nos cansas más.

- ¡Te exijo respeto! Soy tu Luna y llevo en mi vientre a tu futuro alpha. - le grito una vez ya levantada.

- ¡Uno que no llegaré a conocer y servirle si tú no pones de tu parte, te calmas y comes! Una vez me logre comunicar con Killian, le avisaré de todo lo que está pasando. Sí, tú eres mi Luna, pero que eso no se te suba a la cabeza. - veo su rostro detenidamente, me ha dejado sin palabras.

Estos enfrentamientos entre él y yo acabarán por volverme loca, y para ello no falta mucho. Pero si algo he de reconocer, es de que tiene razón, si no coopero, ni mi bebé ni yo lograremos sobrevivir. No quiero ser una carga para nadie aquí, y yo no soy la persona que está actuando ahora mismo. Yo prometí un cambio y no lo estoy cumpliendo. Ahora, cuando mi pueblo más me necesita, es que me pongo en estas.

Me siento sin decir más nada y empiezo a consumir de lo que la madre de Sophia amablemente me trajo. La miro y en voz baja le agradezco mucho por cuidar de mí.

Milo, por su parte, se va lejos de mi vista y eso lo agradezco también. Necesito aclarar mi mente y mis ideas, saber que hacer, no solo yo estoy cansada, tampoco soy la única en cinta, sin embargo, las otras mamás se portan mejor que yo y ellas tampoco tienen a sus mates aquí. Qué vergüenza.

- Saldremos de esta, ya verá. - me consuela Sophia, quién se ha convertido en mi amiga.

- Yo debería de estar diciendo esas palabras alentadoras, no tú. - sonrío con pesar y tomo su mano para darle un beso.

Alpha Killian ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora